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Evelyn se encontraba en la zona de la colonia, rodeada de hembras simias y sus crías. Había aprendido a cuidar de los pequeños, disfrutando de su risa y curiosidad mientras les enseñaba a jugar. Sin embargo, en el aire había una tensión inconfundible, una sensación de que algo no estaba bien.
De repente, un disparo resonó en el bosque, rompiendo la calma. Evelyn se congeló, el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Las hembras simias miraron hacia el sonido, sus rostros llenos de temor. Evelyn sintió un escalofrío recorrer su espalda; sabía que el peligro podía estar cerca.
Con un gesto rápido, trató de calmar a las crías, pero su propia ansiedad crecía. "Todo estará bien," murmuró, aunque no estaba segura de que sus palabras fueran ciertas.
En ese instante, los simios machos de la colonia aparecieron, corriendo hacia el sonido del disparo. Evelyn buscó a Ojos Azules entre ellos, su mente llena de preocupaciones. Tenía que encontrarlo, tenía que asegurarse de que estaba a salvo.
Finalmente, lo vio, su figura imponente destacando entre los demás. Ojos Azules se movía con determinación, su mirada centrada. Sin embargo, lo que la sorprendió fue la imagen que lo acompañaba: Ash, herido, fue llevado por dos simios, su brazo goteando sangre.
"¡Ash!" gritó Evelyn, su voz entrecortada por la preocupación. Se apresuró hacia ellos, su corazón se hundió al ver la herida en el hombro de Ash, una marca oscura que indicaba el impacto de una bala.
Ojos Azules se detuvo a su lado, su expresión seria. "Disparo... humano," firmó, la preocupación evidente en su rostro. "Debemos ayudarlo."
Evelyn asintió, sintiendo que su corazón se aceleraba. "¿Quién disparó?" preguntó, su voz temblorosa.
"No sé," respondió Ojos Azules, mientras los simios trataban de estabilizar a Ash. "Pero no podemos quedarnos aquí."
Evelyn miró a Ojos Azules, quien seguía preocupado por Ash. "¿Está bien?" preguntó, refiriéndose a su amigo.
"Necesitamos llevarlo a la zona de curación," dijo Ojos Azules, ayudando a estabilizar el cuerpo de Ash. "Debemos trabajar rápido."
Los simios comenzaron a moverse, llevando a Ash hacia el refugio. Evelyn se unió a ellos, sintiendo que su corazón se llenaba de temor por su amigo y por la amenaza que representaban los humanos.
Al llegar a la zona de curación, los obas se pusieron a trabajar rápidamente. Evelyn se unió a ellos, utilizando todo lo que había aprendido sobre hierbas y remedios. Mientras trabajaba, no podía evitar sentir el miedo que aún latía en su pecho.