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-Louis, ¿podrías venir un segundo? -llamo el rubio entre quejas tratando de cerrar la maleta repleta de todas las cosas que necesitaría para el viaje a Los Ángeles. Estaba así desde más de veinte minutos. Más que enojado, se subió a la maleta logrando aplastarla y deslizo el zíper dificultosamente hasta que termino por cerrarla. - ¡Ha! -dijo victorioso y se bajó de donde estaba. Sonriente se dio la vuelta y vio la ropa interior que se supone tenía que meter en la maleta sobre su cómoda. Hizo cara de sufrido y comenzó a lloriquear al mismo tiempo que pisaba el suelo con fuerza. - ¡Louis!

Rodo sus ojos frustrado por no tener contestación y salió de su habitación en busca del castaño. Abrió la puerta de su habitación y solamente miro su maleta ya lista sobre la cama. Alzo un ceja extrañado y cerró la puerta. Recordó que Louis siempre estaba en su habitación especial ensayando o haciendo ejercicio. Era la habitación más grande del departamento, era una réplica de un salón de ballet, como espejos enormes pegados a la pared, piso de madera clara, una barra de ballet, un soporte en la pared simple, zapatillas ya usadas, premios, medallas, vestuarios, uniformes, etc. Todo perfectamente acomodado, al castaño le gustaba tener todo ordenado y limpio.

Miro a Louis de espaldas mirando hacia el espejo, sentado sobre el piso y recargando la cabeza sobre sus rodillas. Se miraba algo triste. Hizo una mueca y camino hacia su mejor amigo para saber qué era lo que estaba pasando. No es la primera vez que lo había visto así, últimamente se mostraba muy desanimado.

-Hey -dijo al mismo tiempo que se sentaba junto al castaño y este al notar su presencia, le dedico una débil sonrisa y volvió a recargar la cabeza sobre las rodillas. -Te he estado gritando, necesitaba ayuda para cerrar mi maleta.

-Oh, ¿en serio? -Niall asintió alzando las cejas. -Disculpa, no te he escuchado.

- ¿Acaso alguna vez lo haces? -bromeo un poco y Louis le volvió a sonreír. - ¿Qué pasa? Te notas un poco triste.

Louis negó y bajo la mirada. -Nada. Es solo que...  me siento muy presionado por la competencia, es todo. -Se encogió de hombros e hizo una mueca-.

- ¿Por qué? Has hecho esto varias veces.

-Eso era cuando no me tomaban en cuenta para solos, duetos o tríos, o algún baile grupal. Ahora tendré que hacer un solo, un dueto y un baile grupal. Y en las tres soy la persona principal -dijo y trato de acomodarse la cinta que hacia su cabello hacia atrás. -Todo depende de mí, si algo sale mal todo será mi culpa.

-Eso no pasara, eres un gran bailarín, ¿Por qué crees que te eligieron para hacer todas esas rutinas? -dijo tratando de animarlo-.

-Son rutinas bastante difíciles y complicadas, tengo miedo de olvidar algo o equivocarme. Mi profesor me matara, es capaz de sacarme si cometo un error y lo sabes.

Niall negó. -Eres uno de sus mejores bailarines, no puede cometer esa estupidez.

-Además -dijo sin prestar atención al rubio. -He engordado y el traje no me queda igual -sus ojos se cristalizaron al terminar de hablar y su voz desafino un poco. -El profesor me compara cada segundo con Connor porque el baila mejor que yo, es más delgado que yo, más bonito que yo, llama más la atención que yo, el divierte y yo aburro. Siempre me lo recuerda, Niall. La apariencia de Connor es mejor que la mía, ¡yo soy gordo y feo!

Niall suspiro muy triste por lo que Louis estaba diciendo. Era muy doloroso para el verlo así, pero realmente, en el mundo del baile, así es. Todo es apariencia. Todo es una competencia.

El problema era que Louis tenía una apariencia única. A él le sobraba belleza y no estaba gordo. La figura de su cuerpo era perfecta, él era bastante delgado y poseía unas piernas hermosas. Realmente él no tenía que estarse quejando o preocupando por eso.

Keep DancingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora