Había quedado totalmente confundido al ver el rostro de la chica castaña que me había abofeteado el domingo pasado. Parecía totalmente devastada.
Comencé a pasear mi mirada por toda la multitud, con el propósito de encontrar aquella cabellera castaña. Era peligroso que una chica anduviera sola por aquellos callejones, esta zona estaba plagada de drogadictos.
Supe que algo malo había pasado en el momento en que vi a aquella chica rubia que siempre estaba con la novia de Jake gritando desesperada un nombre. Se notaba que estaba muy preocupada, sus ojos se movían sin parar, buscando a la misma chica que yo.
- ¡Clary! – Gritaba la rubia una y otra vez.
Clary. Ese era el nombre de la chica.
Les dije a mis amigos que iba a buscar un trago, intentando sonar lo más casual posible para que ninguno de ellos sospechara. Tenía que encontrar a Clary, algo me decía que algo malo iba a pasar, tenía ese presentimiento.
Tomé la dirección en la que Clary había huido, apartando a todos los que me dificultaban el paso mediante empujones. No tenía ni idea de que podía hacer para encontrarla entre tanta gente, era casi imposible, había muchas chicas morenas a las que confundí más de una vez con la chica que buscaba.
A medida que más me alejaba de la multitud, más imposible se me hacía encontrarla. Parecía que se había esfumado, era imposible que en tan poco tiempo hubiese llegado tan lejos. Todo a mí alrededor estaba desierto, y el silencio se había adueñado de aquella noche de Abril.
Cuando estaba a punto de abandonar aquella zona de callejones, un grito hizo saltar todas mis alarmas.
Era ella, estaba seguro. Algo iba mal.
Comencé a correr lo más rápido que mis piernas me permitían, siguiendo el sonido de los gritos que cada vez eran más fuertes. Mi respiración estaba acelerada y mi corazón latía a mil por hora; podía notar la adrenalina invadiendo cada parte de mi cuerpo.
Todo aquello parecía un jodido laberinto, un callejón llevaba a otro, y este a otro más, y así sucesivamente. No había manera de encontrarla.
Doblé otra esquina, decidido a lograr mi propósito. Y allí estaba.
Dos hombres estaban intentando sobrepasarse con ella. Clary se encontraba tirada en el suelo, golpeada y bastante ida. El hombre más fuerte la tenía sujeta de los brazos, imposibilitándola defenderse, mientras que el otro individuo, más flacucho que el primero, intentaba deshacerse de los jeans de la pobre chica, que pataleaba y lloraba intentando deshacerse de sus agresores.
El hombre flacucho, harto ya de los intentos de liberarse de la chica, la golpeó fuertemente en la mejilla, provocándola un grito de dolor acompañado de sollozos.
Imágenes de mi padre maltratando a mi madre llenaron mi mente; los gritos, los golpes, las lágrimas. Todo.
Una profunda ira creció dentro de mí. Mis puños se cerraron fuertemente a mis costados; ningún hombre iba a maltratar a una mujer delante de mí, no lo permitiría, y más siendo esa inocente chica. Puede que hubiera sido demasiado grosero con Clary, pero yo sabía que no era más que una chica que intentaba encajar, ella no era como las otras chicas que rondaban estos lugares.
Sin que yo lo ordenase, mis piernas caminaron a toda velocidad hacia los dos desgraciados que se estaban aprovechando de Clary. Mis manos se cerraron fuertemente entorno a los hombros del hombre flacucho que intentaba deshacerse de los jeans y tiré fuertemente de él hacia atrás, tumbándole en suelo con un sonoro golpe.
Me senté sobre él y comencé a propinarle puñetazos como si no hubiese un mañana. La ira se había apoderado de mí, ya no era consciente de lo que hacía, pero tampoco me importaba demasiado, aquel malnacido se lo merecía.