✧・゚: "El que vive de ilusiones muere de realidades." :・゚✧
Mi nombre era Hana. Tenía una vida normal, sueños comunes, una rutina predecible... hasta que todo cambió. Un accidente me arrancó de mi mundo y me arrojó a otro que solo conocía a través de...
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Sakura despertó de golpe, los ruidos de afuera sacudiéndola de su sueño. Estruendos retumbaban a lo lejos, y un resplandor naranja se filtraba a través de la ventana. No era solo el sonido de una tormenta; había algo más. El aire estaba cargado, y la luz del fuego iluminaba todo a su paso.
Corrió hacia la ventana, y vio una columna de humo levantándose en la distancia, el fuego iluminando el cielo. La gente corría a sus casas, cerrando puertas y ventanas con rapidez, como si estuvieran huyendo de algo más que un simple incendio.
Sakura no entendía qué estaba pasando, pero no podía quedarse ahí. Se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta. Antes de que pudiera abrirla, la voz de la anciana Mara la detuvo.
—Sakura, no salgas —dijo con firmeza, pero con un dejo de preocupación en su voz—. Es peligroso. Esto pasa casi todas las noches. No te preocupes, ya se irán pronto.
Pero Sakura no iba a quedarse encerrada. Su mente ya estaba en movimiento, y no podía simplemente quedarse mirando desde dentro mientras todo se desmoronaba. Ya había tomado su decisión.
—No voy a quedarme aquí, no puedo —dijo con determinación, sin dudar un segundo más.
La anciana intentó detenerla, pero no hubo tiempo. Sakura abrió la puerta y salió de la casa. El aire estaba denso, como si el peligro ya estuviera cerca. Caminó con rapidez hacia el lugar donde las figuras se encontraban, y cuando llegó, vio a los dos hombres de pie frente a ella. Sus túnicas negras ondeaban ligeramente con la brisa, y el extraño símbolo en sus ropas parecía brillar bajo la luz del fuego.
Antes de enfrentarlos, Sakura se detuvo un momento. En un movimiento rápido, se colocó la bandana ninja en la frente, como una medida precautoria. “Si me ven con esto, tal vez se asusten, o al menos me respeten un poco más", pensó, con una mezcla de instinto y desconfianza. Lo que no esperaba era que esa simple acción llamara la atención de los dos hombres.
Ambos miraron fijamente la bandana de Sakura. El hombre que estaba a la derecha, el más joven, no pudo evitar sonreír con desdén, mientras que el otro, el que llevaba una máscara naranja, simplemente la observó con una calma inquietante. Ninguno dijo nada al principio, pero el impacto de ese simple gesto fue inmediato.
Sakura no dudó en alzar la voz.
—¡¿Qué están haciendo?! —gritó, su tono firme pero desafiante.
El hombre que estaba a la derecha, el que parecía más joven, la miró de arriba abajo, esbozando una sonrisa burlona, casi de desdén.
—¿De verdad crees que puedes detenernos? —dijo con una voz llena de sarcasmo—. Mira lo que llevas puesto, ¿crees que te va a salvar esa ropa de niña perdida?
La burla caló hondo en Sakura, y por un momento, algo en su interior se quebró. El dolor de ser juzgada, de ser vista como débil por alguien que no la conocía, la hizo hervir de rabia. No podía creer que le estuviera diciendo eso, y aún menos con esa sonrisa tan cruel.