Capítulo XXIII
El ejército atlante había logrado construir treinta vehículos de guerra, totalmente funcionales y sin ninguna falla, mismos que bautizaron como los TA-1801. Así mismo, también ya tenían una estrategia ofensiva liderada por Kurosh y Arash, quiénes habían sugerido arribar por África del norte y atravesar la selva que cubría todo el lugar hasta llegar a Egipto, donde podrían hacer una parada y reabastecerse antes de entrar a territorio persa e iniciar con la invasión.
Para poder partir hacia África, primero debían tener un mapa exacto de la zona, mismo que estaba siendo elaborado con el medidor de la bóveda celeste, el cual con ayuda de los astrónomos que interpretaban las estrellas y distancias, permitían que los cartógrafos atlantes pudieran hacer mapas casi exactos de toda la zona de África del norte y medio oriente, donde se encuentra la capital del imperio persa. Con ello, ya solo faltaba armar bien a todo el ejército, integrar los pelotones y divisiones del frente, tarea a a cargo de los altos generales atlantes y del propio rey y la construcción de dos barcos de carga más.
Finalmente, después de catorce días más, únicamente faltaba un barco más, mismo que transportaria diez Vehículos de guerra, pero el rey a ver qué aún tardarían por lo menos otros veinte días más en tener listo el último carguero, ordenó solo llevar veinte vehículos y mientras tanto con los otros diez que se quedarían, seguir mejorandolos. Después de tal decisión, ordenó a todas las tropas atlantes, es decir, un total de noventa y cuatro mil soldados, entre la armada y el propio ejército subir a bordo de los barcos y zarpar en dos horas. Con los navíos cargados de provisiones y con todos los soldados a bordo, el rey Atlas desde el timón del barco insignia, alzó su tridente, en señal de zarpar de inmediato.
Con el plan en marcha y todo funcionando tal y como se había previsto, solo tenían que navegar veinte días hasta las costas de África del norte, donde dejarían amarrados los barcos y continuarían a pie desde ese punto. Atlas se acerca a Arash mientras este se encontraba dando vueltas en un mismo punto y tomándolo del hombro le pregunta -¿Por qué estás ansioso?-, Arash se espanta un poco, pues estaba inmerso en sus pensamientos y le responde -Sólo tengo algo de miedo de regresar a Persia-, Atlas sin comprender porque tendría miedo de regresar al lugar que fuera su hogar preguntó de inmediato -¿Por qué tendrías miedo?-, de inmediato Arash con voz quebrada respondió -No sabes de lo que es capaz Jerjes, si se entera que lo traicioné, será mi fin-, Atlas voltea a ver al horizonte mientras se recarga en la barandilla del barco y después de suspirar responde de manera calmada -Es normal temer, pero cuando aún con nuestros miedos y demonios internos nos ponemos de pie de frente a lo que venga, en ese momento sabes que nada te detendrá más-, le dio unas palmadas en la espalda y se retiró, mientras Arash se quedó pensando en sus palabras.
Karloto y Aithiōn repasaban la estrategia con Kurosh una y otra vez para evitar que algo pudiera fallar, en virtud de ser el primer almirante y el primer general respectivamente, además de ser Kurosh quien conocía mejor esa zona de África, limitando a los demás generales y almirantes únicamente a obedecer las órdenes de estos para comandar a sus respectivas legiones y escuadrones siguiendo un plan único, hasta que Kurosh repentinamente y sin razón alguna preguntó al aire -¿El rey Atlas no tiene familia?- y para su suerte, justamente iba pasando el rey por detrás de ellos tres, por lo que se giró de pronto hacia él y respondió en un tono un poco desconfiado -Si, si tengo familia ¿Por qué?-, a lo que Kurosh respondió apenado -Sólo me llegó la pregunta de la nada y me dió curiosidad, disculpe si lo ofendí-, Atlas también apenado por su reacción respondió -No, no te disculpes, sólo no es común que pregunten por mi familia, pero ya que estamos, que quieres saber al respecto?-. La general Nereida que estaba cerca escuchó la conversación e interrumpiendola preguntó de pronto -¿Que hay de su esposa e hijo?-, el general karloto que se encontraba bebiendo té, lo escupió de pronto al escuchar esa pregunta, a lo que Kurosh preguntó confundido -¿Qué pasó? ¿Pasó algo malo?-, Aithiōn acercándose al oído de Kurosh le respondió en voz baja -La general Nereida y el rey fueron pareja por un tiempo, por eso la reacción de karloto-. La escuchar eso, los ojos de Kurosh quedaron totalmente abiertos de la sorpresa.
En tal momento tan incómodo, Atlas soltó una carcajada y finalmente respondió -Mi esposa y mi hijo se encuentran viviendo tranquilamente en Cabo verde (Πράσινο Ακρωτήριο/ Prásino Akrotírio), no me gusta involucrarlos en todos los problemas y responsabilidades que conlleva ser rey, por ello, ellos viven apartados de mi-, de inmediato Kurosh preguntó -¿Cómo se llaman?-. -Ella se llama Loànna (Ιωάννα) y mi hijo se llama Akkron (άκρον), pero bueno, ha sido suficiente de mi y debo retirarme a dormir, descansen- respondió Altas mientras se levantaba para retirarse.
Los días y noches pasaban y por alguna razón, la noche tenía un efecto en todos ellos, provocando así que todos contarán sus experiencias más personales, lo que con el tiempo se transformaba en lazos de gran confianza entre ellos, y lo mismo sucedía en cada uno de los navíos atlantes. Finalmente para el último día de viaje, ya estaba todo listo para desembarcar a medio día en las costas africanas, por lo que tomaron sus armas y se pusieron sus armaduras, pues la costa ya se divisaba al frente, era cuestión de minutos iniciar con el desembarque y después de veinticinco minutos descendieron de los barcos los primeros soldados del barco insignia real cuando se vieron rodeados por los hombres del general persa Arsalan, motivo por el cual los soldados atlantes tomaron posiciones defensivas y estando listos para atacar, de pronto se escucha que gritan en persa desde la selva -¡Alto ahí!-, de inmediato bajó Kurosh y preguntó -¿Cómo es que están ustedes aquí y por qué no nos han atacado ya?-, el coronel de aquellos hombres persas ordenó a sus hombres bajar sus armas y replegarse, seguido de esa orden le respondió a Kurosh -Tengo ordenes estrictas de entregar un mensaje, nada más, así que ¿Dónde está a quien responden?-, antes de que Kurosh pudiera responder, Atlas respondió mientras bajaba del barco poniéndose sus muñequeras -Yo soy el rey, entrega tu mensaje-, el coronel hizo una reverencia y dijo -Mi señor, el rey Jerjes tiene intenciones de entablar una conversación con usted, para encontrar una salida diplomática a éste problema-, rápidamente se acercó a Atlas Xylon y le dijo -Debemos iniciar ya, no podemos confiar en ellos-, Atlas haciendo una seña de que guardara silencio, volteó a ver de vuelta al coronel y respondió -Dile a tu rey que lo veré a las afueras de lo que llaman Egipto en exactamente veinte días-.
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ATLANTIS: Se Alza Un Nuevo Imperio
Ficción históricaEn un mundo antiguo lleno de misterios y leyendas, la Atlántida y nuestros protagonistas: el rey Atlas, el rey Jerjes, Kurosh y Arash, deberan enfrentar desafíos inesperados y la constante amenaza persa. Una civilización completamente aislada del m...