El rescate

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UN SEGUNDO RUIDO ME HIZO VOLVER EN MÍ. ¡OH NO, REGRESÓ EL PERRO! ATERRADA, DISTINGUÍ UNA

SOMBRA, PERO ERA DEMASIADO GRANDE PARA SER DE UN PERRO. ENFOQUÉ MEJOR, ¡ERA UNA PERSONA!

-¡AYÚDEME, AYÚDEME, POR FAVOR!- LE GRITÉ.

-¿QUÉ TE PASÓ?- EL HOMBRE SE ACERCÓ.

- NO SÉ, ME CAÍ DEL TREN, NO TENGO MANOS Y TAMBIÉN PERDÍ MIS PIERNAS, AYÚDEME, POR FAVOR.

ME MIRÓ ASUSTADO, NO HABÍA NOTADO MI GRAVEDAD.

-NO TE MUEVAS, YO VOY A BUSCAR AYUDA- DIJO Y SE ALEJÓ.

POR PRIMERA VEZ PUDE RESPIRAR MÁS TRANQUILA. ME VOLVÍ A ACOSTAR, ESPERANDO QUE ESA PERSONA

PUDIERA CONSEGUIRME AUXILIO.

PERO NADIE VENÍA Y COMENCÉ A PERDER LAS ESPERANZAS. ¿QUÉ VOY HACER AHORA? LAS FUERZAS ME

ABANDONABAN. INCLUSO INTENTÉ GRITAR DE NUEVO, PERO NO ME SALIÓ LA VOZ. NO QUERÍA PERDER LA

FE, DEBÍA CONFIAR EN QUE ESA PERSONA ME SALVARÍA. ¿O TAL VEZ ESO TAMBIÉN HABÍA SIDO UN SUEÑO?

NUEVAMENTE COMENZABA A DIVAGAR.

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COMO CASI TODAS LAS NOCHES, RICARDO MORALES HABÍA SALIDO A FUMARSE UN CIGARRO AL LADO

AFUERA DE SU CASA, DISTANTE A UNOS VEINTE METROS DEL LUGAR DONDE YACÍA DANIELA. ¡QUÉ

CALUROSO HABÍA SIDO ESE 30 DE OCTUBRE! SU TRABAJO, CONSISTENTE EN CUIDAR Y MANTENER TODO EN

ORDEN EN EL FUNDO DE SU PATRÓN, LO HACÍA AGRADECER QUE HUBIESE ANOCHECIDO. DENTRO DE SU

CASA, SIN EMBARGO, EL CORRETEO DE LOS NIÑOS PARECÍA AUMENTAR LA TEMPERATURA.

-VOY A DAR UNA VUELTA- DIJO A SU SEÑORA.

LA NOCHE, OSCURA Y TRANQUILA, LE SERVÍA PARA RELAJARSE Y MEDITAR SOBRE LAS DISTINTAS COSAS

VIVIDAS DURANTE EL DÍA. DE PRONTO ESCUCHÓ QUE SE ACERCABA UN TREN PERO, ACOSTUMBRADO AL

TRAQUETEO, SÓLO DIO UNOS PASOS ATRÁS. ERA UN TREN MÁS BULLICIOSO QUE DE COSTUMBRE, Y DESDE

SU INTERIOR SE ESCUCHABAN RISAS, MÚSICA Y VOCES DE JÓVENES. POR ALGUNOS SEGUNDOS RICARDO SE

CONECTÓ CON SUS VIDAS. ¿A DÓNDE IRÍAN? ERA EVIDENTE QUE LO ESTABAN PASANDO BIEN, OJALÁ

TUVIESEN UN BUEN VIAJE. EL TREN SE ALEJÓ, VOLVIÓ EL SILENCIO RICARDO SE CONCENTRÓ NUEVAMENTE

EN SU CIGARRILLO.

UN RUIDO QUEBRÓ SU ENSIMISMAMIENTO. AGUDIZÓ EL OÍDO PERO NO ESCUCHÓ NADA; SEGURAMENTE LO

HABÍA IMAGINADO. IBA A CONTINUAR SU CAMINO CUANDO NUEVAMENTE OYÓ ALGO Y AHORA PUDO

RECONOCER LA VOZ DE UNA PERSONA. VENÍA DESDE SU DERECHA, ASÍ QUE SE DIRIGIÓ HACIA ALLÁ. DIVISÓ

UN BULTO EN LA MITAD DE LOS RIELES. AL ACERCARSE SE PERCATÓ DE QUE ERA UNA PERSONA QUE, ENTRE

GRITOS Y LLANTO, PEDÍA AYUDA.

MORALES DUDÓ EN SEGUIR AVANZANDO, PODÍA SER UNA TRAMPA. ¿Y SI QUIEREN ASALTARME? HABÍA

ESCUCHADO HISTORIAS ASÍ. PENSÓ RETROCEDER, PERO ALGO EN SU INTERIOR LO INSTÓ A SEGUIR

AVANZANDO. LA PERSONA SE HABÍA PERCATADO DE SU PRESENCIA.

-¡AYÚDEME, AYÚDEME POR FAVOR! PERDÍ MIS MANOS Y MIS PIERNAS, POR FAVOR AYÚDEME- DIJO LA QUE

AHORA RECONOCÍA COMO UNA MUJER JOVEN.

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