Prólogo

68 4 1
                                    

La Luz y la Oscuridad se pusieron de pie al mismo tiempo. Se miraron a los ojos durante unos minutos y luego se giraron hacia las demás gobernantes. La reina de la Luz tomó la primera palabra.

- El Olvido está regresando.- el murmullo general invadió la sala del Consejo.- Necesitamos que la gente mortal no olvide lo que realmente importa. Si nos olvidan, todo estará perdido. No podemos permitirlo.

La sonrisa de la reina de la Luz no se desvaneció en ningún momento, dejando que su discurso no sembrara el temor que debería. Si el Olvido los alcanzaba, todo lo que habían construido los Espíritus se desmoronaría en cuestión de meses. No habría manera de pausarlo, no habría manera de pararlo. Todos los habitantes del hermoso Jardín del Edén estarían perdidos.

La reina del Hielo se puso de pie. Su helada mirada invadió todo, y al caminar, espirales de escarcha se esparcían por el suelo como agua allí donde sus zapatos de cristal tocaban el hermoso suelo de mármol pulido. Su cabello blanco se agitaba con las ventiscas que su helado aliento provocaba. Todos se le quedaron mirando. Entonces, ella habló.

- Yo ofrezco a mis futuras herederas para proteger el Jardín en los próximos años Oscuros.- Un murmullo se extendió por el lugar.- Yo sé que ustedes no quieren exponer al peligro a quienes serán sus herederos, pero alguien debe hacerlo y seré yo. No puedo poner en peligro la seguridad de un hogar por el que ya se ha luchado demasiado por proteger. Necesitamos que alguien lo defienda con convicción y el Hielo es fuerte, frío y discreto. Nada podrá dañar completamente a mis herederos o a mí, ya que nuestro corazón es de hielo. Y el hielo no cede fácil.

dicho esto, la Reina del Hielo salió de la habitación, dejándola en un silencio sepulcral.


Mi Helado CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora