✧・゚: "El que vive de ilusiones muere de realidades." :・゚✧
Mi nombre era Hana. Tenía una vida normal, sueños comunes, una rutina predecible... hasta que todo cambió. Un accidente me arrancó de mi mundo y me arrojó a otro que solo conocía a través de...
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Sakura llegó al borde del pueblo al atardecer. La luz del sol teñía de naranja las casas de madera y los tejados cubiertos de tejas. No era un lugar especialmente grande, pero tenía algo rústico que lo hacía parecer acogedor, aunque también un tanto aislado.
Los caminos eran de tierra, y los habitantes del lugar se movían con paso lento, como si no tuvieran prisa en absoluto. A lo lejos, algunos niños jugaban cerca de una fuente en la plaza central, mientras que un par de mujeres conversaban cerca de una tienda de comestibles.
Sakura observó el lugar con cautela, tomando nota de cada pequeño detalle. La paz que se respiraba era casi engañosa. El silencio era profundo, como si nada perturbara realmente la vida de sus habitantes. Sin embargo, Sakura sabía que no podía confiar en las apariencias. Algo no estaba bien, pero no sabía qué era aún.
Caminó hacia una pequeña posada en la esquina de la plaza, donde un letrero que colgaba de una viga anunciaba "Alojamiento y comida". No tenía idea de lo que le depararía ese lugar, pero necesitaba descansar, y la noche ya estaba cayendo.
Antes de entrar, Sakura se detuvo frente a la puerta. Miró alrededor, asegurándose de que nadie la observara. Luego, con un rápido movimiento, se quitó la bandana ninja que llevaba en su frente, la cual mostraba el símbolo de Konoha. Con una mirada fría, la enrolló cuidadosamente y la guardó en su bolsillo. No podía permitir que alguien la reconociera. No con la vida que había dejado atrás. Cualquier señal que delatara su pasado podría atraer demasiada atención, y eso era lo último que quería.
Al entrar, fue recibida por una mujer mayor, que la miró con curiosidad. Era una mujer robusta, con el cabello recogido en un moño desordenado y un delantal manchado de harina.
—¿Buscas alojamiento, joven? —preguntó la mujer con una sonrisa cautelosa, pero no amigable.
—Sí, por favor. —Sakura no tenía tiempo que perder, pero no podía evitar sentir que la mujer la observaba con una mirada algo escéptica.
La mujer la analizó unos momentos, como si estuviera decidiendo si la dejaba pasar o no.
—¿De dónde vienes? —preguntó después, su tono ahora más inquisitivo.
Sakura vaciló por un momento, evaluando qué respuesta dar. No podía decir la verdad, no con la gente de ese pueblo. Tampoco podía inventar algo demasiado extravagante. Entonces, se le ocurrió una historia simple.
—Vengo de un pueblo cercano. Mi... mi grupo fue atacado por bandidos. Me separaron de ellos. —Sakura guardó las manos en los bolsillos y miró al suelo, tratando de parecer lo más natural posible.
La mujer la miró por un instante, como si estuviera buscando señales de que mentía. Después de un largo silencio, la mujer asintió lentamente.
—Está bien. Te puedo dar una habitación para la noche. No tenemos mucho lujo, pero al menos podrás descansar.