¿Alumno nuevo?

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Estaba un poco asustado, no quería confesarlo en su cara. En esa maldita y atractiva cara. Otra vez mi corazón estaba en mis oídos, mi piel de gallina y su aliento cálido en mi cara, sosteniéndome contra la pared. De mi perspectiva, era aterrorizante y erótico.

-No sé de qué hablas. -Me hice el loco, pero no engañaba a nadie con mi tartamudeo y mi piel pálida de muerto.

Estaba sintiendo la mano de Rin ir a mi cuello y apretó lentamente, hasta el punto de sentir que cortaba mi respiración. Mis manos fueron rápidamente a sus muñecas para, al menos, aflojar su agarre y no me ahorque. Se acercó a mi rostro y con mirada penetrante y oscura, advirtió.

-Si no respondes de verdad -Apretó su agarre en mi cuello, mis manos trataban de quitarlo de forma desesperada-. te voy a ahorcar hasta que lo admitas.

Lo decía tan en serio y su agarre ya estaba haciendo que mi vista sea borrosa, que ya presentía lo peor. Pero un chico rubio de mechas azules -que fue lo único que pude llegar a ver- detuvo sus intenciones y lo quitó de mí, empujándolo y casi tirándolo al suelo.

Yo caí al suelo, con las rodillas y mis palmas apoyadas en el suelo, tosiendo y recuperando la vista poco a poco al igual que la respiración, mirando al suelo con los ojos muy abiertos y aún desesperado. Logré escuchar su pelea, pero no oía las palabras, simplemente no llegaban. Levanté la vista luego de unos segundos y logré ver por fin con claridad y el chico rubio estaba sangrando por la nariz. Fue Rin, sin duda. Al parecer, el chico rubio no era de devolver porque Rin estaba en perfecto estado, teniendo los puños a sus costados, con los nudillos tornándose blancos de ira. Su mirada asustaba.

Finalmente vino la vicedirectora de la secundaria y los detuvo a ambos. Rin estaba furioso, pero por lo menos tuvo respeto con su superior. El rubio igual.

A mí me vino a ayudar Bachira, me levantó del suelo y me miró preocupado y me sacó del baño, donde por fin me di cuenta el show estábamos haciendo. Estaba prácticamente toda la secundaria observando todo, como un embarazoso circo.

Bachira logró pasar por toda la gente y me llevó a un lugar seguro. Había una silla, así que me sentó y me miró alarmado.

-¿Estás bien? ¿Qué te pasó?

-Tú le contaste, ¿cierto? -Cuestioné directamente, levantando la vista del suelo y viéndolo con cierto enojo.

Su mirada me resultaba familiar. Me miraba como si no entendiera de lo que estaba hablando, y el recuerdo de Rin vino a mi cabeza. Lo ignoré por completo y esperé la respuesta de Bachira esta vez.

-No sé de qué...

-¿Le contaste que soy gay? -Volví a preguntar, interrumpiéndolo.

Negó frenéticamente la cabeza, preocupado.

-No, no, te juro que no lo hice.

-¿Entonces cómo supo?

-Quizás Hiori lo contó.

Era posible. Fueron las únicas dos personas que sabían hasta ahora, y yo a Hiori no lo conocía muy bien. Aunque signo de hacer alguna maldad o chismear no tenía, pero aún así, era una alta posibilidad.

Lo miré y suspiré, apartando luego la vista, con remordimiento y apenado.

-Lo siento, no era mi intención.

Él aceptó mis disculpas. ¿Rin habría hecho lo mismo?

La vicedirectora, Anri, apareció y se acercó a mí, con inquietud en sus grandes ojos marrones y tocando mi cara y levantando mi cabeza para ver la marca de mi cuello que ni Bachira ni yo nos dimos cuenta.

-Tranquilo, el director se está encargando de esto. Vamos a la enfermería. -Me dictó y me levanté de mi asiento.

Bachira iba atrás mío, pareciendo intranquilo y sin saber bien a dónde mirar, lo que me parecía algo sospechoso.

Anri me llevó a la enfermería, pero Bachira debió irse porque tenía clases. Y yo no lo detuve. En la enfermería había un chico rubio con mechas azules, con una venda nasal. No estaba muy seguro si era el mismo de antes debido a mi visión en ese momento, pero tenía el mismo color y además estaba en la enfermería. Mucha coincidencia.

-Hey. -Me saludó cuando me vio entrar, al parecer me reconoció de inmediato.

-Hey. -Saludé de vuelta en un tono más bajo, mirándolo brevemente antes de apartar mi vista, esperando por la persona que me vendría a revisar.

Hubo un silencio incómodo por unos segundos, pero volvió a hablar.

-¿Estás bien? Ese idiota casi te mata, ¿Acaso tuviste algún...?

-Sí. -Interrumpí de inmediato-. pero no es nada. -Aclaré para que no pregunte más.

Volvimos a quedar en un silencio incómodo y la enfermera vino. Trajo su kit de revisión o lo que haya sido eso y me revisó la herida. Me dijo que todo estaba bien y que podía irme. Se fue y yo también estaba por irme cuando una mano agarró mi brazo, forzando a detenerme a verlo.

-¿Cómo te llamas? -Preguntó curioso, con una ceja levantada. Su mirar me hacía acordar a Karasu, lo que me hizo prevenir de su arrogancia.

-Yoichi Isagi, pero la mayoría me dice Isagi. -Respondí indiferente y queriendo quitármelo de encima-. ¿Me sueltas?

De inmediato me soltó y se aclaró la garganta. Se acomodó la corbata de su traje, que daba gracia porque parecía un empresario, pero estaba en una escuela -que barata no era, pero era una escuela-.

-Lo siento. -Se disculpó al instante, suavizando su rostro y también su tono, sonando más gentil-. Soy Michael Káiser, un gusto Yoichi Isagi.

-¿Káiser? ¿Acaso no significa «emperador»? -Pregunté curioso, cruzando mis brazos y poniendo mi espalda contra la pared.

-Sí, así es. -Contestó con una sonrisa orgullosa, que no disimulaba la arrogancia, aunque luego la suavizó y su mirada hacía mí me confundió-. Pero ahora solo importas tú, Isagi. Ese idiota se pasó contigo.

Me lo dijo en un tono tan sincero, que dudaba si de verdad era un arrogante o si estaba fingiendo. En su forma de hablar también se notaba el enojo, lo que me confundió más. Pero esas palabras, hicieron que mi semblante refleje que mi corazón se había encogido, con cierto brillo en mi mirada y cosas extrañas en el estómago, concordé.

-Sí, se pasó. Pero no importa. Gracias por preocuparte, Káiser. -Agradecí sincero y una curvatura inevitable se vio en mis comisuras.

Ambos nos miramos fijo en ese momento, a los ojos, como viendo el alma de ambos. Pero yo no podía ver con claridad la suya, pero parecía que él sí podía. Sentí que se acercó a mí y, esta vez, no me puse a la defensiva, dejándolo seguir.

Se acercó tanto que su cuerpo estaba casi presionado al mío.

Pero el momento fue interrumpido. ¿Por quién?

-¿Qué mierda? -Preguntó Rin, perplejo.

Káiser se alejó de inmediato, pero mi rostro se volvió pálido. Podía sentir la ira emanando de Rin, amenazándome con la mirada.

¿Puede pasar algo peor? puede ser.



Fuera de mi Camino. [Rinsagi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora