En la jerarquía de Alfas y Omegas había una enorme brecha de poder entre ambas castas. Los Alfas eran siempre respetados a donde fueran, vistos como símbolo de poder y dominantes en el ámbito laboral. Los Alfas era a lo que todo cachorro aspira, porque ningún cachorro deseaba ser un Omega. Los Omegas, a comparación de los Alfas, eran vistos como delicadeza, rasgos finos y débiles en todos los aspectos, seres que existían exclusivamente para tener cachorros y ser la tentación de los Alfas; sin poder y sin respeto. La hipocresía en la jerarquía Alfa/Omega era, con certeza, un chiste de mal gusto. Un Alfa necesitaba tanto de un Omega como un Omega de un Alfa. El poderoso Alfa no era nada sin un Omega en temporada de celo. Torpes y agresivos si no tenían a un Omega que los ayudará a aliviarse. Los Omegas eran iguales, necesitaban de un Alfa en épocas de celo, un nudo que los saciará. En temporadas de celo, Alfa y Omega no eran tan distintos unos de otros.
El celo, un instinto natural de Omega y Alfa. Receptivos sexualmente, famélicos por procrear y marcarse mutuamente. Necesitados de pertenecer a un Alfa o a un Omega. Una naturaleza que muchos adoran y que otros repelen con repudio. Sergio Pérez no odiaba ser un Omega, pero aborrecía lo que ser uno significaba. Nunca le interesó el aseo del hogar, jamás fue tan delicado como se suponía tenía que ser y no era un escuálido Omega de piernas tan delgadas como palillos y, sobre todo, despreciaba los días de celo. No había cosa más humillante que sentirse vulnerable y famélico de un nudo.
A los catorce años, tras haber pasado por su revelación de casta y al haber tenido el primer celo —el más doloroso de todos— su cuerpo emergió como el de un Omega. Su cuerpo era carnoso y deseado por muchos adolescentes, pero Sergio se encargó de alejar a todos esos primerizos Alfas. Asquerosos que sólo olfateaban el aire con perversidad cuando pasaba cerca de ellos. A Checo le gustaba ser Omega, su cuerpo era precioso y su aroma le gustaba, pero ser denominado como la casta más baja, la menos importante de la jerarquía, el ser que sólo servía para tener cachorros, esa montaña de palabras basura no le gustaban en lo absoluto.
No le gustaban los Alfas y sus actitudes egocéntricas y altaneras, siempre yendo por la calle como si fueran lo más importante en el planeta. Sintiéndose como reyes cuando ni siquiera gobernaban una propia casa o trabajo. La mayoría era así, pero había esa pequeña porción de Alfas que eran agradables y amables. Entonces Sergio se recordaba que en realidad no odiaba a los Alfas, no a todos, sólo a esa selección patética de Alfas con actitudes mezquinas.
Checo se sintió más seguro cuando consumió supresores, ese sagrado medicamento que ocultaba sus feromonas y disminuía su estado acalorado en los días de celo. Era una bendición contar con esas pequeñas pastillas de color blanco. En tan pequeña dimensión guardaban un inmenso poder que hacía sentir a Sergio más seguro en la calle; los Alfas lo ignoraban al no sentir sus feromonas, pero si preguntaban, Sergio jamás negaba su naturaleza Omega.
Las pastillas eran buenas, pero en ocasiones, mucho de lo bueno produce una montaña impresionante de cosas malas.
—El celo llega más fuerte. El dolor en mi vientre es casi insoportable y—se removió incómodo en la silla— la necesidad allá abajo es espantosa.
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Omegacember [Chestappen]
FanfictionEste es un libro que recopila una variedad de one-shots (ninguno tiene relación y son historias individuales) donde veremos a un Max y a un Checo en el universo omegaverse. se publicara del 1ro hasta el 22 de diciembre. Max Alfa (Top) Checo Omega (B...