II

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Y todo el pequeño cambio que pensaba que iba a ser positivo y bueno termino no siendo así. 

En 2013 me había mudado desde Nantes, Francia hacia una pequeña provincia en Argentina. 

El primer año todo iba de maravilla, había hecho muchas amigas. Y hasta había tenido un novio, Solo esa felicidad me duró hasta este año. 2015. Mis amigas me dejaron de lado, pues, bien no se podían llamar amigas, pero desde ese entonces, estamos en una guerra en la cual solo ellas participan. ¿Mi novio? Me dejó, solo se puso de lado de mis ex-amigas. Y luego de dos años de noviazgo, luego de dos años de divertirme y pensar que todo iba a ser perfecto. Todo se derrumbó, y mi vida cada vez cobraba menos sentido. 

Mi madre me llevaba a psicólogos, y psiquiatras, estaba medicada, pero nada me salvaba. Mi mente iba mas allá, mi mente me ganaba. Y como no, se estaba ganando mis ganas de seguir con mi vida. 

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Otro día, por suerte eran vacaciones, y no tenía que ir a ese maldito instituto donde solo era puro sufrimiento. 

Me miré al espejo y solo vi una horrible figura de mi misma. Me sentía gorda, y poco útil para la existencia. 

Agarré mi ropa interior y y me dirigí al baño. Me despojé de mi ropa y entré a la bañera. 

15 minutos luego de haberme relajado un poco, salí y me puse mi conjunto de bragas y corpiño mientras prendía un cigarro y salía del baño. Mi madre había viajado a Francia, y me encontraba sola en mi apartamento. Pues lo que podía hacer lo que quisiese.

Agarré un pañuelo, y me lo coloqué en mi muñeca izquierda, siempre la que ligaba mis problemas era mi pequeño antebrazo, estaba tratando de ocultar mis lastimados. 

Estaba meditando un poco en mi habitación, mientras inhalaba el tubo de tabaco que se encontraba entre mis dedos. Y ya no aguantaba mas estar en esta situación de depresión.

Me levanté, y tomé una maleta, puse todas mis prendas que usualmente utilizaba, y algunos zapatos que quepan en esa valija, me puse unas calzas ajustadas color negro, una remera rallada y una campera blanca. Mis apreciados botines con una plataforma alta, un poco de rubor y ya estaba lista.

Agarré todas mis pertenencias y las puse en mi cartera. Eche un vistazo por ultima vez a mi pequeña habitación. 

-Buenos días, un boleto hacia buenos aires, por favor. - le pedí a la asistente que se encontraba del otro lado de la caja, mientras tecleaba en su computadora, para luego entregarme el papel con destino a Buenos Aires.

-Serían 800$ señorita- me dijo con una mirada fría. Rebusqué en mi cartera los billetes que había conseguido tras haber ahorrado por mucho tiempo, y se los entregué en su mano. La rubia solo me miró y guardo la plata en una caja. Me limité a sonreír le y dar la vuelta para subir por las mecánicas escaleras hasta buscar con mi mirada el colectivo, que pronto alcance a ver y me dirigí hacia allí. 

Solo pasaron 5 horas sentada, y aun faltaban 7 horas más. No aguantaba un sólo segundo más, me dedicaba a leer mi libro, 'Nacidos bajo el signo del toro', me entretenía demasiado, pero ya casi lo estaba terminando. Agarré mi celular, y solo chequee que tenía un mensaje de mi madre. Lo ignore por completo. Y la culpa me estaba consumiendo. Mis impulsos actuaron una vez mas sobre mi, y pues no quería seguir viviendo la vida que vivía, quería algo mas bueno para mi, y por eso huí hacia la provincia que siempre quise ir, no sabía en donde pararía ni mas a donde iría. Si bien sabía a qué iba allí, modelar, no sabía a donde. Saqué mi celular de mi bolso y me dispuse a teclear sobre una conocida agencia de modelos, y allí estaba la dirección, haber si tenia suerte y me aceptaban. 

Ingresando a la ciudad al fin, y mis nervios me consumían, pues estaba cayendo en cuenta todo lo que estaba haciendo. De todos modos ya nada podía salir peor. 

Con mi maleta en una mano, y con mi bolso en uno de mis hombros me camine a parar un taxi. 


Ya habían pasado 2 días desde mi locura en huir de mi hogar, y estaba durmiendo en un apartamento que prometí pagarle a fin de mes. Y solo estaba en la búsqueda de un empleo. No había comido en estos dos días y no me molestaba en lo absoluto, pues perder peso era lo que quería. 

Me encontraba caminando por las anchas calles de esta provincia, mientras que fumaba. 

'Se necesita mozo, por favor' declaraba un pequeño cartel en un esquina de la vidriera de la pequeña cafetería. Creo que el día me jugaba a favor, me adentre para ver a una señorita de unos, uhm.., 20 años ¿quizás?, que se encontraba escribiendo 'algo' en un papel.

-Em, buenos días, vengo por el puesto que necesitan un bacante - le dije a la pelirroja que al oír mi voz se percató de mi presencia y subió la mirada para encontrarse con la mía 

-Y tú.. ¿eres?.. - me dijo con una ceja levantada para que ya me cayese mal desde un principio. 

-Jazminne, y .. ¿ el tuyo? -

-Andalia Peck, un gusto. Enseguida le traigo al jefe. - me dijo cambiando dramáticamente de actitud conmigo. La miré extrañada. Y solo me dedique a asentir.  

A los 5 minutos, apareció el que se supondría que debería ser el 'jefe', un hombre de estatura alta, cabeza blanca y unos lentes. Debería de tener unos 40 años, si bien no me falla el uso de razón. 

-Buenos días, nena. Me llamo Patricio Mckeder, por lo que me dijo Andy tu debes ser Jazminne, ¿no? - me dijo dandome un caluroso saludo, al cual correspondí. 

-Así es, Jazminne Fugazeta, y había visto el anuncio de que se necesitaba un mozo, pues en ese caso me gustaría tomar ese puesto.

-Oh, claro, vendras todos los dias, de 9 de la mañana a 12 del medio día. Por ahora, quizas luego pueda aumentarte los horarios, y tu salario será de 3.000$ mensuales.- creo que por ahora esa cantidad de dinero estaría bien, si bien mi pequeño apartamento costaba 850$ mensuales, creería que podía sobrevivir con los 2.150 restantes.

-Claro, me parece correcto. Mañana vendré a las 9.00 am, muchas gracias, necesitaba este empleo- le dije con una sonrisa, a ambos. 

- De nada querida, nos vemos mañana. 

Mientras mordía mi manzana pensaba en como iba a presentarme en la conocidamente agencia de modelos, no podía ir con este estado físico. No, no así.

Me sentí culpable por haberme terminado esa manzana, en vez de haberme resistido a ella.

Una vez más, de las tantas veces, arrodillada frente al inodoro, mientras devolvía lo poco que había consumido durante esos 3 días. Mejor dicho, esa única manzana que había consumido. Me sentía aliviada, y libre. Marcaban las 7.00 pm de la tarde por lo que decidí salir a caminar. Poniendome así un conjunto deportivo y agarrando mi cabello en una coleta. 

Mientras caminaba y caminaba, ví un pequeño gimnasio por lo que entré a averiguar cuanto costaba.

-Sólo son 200$ mensuales, señorita- me informo el cajero, que para mi sentido femenino, se veía bastante bien. Y calculé, no iba a gastar en comida, y me quedaban 2.150, de los cuales me quedarían 1.950 para sobrevivir. 

-Bien, gracias. Vendré mañana.- dije, ya que en ese momento no tenía un peso. Mañana pediria un poco de adelanto para asi poder ir a ese gimnasio.

Volví a mi apartamento, ya con las 9.00 pm. Me duche y luego me puse mi pequeño pijama para acostarme en las frias sabanas y asi caer en un profundo sueño.

Fuego de noche. Nieve de día•• Niall HoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora