EXTRA 3📚

99 12 43
                                    


"Sane.rizz
Ven a la segunda planta, te espero"

Inosuke abrió sorprendido los ojos al leer aquel mensaje en la pantalla y no tardó en dejar a Zenitsu solo con la parejita de Genya y Muichiro. El pobre de Zenitsu se quedó de mal tercio, ya se compensaría más tarde acompañándolo a comprar mangas en su tienda favorita. Le dio igual sentir la mirada de Zenitsu clavada en su nuca y también le importó un comino que Genya estuviera gritando su nombre. Había estado allí diez minutos parado sin decir una palabra porque no entendía NADA de lo que esos tres estaban hablando. Que si ITZY, que si ENHYPEN... ¿por qué estaban Zenitsu y Muichiro tan obsesionados con esos coreanos? Aunque debía admitir que escuchaba de vez en cuando un grupo llamado TWICE.

Bueno, yendo al grano: iba a ir a ver a su novio-no-novio-aún.

Habían hablado mucho desde la fiesta de pijamas. Se quedaban hasta altas horas de la noche mandándose mensajitos. Sanemi ya había mandado uno que otro mensaje coqueto, pero Inosuke los escribía sin atreverse a enviarlos. Le daba bastante vergüenza, sentía que quedaría como un tonto, o peor aún: un pervertido. Generalmente se la sudaba qué pensara la gente de él, pero con Sanemi era diferente.

Cuando llegó al segundo piso, encontró a Sanemi sentado en las escaleras que daban al tercer piso. Estaba con el teléfono y tenía una bolsa blanca a su lado. Allí sólo estaban ellos dos, era la hora del descanso y todos estaban en el patio grande o en la cafetería.

— ¿Para qué me has llamado? — Rompió el silencio llamando la atención de Sanemi.

— ¿No quieres verme o qué? — Sonrió guardándose el móvil en su bolsillo izquierdo del pantalón. — Te he llamado porque quería comer contigo — dijo con sinceridad viendo como Inosuke se sentaba a su lado.

— Pues come.

— ¿Tú ya has comido?

— Hace rato.

— Entonces... — cogió la bolsa y la abrió mostrándole el contenido — ¿No quieres coger algunos?

— ¿¡Ohagis!? ¡Pues claro que quiero!

Inosuke agarró unos cuantos y comenzó a comerlos. Reconoció desde un inicio que eran hechos por Sanemi, porque estaban muchísimo más buenos que los que su madre compraba. Siempre que iba a la casa de Genya para dormir o para hacer trabajos, se comía los ohagis que Sanemi hacía y guardaba. Y cuando se iba de la casa, siempre recibía mensajes de Genya quejándose de que Sanemi lo estaba regañando porque creía que él era quién se comía los ohagis.

— ¡Que ricos! Hacía tiempo que no los comía — comentó llevándose el segundo ohagi a su boca.

— Es verdad ¿por qué ya casi no vienes a mi casa?

— Me da vergüenza — admitió rodando los ojos.

— No sabía que eran tan vergonzoso — rio.

— Cállate. Y... — se aproximó velozmente al rostro del contrario y le depositó un corto beso en los labios — gracias por los ohagis...

Inosuke evitó cualquier contacto visual, pero Sanemi agarró su mandíbula y le dio un beso más largo que el que le dio él anteriormente. Se separó, pero no tardó en unirse nuevamente. Sanemi empezó a hacer movimientos lentos y cálidos. No quería exceder a Inosuke porque era más que obvio que era su primer beso, sus movimientos era torpes, pero hacía el intento de seguirle el ritmo. Cuando se volvieron a separar, ambos miraron en silencio y se sonrojaron levemente.

— ¿Por qué...? — Preguntó Inosuke sobre saltado.

— Si me vas a besar, hazlo bien — sonrió.

Inosuke noqueó avergonzado a Sanemi mientras este se reía a carcajadas, pero dejó de reír cuando casi se le cae su ohagi de la mano.

— Idiota.

— Vaya, yo también te quiero — se tocó la nuca. — Por cierto, Ino.

— Dime — respondió comiendo el tercer ohagi.

— Habrás estudiado para el examen de hoy¿no? — enarcó una ceja.

Inosuke lo miró y sonrió.

— No.

— Madre mía... menos mal que te dije el sábado que estudiaras — negó con la cabeza.

— Me da un poco de... pereza.

— ¡Ja! Pues esta tarde vas a venir a mi casa, te haré estudiar para la recuperación — metió la mano en la bolsa.

— Sí, claro. Soñar despierto es gratis.

— Tengo que... ir al cuarto de baño — una tercera voz proveniente del piso de arriba cortó el ambiente.

Tanto Inosuke como Sanemi fruncieron el ceño confundidos. ¿Qué hacía alguien ahí en el descanso? Inosuke se volteó en dirección de los sonidos de pasos bajando las escaleras y se sorprendió al ver a Tanjirō algo abrumado. Estaba sonrojado, notablemente nervioso y se abrochaba el cuello de su camisa blanca con desespero.

— ¿Monjiro?— Lo llamó confuso. El nombrado se paró en seco.

— ¿¡Inosuke!? Eh...

— ¿Estás bien?

Tanjirō apretó sus labios.

— ¡Sí! ¡Estoy perfecto!

— Tanjiro ¿con quién hablas? — Tomioka se asomó por las escaleras y maldijo en voz baja al ver a Sanemi y a Inosuke. — Hola.

Tomioka también estaba rojo y sudado, pero su ropa parecía intacta.

— Tanjiro, hay un cuarto de baño en este piso.

— ¡Gracias, Tomioka!

Tanjirō huyó de la escena junto al profesor de Educación Física dejando a los tortolitos un poco impactados.

Inosuke miró a Sanemi y dijo:

— Aquí hay gato encerrado.

Y Sanemi le respondió:

— Y que lo digas.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mensaje [SANEINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora