Capítulo III.

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Maryland, Baltimore (un día después de la muerte de Frederick).
20:45 pm.

Un día había pasado de la muerte del Dr. Chilton. Todos estaban preocupados de ser el siguiente blanco ya que no lograban encontrar el motivo del asesino y el patrón para elegir a sus víctimas.

Will comenzó a tener pesadillas diarias de nuevo donde mataban a sus compañeros, Alana era la más repetitiva. Su mayor preocupación estaba en Hannibal Lecter, algo dentro suyo no quería que lo asesinen sin él saberlo antes.

Se encontraba en su casa esperando a Alana, ella dijo que quería ir para conversar con él sobre lo que estaba sucediendo y ver cómo le afectaba, ya que nuevamente él estaba en medio de todo.

Su mente se estaba yendo para otro plano cuando la puerta fue tocada y sus perros comenzaron a llenar todo el lugar de ladridos.

—Ya, ya, calmense... —pidió mientras caminaba hacia la puerta donde la hermosa pelinegra con la que se besó una vez estaba tras la puerta.

Abrió la puerta y enseguida notó los ojos llenos de lástima con los que Alana Bloom lo observaba, sintiendo pena por él debido a la situación. Eso sin duda le molestó ya que no es una persona indefensa que debe ser cuidada.

—Hola, Will. ¿Puedo pasar?

—Adelante.

Se apartó y la pelinegra ingresó al hogar mientras se sacaba su largo saco color gris topo y se sentaba en una de las pequeñas sillas.

—Ya sabes a que he venido... —murmuró algo bajo. Ella aún estaba algo resentida por las acusaciones que Will hizo hacia Hannibal y no confiaba en él del todo—. A pesar de todo lo que pasó, no quiero que esta situación te sobrepase y... Colapses.

La frente de Will se arrugó un poco ante eso, como supuso: una persona indefensa que debe ser cuidada. Así era visto por todos, hasta que necesitaban de su ayuda.

—Estoy perfectamente bien, Alana.

—¿Haz estado durmiendo bien? ¿No tienes pesadillas? —inquirió con cierta duda en su voz—. El llamado que me hiciste la otra noche me dejó intranquila.

—No solo te llamé a ti —mintió—. Llamé a Beverly, a Jack igual. Me preocupo por ustedes pero la situación no me sobrepasa.

Hubo un silencio algo incómodo entre ambos. Por parte de Alana debido a la poca credibilidad que tenían las palabras de Will para ella.

Y para Will que ella se haya puesto del lado de Hannibal Lecter se sintió como una extraña traición.

—Yo no quiero que pase lo mismo que antes, quiero ayudart- —Fue interrumpida por el sonido de su celular sonando.

—Contesta, no hay problema.

Ella sacó el teléfono del pequeño bolso en sus piernas y atendió la llamada. Su rostro palideció un poco y sus ojos se abrieron con sorpresa y susto.

—Hola Alana, ¿Esperabas con ansias mi llamado? —Se oyó del otro lado de la línea con la distintiva voz distorsionada de siempre.

Will supuso de quién se trataba por la reacción de su colega y sin dudar le dijo que ponga en altavoz.

—¿Por qué esperaría la llamada de alguien tan desagradable como tú? Apuesto que tenías más ganas de llamarme que yo recibir tu llamado.

Una risa algo siniestra se oyó por el parlante del teléfono. Con pasos cuidadosos y silenciosos Will tomó el arma que siempre tenía en uno de sus cajones.

Le hizo una seña a Alana para que siguiera hablando con él lo más posible.

—Más que llamarte... Lo que más ansío es tu muerte.

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⏰ Última actualización: Jan 11 ⏰

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