Eran las seis del mediodía y James me llamó. Me dijo que quería verme en media hora. Me puse mis shorts vaqueros, una camiseta de tirantes negra y unas zapatillas de tela. Me recogí el pelo para que no me molestara y salí de casa. Dando un paseo llegué hasta el local de mi padre, después de caminar unos quince minutos.
Entré por detrás ya que aún no había abierto. Me encontré Raúl, un estúpido. Se había metido aquí porque le gustaba ganar dinero sin tener que utilizar el cerebro demasiado, claro, eso es algo que a él no se le da bien. A veces me pregunto de dónde sacará mi padre tanto imbécil, aunque teniendo en cuenta lo que hacemos tampoco espero a gente decente, esos acaban muriendo rápido.
Pasé de largo al pasar enfrente de él, me siguió con la mirada, pero yo seguí en dirección al despacho de mi padre. En la puerta como siempre estaba Marcus. Yo le ignoré y pasé sin llamar a la puerta. Al abrir completamente la puerta me encontré a mi padre disfrutando con Anastasia. Pobre chiquilla, la secuestraron hace unos meses y la obligan a trabajar en el local alegrando a los clientes, creo que sobran más explicaciones.
-Anastasia, sal - le ordené y ella salió, creo que en realidad hasta me lo agradecía. Sé que ella no estaba allí por su propia voluntad.
Cuando nos quedamos mi padre y yo a solas le miré indiferente esperando a que dijese por qué había llamado.
-Laura, debes encargarte de Adam, ese capullo se ha ido robándome muchísimo dinero.
Suspiré y asentí. Adam es uno de los socios de mi padre, que al parecer no era muy de fiar pero aun así, conozco a Adam desde hace mucho y no me gusta matar conocidos. Pero simplemente si quería vivir debía seguir las ordenes de James. Mi vida es así: cumples con las ordenes que te dan y tendrás una importante recompensa. De lo contrario preferirás mil veces la cárcel a lo que te harán.
Salí del local y me dirigí a mi casa a por una mochila con todo lo que necesitaba porque sé que tengo que recuperar el dinero antes de matarle y esa era la parte complicada. Cogí mi moto y me fui al apartamento de Adam, no le habría dado tiempo a huir. Entré y rebusqué por toda la casa hasta que lo encontré recogiendo sus cosas de su habitación.
Tomé en silencio un jarrón bastante duro y le golpeé con él en la cabeza. Entonces mientras estaba inconsciente lo até en una silla, algo complicado ya que era muy alto y fuerte, pero con algo de esfuerzo lo conseguí y me senté en su cama a esperar que se despierte. Me sentí fatal haciendo eso, aunque ya no me mata la culpa, sigue sin gustarme hacer sufrir a la gente. Además la gran mayoría eran buenas personas que tuvieron malas elecciones y estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. Después de un buen rato por fin despertó. En ese momento me pude en pie.
-Sabes muy bien lo que quiero y que acabarás muerto tarde o temprano, pero puedo terminar rápido si me das lo que necesito.
-Laura, me conoces - sonrió - conmigo no será tan fácil.
-Lo siento, sabes que no voy a parar...
Saqué la pistola de la mochila y le quité el seguro. Le miré un momento mientras le ponía un silenciador a mi arma. Disparé y una bala atravesó la pierna de Adam, aun con silenciador el sonido de la pistola se escuchó por todo su apartamento.
-Piénsalo, sabes que me tomo mi tiempo hasta que acabo, tendrás una muerte muy dolorosa.
-Lo sé. Pero, ¿que más da? Moriré igual - dijo tranquilamente sonriendo sin fuerzas.
Sé que es fuerte, pero yo soy paciente. Cogí una vela y un mechero de la mochila. Encendí la vela y me acerqué a Adam agarrándole del pelo. Acaricié su cara con la llama de la vela muy lentamente mientras el cerraba los ojos con fuerza, pero no emitía ningún sonido. Su cara estaba bastante quemada y su pierna sangraba pero él seguía en silencio mirándome a los ojos.
-Sabes que no te lo diré. Ahorrate tiempo y matame ya.
-James quiere su dinero y si se entera de que lo hice rápido y no tengo el dinero estoy muerta...
Al ver que no me daba respuestas, supe que no conseguiría nada, y empecé a buscar por su casa examinando cada rincón de esta. Llegué al baño y allí me fijé en que una baldosa estaba suelta, que truco más viejo. Tantos años con nosotros y aún no sabe esconder las cosas bien. Me acerqué a la baldosa y la levanté con suavidad y ahí estaba el dinero y algunas joyas. Comprobé que son auténticos y al ver que si lo son fui a ver a Adam.
Había conseguido desatarse pero su pierna no le permitió avanzar más de un par de metros.
-Ya lo encontré. Acabé mi trabajo aquí - esas fueron las últimas palabras que él escucharía.
Eché gasolina por todo el apartamento, que, para mi suerte no era muy grande y al salir volví a encender la vela y la tiré dentro. Salí corriendo de allí hasta llegar a mi moto y alejarme. Llegué al local que ya estaba abierto. Eran las doce de la noche ya. Al entrar vi a las chicas que hacían muy bien su trabajo. Las pobres ya saben que les pasará si no es así. Me dirigí al despacho de mi padre y le deje el dinero y las joyas. El sonrió al ver que estaba todo y de su cajón sacó un montón bastante grande de billetes que me entregó.
-Él murió y su casa ardió, por si querías saberlo - dije justo antes de salir y volver a mi casa.
Esta es mi horrible rutina.