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Jason Todd
La noche de Gotham caía como un manto pesado sobre la ciudad, con su usual mezcla de neón parpadeante y tinieblas devoradoras. En un apartamento discreto pero estratégicamente bien ubicado —ni demasiado cerca del bullicio criminal ni tan lejos como para no estar alerta—, Jason Todd colgaba su chaqueta de cuero en el respaldo de una silla. Había regresado de otra patrulla nocturna, aún con la adrenalina corriendo por sus venas y los nudillos con rastros de haber golpeado algún cráneo desafortunado. Desde la cocina, su pareja lo observaba con una sonrisa entretenida, removiendo distraídamente un vaso con whiskey. Jason alzó una ceja, sintiendo que algo tramaba.
—¿Qué? —gruñó con su voz rasposa, caminando hacia ella.
—Nada. Bueno, en realidad... sí. Tengo una sorpresa para ti— la mirada de Jason se entrecerró. Había aprendido a no confiar en la palabra "sorpresa" sin antes evaluar todas las posibles trampas implícitas.
—Si es otra funda para mis pistolas, juro que te besaré hasta dejarte sin aliento—
—No, esta vez es algo más... permanente— la forma en que lo dijo, con un destello juguetón en los ojos, lo puso aún más alerta. Jason se apoyó en la encimera con los brazos cruzados, esperando —Mira, sé que podría haberlo consultado contigo primero, pero pensé que sería una buena idea. Algo simbólico—
Jason gruñó bajo, ya imaginando todo tipo de locuras —Sigue hablando antes de que mi mente se vaya a lugares muy oscuros—
—Me tatué tu nombre— El silencio que siguió fue espeso, cargado de electricidad. Jason pestañeó, procesando la información como si se tratara de un golpe sorpresa en medio de una pelea.
—¿Qué?—
—Me tatué tu nombre— repitió.
—¿Dónde?— Su pareja mordió su labio inferior y bajó la mirada un instante antes de responder con un susurro travieso.
—En un lugar... privado—
Jason parpadeó otra vez. Dos veces. Luego, frunció el ceño y se frotó la cara con una mano, arrastrando los dedos por su cabello desordenado.
—Espera. Espera, espera. ¿Me estás diciendo que fuiste a un tatuador, te bajaste la ropa interior y le pediste que escribiera mi maldito nombre ahí abajo?— Su pareja soltó una risita culpable, como si todo el peso de la situación apenas estuviera cayendo sobre ella.
—Bueno... sí. Pero no mires así, lo pensé bien. Es como... un símbolo de nuestro vínculo—
Jason dejó caer la cabeza hacia atrás y exhaló un largo suspiro, mezclado entre incredulidad y una risa ahogada. Luego la miró de nuevo, con los ojos brillando con algo entre fascinación y desesperación.
