—¿Está con vida?
El oficial de policía habló, alzando la capucha de su capa para cubrirse la cabeza. Le acompañaban el sonido de las sirenas de las patrullas, las cintas amarillas que rodeaban el perímetro, las gotas de lluvia y el agua aparentemente imperturbable de ese lago.
—No. —un sonido grave emergió de su garganta— Solo uno sobrevivió, pero la contusión es grave.
El puente destruido arriba de ellos y ese auto cundido de agua y algas era prueba suficiente de la catástrofe. El perito cubrió con su mano su boca al ver el aspecto del cadáver tendido en el suelo mientras lo tapaba con la manta blanca. Al alejarse, su vista se dirigió al otro sobre la camilla que era introducido en la ambulancia.
—Los accidentes aumentan cada vez. Es frustrante ver cómo terminan las personas que no tienen cuidado. —el perito elevó su vista. Al ver el puente y la posible dirección del auto, frunció el ceño.
—Pudieron haber perdido el control por la lluvia. Las calles son resbalosas, más en una curva tan arriesgada.
El oficial alternó sus ojos de él hacia la ambulancia que tomó camino.
—Lo curioso, Swam, es que el accidente no ocurrió mientras llovía, venimos tan pronto como nos notificaron, el cielo estaba despejado hasta hace unos minutos, antes de que vinieras.
Swam guardó silencio por un momento, analizando las palabras de su compañero.
—Tal vez manejaba en estado de ebriedad.
—Es posible. En todo caso, debemos reportarlo y asegurarnos de que ese joven se recupere, de esa forma podremos investigar qué pasó exactamente. Si sobrevive y termina con secuelas, habrá intervención psicológica. Para ambas partes, el herido y los familiares del occiso.
—Si a mí me revuelve el estómago, no me imagino cómo será para ellos. —Swam frotó su sien.
El perito, tratando de no pensar en lo que acaba de presenciar, se dedicó a anotar los datos en la pequeña libreta que sostenía en su mano: 18 de diciembre, 1984. 11:42 de la noche. Un occiso y otro herido de gravedad. Guardó el bolígrafo al mismo tiempo en que le echaba un ojo a la escena por última vez. Recordando la marca violácea que vio en una de las muñecas del cadáver, esa que le pareció fuera de lugar.
Cuando despejaron la zona, fueron los golpes de las gotas en la tierra lo único que quedó. Como si la lluvia fuera un mal presagio.
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CABELLOS NEGROS - Libro 1 ©
Mystery / ThrillerEsas pastillas podrían acabar con el vacío que ha sentido por los últimos años. Su cerebro está perdido, quiere algo diferente, venganza, odiar, ejecutar... Está cansado, triste, vacío, tal como un cadáver vivo que necesita soñar. No conoce el amor...