De encuentros y reproches

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-Cuéntame, enano-arrastró Fred a su primo lejos de las miradas indiscretas. O los oídos.
-Digamos que era el único Slytherin conocido entre ocho supuestos Gryffindor-se encogió de hombros.
-¿Y Cornamenta?
-No pudo defenderme...-vaciló el azabache- Más bien porque no me hicieron nada, hablando literalmente. Simplemente... Me largué.
-Esto... ¿Al?-interrumpió Molly, acercándose- Te buscan.
Con una mirada extrañada, el pelirrojo y el azabache corrieron detrás de su prima.
El Slytherin sintió unos brazos abrazándolo y ahogándolo.
-No vuelvas a hacer eso en la vida-escuchó la voz de su hermano.
-Tienes que ayudarnos. Es urgente. Sin rechistar-le continuó su primo Ansel.
-Alto, alto, alto-les interrumpió Percy-, ¿qué pasa?
-Síguenos-exclamó el Weasley, arrastrando al azabache hacia la puerta del castillo, siendo seguidos por ambos grupos.
-¿Cómo va a estar Lana...?-comenzó a preguntar Lucy, pero una voz conocida la calló.
-¡Agh!-se escuchó a Kate-¡Odio a esa águila!
-¡Pelirroja!-le llamó James, haciendo que asomase la cabeza al final del pasillo. Se acercó, seguida del resto de su grupo.
-Miope... Vi, Luce-se alegró, viendo a ambas Ravenclaw-. Os necesito. Jules está en vuestra Sala Común y no sale.
-Vale, tranquilizaos-exclamó Albus- Ansel, Fred y yo nos vamos por Lana. Vosotros ya os apañáis-arrastró las palabras resentido y llevó a ambos primos hacia las escaleras.
-¿Qué le habéis hecho?-se quejó el licántropo adulto, mirando hacia Cornamenta, ambos Canuto y Harry, cruzándose de brazos.
-Por favor...-imploró la pelirroja hija de muggles, así que la siguieron hasta el torreón.
Mientras tanto, metros más allá, Draco Malfoy se quejaba de la humedad del túnel.
-¡Por las camisetas de Merlín!-se quejó la pelirroja- ¡Estamos buscando a tu hijo!
-Un traidor de sangre...-masculló el rubio.
-¡Draco Lucius Malfoy!-se giró gritando Astoria- Vas a callarte. Vas a aguantarte. Vas a aceptar a ese chico y vas a dejar de hacer tonterías. ¿Entendido?-puso los brazos en jarras.
Tras unos segundos en silencio, el Slytherin, arrastrando las palabras masculló:
-Sí, Gerass.
-Oye, Scor-le dio un codazo Louis al chico-. ¿Seguro que tú madre no tiene ascendencia Weasley o Prewett?
-¿Es normal lo de la luz al final del pasillo?-se quejó casi a la vez Bill- Porque no me da buena espina.
Tanto el castaño como el rubio intercambiaron una mirada y comenzaron a correr, seguidos del resto.
-¡Dymas!-gritó el primero, al borde de la histeria, buscando incluso debajo de los sillones- ¡Maldita sea, Dymas!
-Lou, tranquilo...-se acercó el rubio, aunque también perdiendo los nervios- Sólo tenemos que registrar la casa y... ¡Oh, Dios mío, voy a perder a mi hermano!-se puso de rodillas y comenzó a sollozar de forma sonora, aunque falsa.
-Soy demasiado joven para esto-negó el Weasley, apartando los cojines de los sofás y mirando bajo la mesa-. No puedo pasar el resto de mi vida como un Romeo que sobrevivió-susurró, rebuscando con aún más aínco.
-¿¡Qué!?-preguntaron casi a la vez Lucius y Draco Malfoy y Bill y Ron Weasley.
-¿Por qué soy yo Julieta?-se escuchó una voz bajando las escaleras.
-Oh, hermanito-se le acercó corriendo el rubio, antes de aplastarle en un abrazo-. Estaba muy preocupado.
-Hyp...-trató de apartarle, aunque sin conseguirlo del todo- Hyp...
-¡Hurra!-exclamó Hugo, tratando de romper el hielo, aunque los de la Segunda Generación seguían con la boca abierta.
-Dymas-se acercó esta vez el castaño, haciendo que el rubio se apartase de su hermano y se pusiese junto a la pelirroja-. Dymas-sollozó, antes de ponerse a su lado.
-Sigo sin querer ser Julieta-se quejó el Malfoy, antes de besar al otro-. Te he echado de menos, princesita francesa.
-Y yo a ti, enano.
-¡Creo que voy a vomitar!-se tapó la boca Rose antes de fingir que lo hacía-¿Tenéis que ser tan cursis?-preguntó, a lo que el que hacía poco estaba desaparecido, asintió.
-¿Te parece esto aguantable, Gerass?-casi gritó Draco, moviendo continuamente los brazos- ¿Que nuestro hijo salga con un Weasley?
Esta vez las miradas se dirigieron hacia él. Su padre le miró con los ojos entrecerrados.
-¿De verdad 'eso' es lo importante ahora?
-¿Y si lo discutís luego, eh?-les emujó de nuevo en dirección al árbol el pequeño de los presentes.
Sin embargo, Astoria miró a sus hijos; ambos sonreían.
Y eso hizo que ella también lo hiciera.
No obstante, en el castillo, Kate no estaba tan contenta.
-No entiendo por qué está enfadado-farfullaba James-. ¡Es ridículo! Es decir... Lo es, ¿verdad?
-No, no lo es-le sonrió de forma falsa la pelirroja, antes de seguir arrastrando a ambas Ravenclaw.
-Pero Kitty-Cat, no lo entiendo. Es decir...
-¡Es decir que te vas a callar y vas a ir en silencio a la Sala Común! ¿Entendido?-hizo pararse en seco a todos los que le seguían.
-Te juro que cuando nos casemos voy a cambiarme el apellido a Weasley para que tú también lo seas.
-¿Quién ha dicho que nos vayamos a casar?-puso la chica los ojos en blanco, antes de continuar hasta la puerta con una cabeza de águila tallada-. Ya nos conocemos, bicho-le amenazó-. No te gusto, no me gustas, pero traigo dos Ravenclaw y me vas a dejar pasar.
La figura le miró como diciendo: '¿De verdad lo crees? Oh, ilusa...' Aún así, cuando abrió la boca, recitó:
-En un parque hay tres amigas comiendo. La primera, la rubia, lame una piruleta de cereza. La segunda, la castaña come un helado. La tercera, la pelirroja, muerde un chicle. ¿Cuál de ellas es la casada?
-¿Este era el acertijo que no podías resolver?-preguntó Lucy tras una carcajada. El resto de los presentes miraban extrañados a las de la casa; tampoco sabían resolverlo.
-La que está casada es la que lleva un anillo-sonrió Vic entre risas-. ¡Pero eso es muy viejo! Ya se usaba en la época de Merlín, dioses.
-¿Tú como sabes eso?-preguntó extrañado Percy Weasley, a lo que la rubia se encogió de hombros y soltó un 'Larga historia'.
De detrás de la puerta salió un chico tan tranquilo, haciendo enfurecer a los de la Tercera Generación.
-¿Por qué así de calmado, Jules?-entrecerró los ojos Lily Luna, por lo que el chico se encogió de hombros- Quizá cuando Kate te mate no lo estés...-susurró.
-Tenía las cosas bajo control-les sonrió, a lo que le lanzaron más de una mirada circunspecta-Bajo control-insistió arrastrando las sílabas.
Todos los que eran decidieron regresar al comedor, donde se encontraron ya con varios grupos.
Sólo faltaban dos: uno estaba por los jardines, discutiendo sobre la sexualidad a través de los tiempos, nombre que acertadamente le dio Dymas a la conversación; otro, formado por tres personas, estaba ya en el segundo piso, evitando a un fantasma llorón.
-Al, sólo digo que no puedes huir así-se quejaba Fred.
-Sí, James estaba buscándote por todos los rincones de los jardines -le apoyó Ansel.
-¡No es eso!-trató de excusarse el Slytherin mientras entraban en el baño de chicas- Creo que me siento desprotegido. Sin Scor o, peor aún, Rose... Son mis mejores amigos. ¡En Slytherin casi todos somos unos cobardes!-explicó, acercándose a una pila en concreto- ¿Quienes pueden ser las excepciones? ¿Lorcan? ¿Marcus? Nadie más se salva. Ellos me defienden cuando yo no tengo el valor de hacerlo.
-¡Que bonito!-escucharon a una estridente voz bastante conocida para los dos estudiantes de Hogwarts- Viene gente de fuera y no avisan a Myrtle. Nunca avisan a Myrtle.
-Oh, no-se lamentó Fred, cogiéndose el puente de la nariz.
Mientras sus primos la distraían, Albus susurró algo en un idioma desconocido para los presentes.
El fregadero se convirtió en una entrada y saltó dentro, indicando a sus primos que seguiría solo.
Tras andar durante unos cuantos metros por un pasillo llegó a una gran sala con un esqueleto en medio. Una castaña esperaba apoyada en la calavera.
-Lana-le hizo un gesto el azabache. La adolescente se levantó sonriente, antes de darse cuenta de que estaba solo.
-¿Y Ansel?
-Hola a ti también-ironizó-. Está ahí arriba.
Pronto estuvieron todos reunidos de nuevo en el Gran Comedor. Se volvieron a saludar, hasta que escucharon la voz del mayor de los hermanos pelirrojos, gritando:
-¿Tienes novio?-preguntó harto de las evasivas.
Los reproches comenzaron a subir de tono hasta convertirse en gritos. Se podía escuchar los quejidos de Draco Malfoy, diciendo continuamente 'Un Weasley. Un Weasley', ante la mirada de su padre .También ascendían las reprimendas de ambos Remus: 'Es tu nieto, maldita sea, James'. Quizá los más sonoros fueran los de Molly Weasley, que reñía a sus dos hijos por cortos de mollera.
Por eso, los de la Tercera Generación, decidieron tomar las riendas como lo hacía su director.
Algunos manipularon las luces y otros pusieron las voces hasta reproducir el sonido de una alarma de coche. Dio resultado, sí, pero sólo porque era lo más raro que habían visto en sus vidas.
Y vivían en Hogwarts.
El director se acercó una varita a la garganta y se puso delante de todos los presentes.
-Bien, ahora que estamos todos aquí-lanzó una mirada a Rose, que asintió efusivamente-, podemos continuar con las presentaciones. Supongo que los recién llegados podrán ser informados más tarde, ¿verdad?
Los de la Primera Generación asintieron, algunos no del todo conformes.
-Supongo que Dymas podría continuar-apoyó la pelirroja de antes al director-, y explicar quién es nuestro actual director.
-Vale-se encogió de hombros el chico, colocándose en el lugar indicado por su hermano, mientras alumnos y profesores se volvían a sentar-. Soy Dymas Theodore Malfoy, un gusto-sonrió.

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