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Never existed [Sunsun/Heesun] 1/?

Sunoo está seguro de que tiene todo lo que algún día sonó en una relación cuando piensa en Sunghoon.

Con las cualidades directamente sacadas de la más cutre bucketlist que pudiera escribir en su diario a los quince años, tiene la certeza de que Sunghoon es el novio perfecto.

Amoroso, atento, afectivamente responsable, presente e increíblemente alto y atractivo, son algunos de los adjetivos favoritos del menor que destacan las cualidades del otro.

Y sin embargo, esto no detiene a Sunoo de guardar en lo más profundo de su ser solo un no tan pequeño pero devastador secreto que a todos a su alrededor -a beneficio de él- les pasa desapercibido.

Blanco.

Ese sería el color que escogería si tuviera que hacerlo para generalizar a Sunghoon. A su relación. Si, el color en sí es bonito; neutral, suave, limpio e inocente y va bien con todo. Minimalista.

Pero a veces sentía que en su vida faltaba algo de color, y Heeseung, al contrario, tiene una larga lista de cosas y actitudes que Sunoo repudia pero que a su vez han sido esas las cosas que más le han hecho gravitacionar en dirección al otro, quien grita contraste en todo su ser.

Si quisiera crear alguna comparación contraria entonces podría decir que Heeseung en definitiva es negro, pero es que la oscuridad abundante en el color hace imposible poder describir al mayor como le gustaría.

Entonces, si tuviera que escoger sensatamente y a su gusto culposo, definiría totalmente al rojo como su color.

Y el rojo si le gusta.
Le gusta mucho.

Arrogante, narcisista, engreído, pesado, extremadamente cauteloso e inteligente con sus palabras a conveniencia, avariciosamente atractivo, sonrisa devastadora de labios curvados en un perfecto arco de cupido, arrazadora personalidad, sexy; es todo lo que Sunoo piensa de él cuando se permite hacerlo.

Y lo hace con más frecuencia de la que debería.

Lo hace incluso cuando yace ya en su cama, por la madrugada, donde debería dormir. Sabe que no puede cerrar los ojos, dejarse abrazar por el sueño inminente por que entonces seguirá susurrando su nombre en su inconsciencia como si de un mantra se tratase, recordando el fantasma de sus callosas manos sobre la delicada piel de su cuerpo aún cuando sus encuentros hayan pasado hace contables horas atrás.

Más que un secreto, es una bomba. Una de tiempo y suerte que quema en lo más profundo de sí y que sabe una vez ésta explote los residuos de sus propias acciones le van a escocer aún más allá de la piel. ¿Lo peor? Que lleva a más víctimas consigo.
Y es que, verdaderamente, Sunghoon no lo merece.

Pero entonces, ¿qué puede hacer Sunoo cuando su alma grita Sunghoon pero su cuerpo exige a Heeseung? La analogía del querer justificar lo que está mal pero hace sentir bien parece no ser suficiente para detener el hambre de exigencia que le carcome por dentro, por que sabe de ante mano que no puede elegir. Su cuerpo y alma lo convierten en quien es.
Uno solo. Sin alguna de ellas, no puede funcionar, es vital, y lo tiene más que claro.

Además, no hay nada que escoger, ¿verdad? Y es que ese es el problema con Heeseung;
él no le pide que lo haga.
El mayor está más que consciente de que el estatus del menor no está no cerca de ser disponible. Le conoce y conoce -como todos en la escuela- la relación de ensueño de aquellos dos. Aquella fachada irrompible que él ha venido a derrumbar por más templada y firme que ésta pudiera parecer.
Sunoo, claro, es culpable. Más que dejarle entrar, el mantenerlo dentro es lo que le ha nublado el juicio, el cual comienza a enviar el humo de la incertidumbre por todo su cuerpo llegando casi al corazón.

A diferencia de Sunghoon, Heeseung le hace decirle aquellas cosas que a su novio nunca se ha atrevido a contarle. No es que el mayor se lo pida, pero la conexión corporal del momento sumado al vaho que la sensación del cuerpo sobre el otro le deja en el raciocinio le arrebata las palabras que tal vez en sus cinco sentidos nunca vociferaría en voz alta.

Le confiesa entonces que es suyo; que todo es de él y para él.
El cómo desea que Heeseung no le aleje tanto, y que va a dejarlo -a Sunghoon- para poder estar con él.
El mayor ríe, pero no dice nada. Desafortunadamente, Sunoo sabe leer esa risa y sabe que el mayor es todo menos soluciones. El problema más grande de aquella persona que venga y caiga en sus encantos. Y es que él no se compromete.

Incluso ha tratado de terminar las cosas con Sunoo, cuando le ha visto más pegajoso de lo normal. Se aleja, y Sunoo no puede evitar el ardor en su cuerpo al sentir el bálsamo de la piel contraria siendo renuente y alejarse. No lo ama, pero lo necesita, y eso le enferma.

Sunghoon por su parte le ha mostrado extraño. Distante, con los ojos perdidos en el mar de personas buscando ser encontrados por un par dos tonos más oscuros que el suyo.
Algo que Sunoo no ha notado bien es que su novio es más perspicaz de lo que parece, y que al ver como los labios de Heeseung se curvan en una conocedora sonrisa cuando por fin su mirada se topa con la de Sunoo, sabe entonces que algo ahí no anda bien.

Decide creer entonces que es una historia ya contada del pasado de ambos, y no quiere verse negativamente abrazador entrometiéndose de forma conflictiva con ello, no quiere que Sunoo piense mal. No es del tipo celoso, pero definitivamente la hinchazón de su corazón crece un poquito más y se hace más dolorosa a medida que la aguja del sentimiento extraño se encaja él cada que aquellos extraños intercambios entre ellos dos suceden. Quiere expresarlo, preguntar al respecto, pero es incapaz.

Sunoo, por su parte, está dispuesto a seguir con aquella máscara excavando tan hondo hasta donde su pequeño secreto pueda llegar. La caída libre entonces sería arrolladora entre más profundo se haga, y si es que le es posible salir cuerdo y con vida de ahí, sabe que va a seguir buscándolo.

A Heeseung.

Incluso aunque su corazón solamente lata por Sunghoon.