Capítulo III: Despertar

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La sensación en su estómago es terrible, pareciera que alguien le hubiera metido la mano en las entrañas y las hubiera revuelto con toda la alevosía y la ventaja del mundo. Las náuseas eran fuertes por lo que no pudo evitar erguirse al instante y girar su cuerpo para buscar un sitio dónde vomitar. — Con cuidado. Hazlo aquí. — La mano delicada de la comandante envuelta en ese característico guante azul apareció delante de ella con un balde vacío. Vi lo tomó con la mano libre y vació su estómago completamente; aunque no haya nada más que jugos gástricos. El sabor a bilis le recordó que fue lo último que había hecho y sintió vergüenza pero no dejaría que ella la viera lamentándose.  

Por otro lado, Cait la miraba llena de compasión, sabiéndose la única culpable de haber transformado a una mujer extraordinaria en esa sombra que no tenía ni pies ni cabeza. Pasó saliva, recobrando la compostura, irguiendo su espalda y manteniendo esa mirada implacable y orgullosa. 

¿Dónde...dónde estoy?— preguntó Vi, notando que ya no estaba en las penosas y sucias calles de Zaun. Era un cuarto amplio, con varias camillas alrededor. Paredes grises con algunas decoraciones en dorado, ventanas grandes que permitían la entrada de la luz del sol, iluminando dicho recinto haciéndolo ver más grande de lo normal. Al fondo una puerta negra que parecía jamás abrirse y justo a su lado, en un pequeño taburete, descansaba la comandante, quién la miraba fijamente. — Estás en la enfermería de la estación de Vigilantes. Preguntarte cómo te sientes es redundante, ¿agua?— Se levantó del asiento y fue hasta la mesita de al lado por una jarra con agua y un pequeño vaso. Sirvió hasta la mitad, girándose para ver a la recién ingresada paciente. 

Vi la miraba desenvolverse con soltura, con esa estúpida aura de arrogancia qué su actual posición le otorgaba, le provocaba las arcadas más grotescas y horribles. Un asco inconmesurable. Sus ojos decían mucho más que sus acciones o sus palabras, pues en ellos había dolor, tanto físico como emocional, pero sobre todo ira, rencor por aquella figura que tenía justo en frente. —¿Cuánto tiempo llevo aquí?— su voz retumbaba, se clavaba en los oídos de la comandante como puñales pues entendía la emoción escondida entre sus palabras. — Cuatro días. Esa herida— apuntó al costado de Vi con la mirada — estaba muy infectada, le dio bastantes problemas a los médicos que te trataron. — dudó en seguir manteniendo el hilo de la conversación, por lo que decidió guardar silencio.

¿Médicos? — preguntó la peleadora, bastante incrédula porque a su parecer, su estado no era tan grave. Caitlyn se giró para darle la espalda, no sin antes acercarse a dejarle el vaso con agua en el pequeño buró al lado de la camilla. — No puedo seguir aquí... — "me das náuseas", no completó la frase porque no veía necesario intercambiar más palabras con la flamante heredera de los Kiramman.

Retiró la sábana qué cubría su cuerpo, dándose cuenta de que tenía vendaje limpio y por ende, su herida tratada como se debía, incluso los demás golpes y cortes de adornaban su cara y cuerpo. . —Vi, debes detenerte. — finalmente Cait rompió el silencio al verla moverse con la evidente intención de largarse de ahí lo antes posible.

Lo que sea que estés haciendo, detente. Te estás haciendo daño. — aquellas palabras le supieron como hiel, pues sabía perfectamente la causa. Se negó a mirarla a la cara por lo que mantuvo esa estirada posición, colocando sus manos al frente. Jugaba con sus dedos nerviosa, porque solo ella tenía ese efecto y detestaba el poder qué le había otorgado.

— ¿Y a ti qué más te da lo que haga o no? Esa es la única manera que conozco para lidiar con el dol... Con esto— La forma en la que Vi respondía era llena de amargura, por cómo Cait la había dejado ahí, en ese pozo luego de haberla golpeado con la cacha de su rifle. Dejando ver que su cruzada en contra de Jinx, era mucho más fuerte e importante que lo que tenían entre ellas.  — No pretendas que te importa, Caitlyn. Puedes dejar las apariencias.

— ¡Claro que me importa, Vi! Es solo que... Es complicado. — respondió, volteando su cuerpo para ver a la zaunita estando a punto de saltar de la camilla. Camino a prisa para detenerla, sujetándola del brazo. — Debes quedarte en cama, hasta que te recuperes totalmente. — era notorio lo mucho que se preocupaba por ella pero no podía hacer más que darle la facilidad médica y quizá un par de horas de ventaja antes de volver a empezar a cazarla.

Vi quitó su brazo del agarre de forma brusca, sintiendo como su tacto era peor que lava hirviendo cayendo sobre su piel. Ardía, pero no de la manera en que hubiera deseado, era una sensación repelente, dolorosa y para su desgracia, adictiva pero no podía darse el lujo de caer - otra vez- en el encanto de la comandante. — Si vas a detenerme, arrestáme de una buena vez. De lo contrario, quítate de mi camino. — acercó su rostro de forma amenazante hacia Cait quién no se movió ni un ápice, ni tampoco parpadeó. — O lo haré yo y no va a gustarte. Se acabaron las consideraciones, "comandante"

Caitlyn subió ambas manos al rostro de Vi, siendo extremadamente gentil y delicada. Bastó un segundo para que Vi bajara sus defensas y flaqueara. La mirada que le dedicó decía más que cualquier palabra, era más bien una súplica para detener esa locura.

De un rápido movimiento, la comandante la volteó y la sometió en cama — ¡¿Pero qué demonios?! — expresó Vi, notablemente confundida y consternada. Caitlyn fue mucho más ágil para colocarle las esposas y anclarla en el barandal del respaldo si que ella tuviera velocidad de reacción.

Lo siento Vi, vas a quedarte aquí hasta que te recuperes. Una vez lo hayas hecho, pensaré que hacer contigo. — enderezó su postura y se alejó unos pasos de ella. — Volveré después para ver tu progreso. Espero qué a mi regreso, dejes de comportarte como una niña. — fue tajante con sus palabras y Vi sabía que hablaba muy en serio.

No te atrevas a dejarme aquí, Caitlyn. ¡No lo hagas!— Vi gritaba furiosa, no con la sheriff de Piltover, si no con ella misma por haber caído nuevamente en sus garras. Creyó haber aprendido la lección y fue una decepción darse cuenta de que todas las barreras que levantó, fueron un absoluto fracaso.

La comandante emprendió su camino hacia la puerta, ignorando las exigencias de Vi de soltarla. — ¡Caitlyn! ¡Maldita sea! — comenzó a mover la muñeca, como si con ello pudiera romperla. Su mirada se fijó en la espalda de Cait, quién se alejaba más y más hasta llegar al picaporte. — ¡Caitlyn!, te lo advierto. Si cruzas esa puerta, estás muerta para mí ¿entiendes? — Vi sabe el poder de lo que dice, como hará sentir a la otra y es perfectamente consciente del propio daño que ella misma se inflinge con ello pero no le importa. Está molesta, no, está furiosa porque no quiere estar a su merced de nuevo. Ya no.

Kiramman suspiró, sintiendo el peso enorme sobre sus hombros de lo que aquella frase significa y decide abrir la puerta. Es mejor, más conveniente que sea así pues no tendrá distracciones de ningún tipo y podrá finalmente hacer su trabajo y capturar a Jinx, restaurando la paz en Piltover.

Lo lamento, Vi. — Cruzó el umbral de la puerta y la cerró tras ella, dejando en completo silencio a Vi que creyó que la convencería. Pobre ilusa, no sabe que le ha facilitado el trabajo. Por fin despertó de su estupor y ahora está más decidida qué nunca en cumplir su objetivo.

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2024 ⏰

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