Frank, un chico de 16 años, baja estatura; no toma, no fuma y evita las drogas. Nunca ha besado a una chica, pero lo reelevante para él: nunca ha besado a un chico, y no es que no quiera.
En fin, el chaparro regresaba a su casa después de la escuela cuando un hombre misterioso empieza a seguirlo, aceleró la velocidad al ver al misterioso encapuchado, agachó la cabeza y metió las manos a sus bolsillos. Dio la vuelta en la siguiente cuadra y aquel chico apareció frente a él ¿Cómo lo hizo? ¿Magia? El chaparro sí que creía en la magia.
-¿Qué quieres? - preguntó Frank nervioso.
-Tranquilo -se quitó la capucha aquel chico -voy, en tu escuela. Te seguí a casa porque bueno... - se rascó la cabeza denotando nervios -quería saber si tú... ¿Quieres salir conmigo? -escupió sus palabras.El joven de la capucha era apuesto, su pelo era rojo, se notaba que era teñido, y lo lucía bien. La gente diría que es gordo, pero en realidad sólo tiene algo de panza de más. Los ojos de Frank se iluminaron ante la repentina e inesperada propuesta y dos segundos de silenció después, aquel pelinegro de estatura baja asintió y le entregó su número de teléfono al teñido.
-Te espero, guapo -añadió Frank.
Cada quién siguió su rumbo, pero la angustia vino a Frank al recordar un pequeño detalle que aún no será revelado.
-Mamá, ya llegué -exclamó Frank, una vez en su hogar.
Su amable madre lo recibió con un cuidadoso beso en la frente y su plato de pollo con puré de papas servido en la mesa, sólo faltaba añadir hielos y azúcar al concentrado de jamaica, el chaparro sonrió y prosiguió a realizar dichas tareas faltantes.
Un día cualquiera en la vida de Frank Iero, su madre se esforzaba por hacerlo sentir bien apesar del peso con el que debe cargar cada día.
Pasaron uno, dos, tres días, era viernes y dos chicos se cruzarían por segunda vez. Gerard buscaba con una ligera desesperación a su hombre, o bueno, no suyo del todo, aún.
-¡Frank! -gritó el pelirrojo.
-Oh, tú -volteó el nombrado -oye, ¿Cómo te llamas?
-Mmm, Arthur, pero tú dime Gerard -sonrió -ese es mi primer nombre.
-Está bien Gerard -dijo Frank devolviéndole la sonrisa -¿Para cuándo tu invitación de la otra vez, Gerard? Me dejaste con la duda.
-¿Está bien hoy?
-Bien ¿A qué hora, Gerard?
-5pm en el parque que está a dos cuadras de aquí.Frank asintió y trató de sacar plática, ambos decidieron tomar asiento en el piso de la institución donde estudian; su plática sólo pudo detenerla el timbre, que los obligó a levantarse de sus sitios y volver a clases, Gerard quiso despedirse de Frank con un beso en la mejilla pero el más pequeño al ver las intenciones del otro se hizo a un lado.
-¿Qué ocurre? -pregunto -sólo en la mejilla.
-¿En la mejilla? Está bien... pero ten cuidado.Gerard continuó con sus intenciones, algo confundido por el comportamiento del enano, pero logró sonrojar a este, así que no fue tan malo.
Cosas normales e irrelevantes ocurrieron en las siguientes siete horas, pero después de ese tiempo la hora acordada llegó y el primero en presentarse fue el mismo que propuso la cita, el encapuchado que ahora vestía una blusa negra y unos jeans del mismo color. Casi pareciera como si la ropa negra y Gerard fueran uno mismo; aunque el caso de Frank, que llegó 14 minutos después, tampoco era muy distinto puesto que también su ropa era negra.
-Hola -saludó el más pequeño.
-Hola -respondió el más gordo.
-Jamás he tenido una cita.
-¿Y tengo cara de que yo sí?
-A decir verdad sí, eres hermoso Gerard... -la cara del pelirrojo se tornó del mismo color que su cabello.Ambos tomaron asiento en una banca, los minutos pasaban y una muy amena plática surgía de manera practicamente natural entre los dos jóvenes. Gerard confesó observarlo durante los recreos mientras juntaba el valor para hablarle, el observado no pudo evitar sonrojarse.
La convivencia entre los dos hacía que pareciera que están hechos el uno para el otro, así lo hacían notar cuando estaban juntos. Después de dos horas de risas ambos volvieron a sus casas, no sin antes acordar otra fecha para verse, Gerard tenía un deseo en mente...
Su vida no era muy grandiosa, pero desde ese encuentro eran más felices y eso era lo que importaba, almorzaban juntos en la escuela, Frank acompañanaba a Gerard a su casa y este lo despedía de beso, pero sólo en la mejilla ya que el chaparro llevaba consigo un secreto, un peso que sin duda le causaba angustia.
Ya que la tercera es la vencida, Gerard se atrevió a pedirle a Frank que fuera su novio, él acarició su cabello y su respuesta fue afirmativa, y era obvio, en tan poco tiempo ya podía decir lo amaba.
Existía un problema a pesar de todo, a pesar del deseo seguían sin besarse ¿Pero qué ocurría? Tenían cuatro meses saliendo, era como un sueño, los "te amo" no cesaban y para compensar los besos existían los abrazos y las caricias.
Pero al fin llegó el día
En Frank surgieron unas ganas de besar a Gerard, lo que transformó su sonrisa en una cara de tristeza, Gerard tenía el mismo deseo, pero una vez más, notó su sonrisa caida e interrumpió su acto.
-¿Qué ocurre, Frank?
-Gerard, escucha, me gustas ¿sí? Pero hay algo que debes saber. No puedes besarme.
-Ya he notado que le das la vuelta pero ¿Por qué no?
-Estoy maldito. Cuando era bebé un mago visitó a mi mamá, me vio y bueno, no sé si fue porque supo mi orientación o algo le hizo mi madre, pero maldijo mis labios... cualquiera que se atreva a tocarlos morirá. Están envenenados, estoy envenenado.El joven pelirrojo escuchó sus palabras incrédulo, Frank para provarlo, tomó una hoja perteneciente a una planta cercana y la posó delicadamente sobre sus labios, esta se marchitó inmediatamente comprobando la reciente afirmación.
-Frank, es que yo estoy enamorado de ti -confesó Gerard -llevamos casi cinco meses saliendo, y no puedo, lo siento.
Sin pensarlo, Gerard cerró los ojos, y posó sus labios sobre los de Frank, disfrutó de sus últimos minutos y en completa calma los latidos de su corazón comenzaron a bajar hasta ser nulos, no se le sentía su respiración y sus signos vitales habían desaparecido.
Frank contempló el cadáver de su amado por primera y última vez, lamió sus labios y abrazó el cuerpo de Gerard.
Así, ellos dos murieron, pero su amor no.