Ida

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Momento cero, sin viento, ni foco. Árboles en pausa, mi cuerpo y todo. Observo, de extremo a extremo. Algo precipitado y con miedo... nada, nada hallo. <¡Nada hallé! ¿Acaso... sola estaré? ¿Dónde me encuentro y... cómo llegué? ¿Acaso alguien... acaso nadie?> Miré el reloj y por sorpresa, marcaba las 00:00. Con desesperación noto algo extraño. Me agacho, miro y las raíces, hojas y ramas me iban envolviendo. Con desesperación, vuelvo y subo la mirada. Miro a todos lados, pego un gruñido y la voz no salió. Me toco la garganta... <¿Cómo puede ser que ni un sonido? ¿Cómo puede ser que ni el suspiro?> Vuelvo a mirar el reloj, pues mi corazón latía ajorado. Cada vez las hojas me envolvían y el tiempo corría. Decía las 1:35, luego treinta y seis, treinta y siete, treinta y ocho; en menos de un segundo. Todo mi cuerpo se estremecía, no sabía que sucedía. La cabeza pesada, daba vueltas y recalcaba. <Te quedas y te comen, te quedas y te comen.> A eso, con ajoro recalcaba: <Es que no sé a dónde ir, no sé... no sé.> <¡A su Norte, a su punto motivante!>, respondía. <Pero, ¿y si me quedo, vivo?>. En respuesta, <Vivirá pero un ave no puede ser árbol como un árbol no puede ser mar.> <¿Por qué lo dice? ¡Conteste! ¿Por qué lo dice? ¡Responde!> Nunca contestó, la mente... vaciló.

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