-¿Cuándo te vas?-dice Oliver cuando estaba a punto de quedarme dormida.
Al final él se ha cruzado de piernas, en modo indio y yo me he tumbado sobre sus piernas.
-Mañana por la tarde.
-¿Eso a qué hora es?
-A la una tengo que estar en el aeropuerto.
Asiente una sola vez con la cabeza y acto seguido resopla.
Me levanto y me sacudo la tierra que tengo por todo el cuerpo.
-Debería irme. Es muy tarde ya.
-Claro, vamos.
-Pero, Oliver, espera-le paro antes de que salga a andar como si estuviera en una maratón de marcha-. No hagas esto más dificil de lo que es, por favor.
-¿Difícil? Ni si quiera sé lo que sientes por mi.
Oh, venga. No me vengas con esas que lo sabes de sobra.
-¿Qué es lo que sé? Dime.
-Oli..
-No, ni Olier ni nada. Esto es imposible y ambos lo sabemos. YO no puedo coger y segurte hasta España y tú no puedes quedarte aquí porque tienes que estudiar.
-¿Cómo sabes que..?
-¿Que estudias? Fácil. Os oí hablar de que quizás cambiabas de turno.
-¿Podremos al menos... hablar por skype? ¿Twitter? ¿Whatsapp? ¿E-mail? ¿Cualquier otra aplicación de mensajería?
-Carol... No creo que sea buena idea.
Le miro. Se le ha quebrado la voz al decirlo, pero tengo la extraña sensación de que lo dice en serio.
-¿Podemos irnos de aquí? Quiero irme al hotel.digo lo más seca posible.
Al ver que Oliver no anda, comienzo a andar yo. Acto seguido siento cómo alguien me rodea la cintura.
-Te vas a perder. No es por ahí.
-Pues guíame. Quiero salir de aquí.
Siento un escalofrío recorrer mi espalda y veo cómo a él se le cambia la cara.
Cuando salimos del camino de tierra, me lleva hasta la zona con más luz que hay, hasta la plaza.
-¿Quieres que te acompañe al hotel?
-No, tranquilo. Sé llegar.
-Estas calles son muy traicioneras de noche. Déjame acompañarte, por favor.
-Está bien.
Vamos andando, en silencio. Sin decir ni una palabra. AL ritmo que vamos tardaremos el doble de lo normal, pero tampoco quiero ir más rápido. Quiero disfrutar de éste último paseo en Roma, aunque no haya acabado tan bien como esperaba.
-Hemos llegado-dice.
-Sí... hemos llegado. Siento que hayas tenido que venir hasta aquí porque ahora tú tienes que volver solo.
-No pasa nada. Mi casa no pilla tan lejos.
Nos quedamos en silencio. Tengo la necesidad de ponerme a llorar incluso estando él delante, pero me trago las lágrimas.
-Supongo que ya no nos volveremos a ver, ¿no?-digo con la voz más normal posible.
-No, no creo. Pero aún así quiero decirte que fue un placer verte y haberte acompañad la última noche en Roma... Aunque no haya acabado muy bien-dice negando con la cabeza.
-Un placer conocerte también, Oliver. Siento que hayas tenido que acompañarme y, probablemente, haberte hecho perder una noche.
-No me has hecho perder nada. Quería enseñarte ese sitio antes de que te fueras y he llegado con el tiempo justo.
Me acerco a él y, ¿por qué no? Le doy un beso en la mejilla, acto seguido le susurro un gracias al oído y me meto en el hotel sin mirar atrás, porque nunca hay que mirar atrás para ver lo que estás dejando.
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Ruinas.
RomanceUn viaje cambiará su vida sin darse cuenta. ¿Alguna vez te has preguntado si las relaciones a distancia son fáciles?