Capítulo 7.

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-Ten cuidado, ¿vale?-dice mi madre antes de irse.

-Siempre-la digo dándola un beso en la mejilla-. Hasta luego. Intentaré no llegar muy tarde.

Mientras ellas se van, yo me quedo en la mesa, con el móvil, esperándole. Realmente no sé qué estoy haciendo aquí, ni por qué he accedido a quedarme. No lo sé, simplemente tenía la sensación de que debía hacerlo.

-¿Lista?-dice tendiéndome la mano para que se la coja.

-Lista.

No vamos cogidos de la mano ni mucho menos. Simplemente ha sido un acto de caballerosidad, de esos que ya no existen.

-¿A dónde vamos a ir?-pregunto. Odio las sorpresas.

-A un sitio.

-Ah, pensaba que me ibas a llevar a Júpiter o algo.

-Lo puedo intentar, pero creo que en Júpiter no vida.

Nos reímos y hay un pequeño silencio. No es incómodo, pero si no lo digo reviento.

-Oye, con respecto a lo que ha pasado antes... yo...

-No pasa nada. En serio. No es la primera vez que me pasaba. Tú ibas en tu mundo y yo en el mío. Es normal que nos hayamos chocado.

Le sigo. No sé a dónde vamos porque no me da ni una sola pista y me estoy poniendo de los nervios.

Justo cuando iba a replicar para pedirle alguna pista, se para. Se para en frente de un camino alumbrado con farolas pero lleno de tierra a los lados.

-Oliver, yo por ahí no voy a pasar.

-Hazme caso. No te voy a dejar sola ni un segundo. Estas vistas merecen la pena.

Me acerco a él y le cojo de la mano. Necesito sentir que realmente me está protegiendo, que está conmigo. Le miro. Tengo miedo. El cielo está muy oscuro y el camino parece que no tiene final.

Él va primero, para guiarme. De vez en cuando se gira, me mira y sonríe. De algún modo, hace que me sienta tranquila, a salvo.

Hay una vez que casi me caigo, pero él estuvo para sujetarme y no caerme, como la anterior vez que nos tropezamos. "Parece que estás destinada a tropezar y yo a rescatarte", me había dicho.

Cuando llegamos al final del camino, se oye el agua correr, bichos haciendo sonidos.

-Mira al cielo y respira hondo. Te sentirás más en paz que en toda tu vida-me dice mientras él lo hace.

Le hago caso y... Y nunca había sentido lo que acabo de sentir. Una sensación de vacío pero a la vez como si estuviera llena. Como si, aunque todo fuese mal en mi vida, estuviera bien, como si todo estuviese en orden.

Le miro y sonrío. Es raro porque nunca me había sentido tan en paz hasta que le vi. Es como si le conociese de toda la vida, aún sabiendo que no es para nada así.

Miro al río y veo como las pocas luces que hay a lo largo de él, se reflejan en el agua como si ésta fuese un espejo. Aunque, siendo sincera, no es que haya precisamente demasiadas luces.

Oliver se sienta a orillas del río. Me hace una señal para que me siente al lado suya y es lo que hago.

Apoyo la cabeza en su hombro y nos quedamos ahí, en silencio. Viendo el agua bajar al mar, oyendo cómo la pequeña brisa que hay mueve las hojas de las hierbas que hay.

Nos quedamos ahí sentados, apartados del mundo. Respirando.





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Hola holita, fantasmitas.

Quería daros las gracias por seguir leyendo y todas esas cositas.

Espero que os esté gustando :)

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