𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 22

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"El amor no siempre es suficiente para evitar el dolor. A veces, lo que más tememos es lo que más deseamos."

– La sombra del viento de
Carlos Ruiz Zafón.

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Cade

Antes de llegar a casa me limpio las lágrimas de las mejillas, respito hondo y sonrío, guardo mis auriculares en el bolsillo y entro. Todo esta tal cual lo deje a excepción de que puedo ver desde la ventana del comedor a Kei y su novio en el patio, más específicamente en las hamacas.

Estoy feliz por mi hermano, se ve tan feliz junto a Leo, me alegra eso, ¿a quién no? Si después de todo es el único que estuvo cuando tuve miedo a la oscuridad, cuando no entendía la tarea, cuando venía llorando del colegio, estoy orgulloso de todo lo que dio y sigue dando por toda la familia.

Por suerte la herida no se me ve por las medias, camino hacía la sala en dónde Mamá está trabajando en la computadora.

-¿Y Papá? -me acerco a ella y le doy un beso en el cabello.

-Hola a tí también -ironiza.

-Hola mamá, ¿has vis...

-¿Estuviste llorando? -frunzo el ceño.

-Claro que no -niego despacio con la cabeza y me siento a su lado- bostece, quizás por eso.

-Mhm -me toma del rostro preocupada y me acaricia la mejilla con el pulgar- ¿estás seguro?, ¿Te sientes bien? -asiento, cansado- Sigues tomando la medicación ¿cierto?

-Que sí -me alejo de su agarre- no porque me sienta mal significa que voy a volver a recaer, estoy bien, ¿vale?

-O sea que si estás mal -afirma y suelto un quejido.

-Estoy bien, iré a mi cuarto -me levanto y toma mi muñeca.

-Cariño, puedes decirme lo que sea, estoy para tí.

Siento un nudo en la garganta y trago saliva para deshacerlo.

-Estoy bien, Ma, enserio.

Apreta los labios.

-Te conozco, estuviste nueve meses dentro de mí panza para que me mientas -niega y sonrío levemente.

No digo nada pero me acerco a ella y se para para abrazarme.

-No me pasa nada, lo prometo.

Siento un escalofrío recorrerme el pecho y ese vacío intenso, quiero llorar, me aferró a ella con fuerza y me acaricia el cabello con cariño.

-No te ves bien, Cade -susurra- estás volviendo a verte apagado -se separa y me mira con tristeza, me besa en la frente y ruego en mis adentros para no quebrarme aquí mismo.

-Debo estar cansado por el partido -vuelvo a mentir.

Se humedece los labios.

-No es por el partido -me acaricia la mejilla- y tú también sabes que esa no es la razón, pero si no quieres decírmelo no pasa nada, cuando te sientas listo estoy aquí, ¿vale?

Se me llenan los ojos de lágrimas y hago una mueca con los labios.

-Estoy cansado -susurro y la voz se me rompe, tira de mi hasta el sillón y se sienta a mi lado, apoyo mi cabeza en su regazo.

-Mi niño -me obliga a verla- estás exigiéndote demasiado, si te sientes mal descansa, a veces solo necesitamos tomar una pausa, nadie va a enfadarse contigo por cuidar de tí mismo -me alza la barbilla- a veces hay que priorizarse por sobre los demás.

Punto De QuiebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora