TORMENTAS DE PLACER

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Alessandro

La tormenta comenzaba a arremolinarse en el horizonte, oscureciendo el cielo sobre la mansión, y vi a Juliana mirar por la ventana con cierta inquietud. Aunque intentaba disimularlo, podía percibir algo en su expresión, una sombra de nerviosismo que ella trataba de ocultar. Entonces, dijo con aparente tranquilidad:

—Creo que es mejor irnos. No parece que el clima vaya a mejorar.—

No pude evitar sonreír internamente. Sabía que no podríamos salir con una tormenta de esa magnitud acercándose.

—No podemos irnos así, es peligroso,—le dije. —Tendremos que quedarnos aquí por esta noche.—Las palabras salieron de mi boca casi sin darme cuenta, y un brillo de satisfacción se reflejó en mis ojos. La posibilidad de pasar la noche con ella en el mismo lugar me encendía por dentro.

Juliana pareció ponerse nerviosa, lo cual solo me provocó una sonrisa más. Sabía que sería una noche larga, muy larga para ambos.

Cuando la noche cayó, subimos al piso de las habitaciones, y al llegar, le señalé una de las puertas.

—Elige la habitación que quieras. Yo estaré en esta.—Ella asintió y se dirigió a una de las habitaciones, observando el espacio amplio y la cama inmensa. Su mirada curiosa y asombrada me hizo sonreír. Era hermoso verla explorar un lugar nuevo con esa fascinación, incluso con la tormenta de fondo.

Juliana me dijo que iba a darse un baño, pero luego añadió, con un toque de preocupación, que no tenía ropa para ponerse después. Esa confesión me trajo de vuelta al momento en que cocinamos juntos el postre afrodisíaco, y el recuerdo de su cuerpo bajo el agua provocó que una oleada de deseo atravesara mi cuerpo. Recuperé la compostura y le dije:

—No te preocupes. Puedo darte una de mis camisas y un chándal, te quedarán inmensos pero será suficiente."

Cuando regresé con la ropa, ella ya estaba en la ducha. Y ahí fue donde cometí el primer error. Sabía que no debía mirar, pero el impulso fue más fuerte que yo. Me acerqué y vi su silueta a través del cristal, la imagen de su cuerpo desnudo me dejó sin aire. Era perfecta.

Mis manos picaban por tocarla, mis labios querían besar cada parte de ella. El deseo de entrar y hacerla mía de inmediato fue abrumador, casi imposible de ignorar. Sin embargo, recordé que debía respetar su ritmo, su confianza. Maldije en voz baja, alejándome de la puerta y dejando la camisa en la cama antes de salir al pasillo para recuperar el control.

Cuando bajó, vestida con mi ropa, la imagen me dejó paralizado. Parecía más pequeña, más vulnerable, como si llevar mi ropa le diera una apariencia aún más delicada. Su cabello aún estaba mojado, y cada gota que caía por su cuello me hacía desear acercarme a ella, ¿No llevaba sujetador? Sus senos parecían marcarse de manera natural y provocativa en la tela, ¡Mierda! Esto será más difícil.

Sentí cómo me miraba, y sabía que me estaba observando con el mismo interés, notando mi torso desnudo y mis músculos tensos bajo la tenue luz. Sabía que estaba llamando su atención. La tensión era palpable en el aire.

Había preparado una cena ligera, y mientras comíamos en silencio, no pude dejar de observarla, cómo sus ojos se desviaban a mí una y otra vez, intentando disimular el deseo. Finalmente, ella se ofreció a ordenar, pero no la dejé. Quería asegurarme de que se sintiera cómoda, que disfrutara de cada momento.

Cuando me pidió un cepillo de dientes, fui a buscar uno de repuesto y se lo entregué. Me di cuenta de que estaba planeando irse a dormir, y aunque lo entendía, no pude evitar una punzada de decepción.

— Que tengas buenas noches, Juliana,— le dije, con una mezcla de deseo y resignación. Ella me devolvió una sonrisa, aunque también vi algo más en sus ojos, una chispa que me dejó con la esperanza de que esta noche no acabaría tan fácilmente.

Era tarde, y no podía dormir, por más que tratara de controlarme, sentía unas inmensas ganas de ir con ella. A fuera la tormenta y la lluvia no había cesado por el contrario aumentaba cada vez más así como mis deseos por ella. ¡Mierda, contrólate Alessandro!.

Comencé a recordar nuestros encuentros, sus gemidos, su cuerpo, su rebeldía y osadía al retarme, No pude más... me levanté de la cama y rápidamente fui por ella, ya mi autocontrol se había ido al carajo, Justo cuando iba a tocar su puerta, ella la abrió, mi respiración no era normal, la necesitaba conmigo, quería sentir esta vez su piel desnuda en mi cuerpo.

Sé que prometí respetar su ritmo pero algo me dice que ella también desea lo mismo... no desaprovecharé esta oportunidad.
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🔥 doble actualización 🔥

Amor a la Juliana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora