capitulo 1 parte 1 [aquella fatídica noche]

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Capítulo 1: aquella fatídica noche

Las calles me parecen más alegres que de costumbre, el sol esta alto aun, y las madres pasean a rosados y sonrientes bebes en sus coches. Hombres y mujeres jóvenes andan con sus bolsas de ropa nueva como aves de rapiña entre el público dando miraditas asesinas a su contrincante sexual en una danza de orgullo y hormonas inestable. Las parejas de ancianos caminan en silencio del brazo viendo al horizonte, como sabiendo que todo estará bien, y que ya nada puede perturbarlos en su casi acabada espera. Parecen piezas perfectas del mismo rompecabezas, y la única pieza que no encaja, soy yo. Desde mis pestañas a mis zapatos parezco desdichada, y por lo que veo reflejado en la vitrina creo que es cierto. Como por un capricho del mundo, justo este día, todo parece fastuoso a mí alrededor, para recordarme mi propia miseria.

Voy dando lerdos pasos casi a ras de suelo, observando la perfección de la acera. Medito sobre mi futuro, debería ¿esperar ganar la lotería?, ¿huir a las Bahamas?, ¿llamar al hada de los dientes? o ¿buscar otro trabajo?, la última opción parece más plausible, obviamente. Sin embargo, ya he pasado por esto- estar corta de dinero- y se cómo es; entrevista tras entrevista, avisos falsos, correos sin contestar, jefes pervertidos, grasa, quemaduras y malos sueldos. He trabajado como secretaria –el jefe quería que ejecutar algunas labores que no aparecían en el contrato- como reponedora en un supermercado – manos torpes y falta de fuerza, además de un salario que dejaba bastante que desear- ayudante de cocina – demasiado estrés y gritos, suciedad y ampollas en la piel para la paga- mesera, y asistente de anden en el tren subterráneo.

-necesito conseguir dinero rápido o perderé el semestre- murmure para mí con dientes y puños apretados.

Horas después la campanilla de la puerta del café me forzó a salir del pozo de autocompasión que había construido en los últimos minutos, obligándome a poner mi mejor sonrisa al desconocido.

-hola.

- buenas tardes, ¿Qué desea el día de hoy?

-esa es una pregunta muy... abierta, señorita- dijo el hombre de voz profunda, logrando inmediatamente que reparara en él. Sus ojos casi tan cafés como los míos me observan burlones, y se ve bastante pálido y desaliñado como para llevar un traje, aunque supongo que a esta hora es de esperarse.

-lo lamento, tiene usted razón, ¿Qué desea consumir del menú?- continúe amable, a pesar de que mis famosos nervios están a poco de crisparse y retorcerse tras mi ojo izquierdo. Dos minutos más y cobraría vida propia con ayuda de un inquietante tic.

-deseo algo que no está en el menú, Mailen- dijo viéndome fijamente. Claro, el nombre en mi delantal.

-es una lástima, si decide escoger algo que tengamos infórmeme- conteste intentando parecer preparada para cualquier respuesta, antes de darme la vuelta e inclinarme para recoger una cuchara que se puso en mi camino.

-en ese caso la quiero a usted.

- ¿eh?- dije volteándome casi agresivamente, había perdido completamente el control de mi saltón ojo izquierdo.

-ha dicho que la informe si decido tomar algo de este- dijo mirando despectivamente mi lugar de trabajo- local, y yo le he dicho que deseo tomarla a usted, ¿Qué es lo que no ha entendido? podría explicárselo de una forma mucho más – su lengua saborea con velocidad su labio inferior antes de continuar- didáctica.

-he dicho que escogiera algo del menú, y lamentablemente para usted los humanos no estamos dentro del menú. No sé si me entiende, pero eso no es legal, además, me ha sacado de contexto señor.

-que graciosa, no quisiera comérmela, aunque no parece del todo una mala idea- oh dios, que horror, ¿Dónde rayos se ha metido livy? Mi turno ha terminado hace diez minutos- pero, temo que he podido expresarme mal, y le pido perdón por parecer un acosador, la verdad es que quiero hacerle una propuesta.

- y yo no quiero oírla, si no va a consumir algo del menú debo pedirle a usted que se retire por favor.

-joder Mailen, ¿Cómo es que aguantas tanta formalidad, y encima en un lugar como este?

-señor debe usted retirarse, o habré de tomar medidas- continué solemnemente, aun si mi rostro completo enloquecía, mis palabras debían continuar impasibles, he atravesado por situaciones como esta demasiadas veces para caer ahora. Lo que no me espere fue que el tipejo me empujara contra una de las mesas vacías e intentara meterme mano.

Nunca tome clases de defensa personal, pero si algo se hacer bien en este mundo es salvar mi culo de situaciones "especiales", generalmente me valgo de las palabras, siempre me ha parecido civilizado y de este siglo, pero algunas veces la salvaje en mi escapa de la jaula y se las daba de heroína, como hora.

Comienzoa creer que el universo entero conspira en mi contra

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