Capitulo 4 - Última oportunidad

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Habían pasado dos días desde que hablé con mi hermana. Tuve todo el fin de semana para pensar, planear y volver a pensar lo que iba a hacer. Era lunes y como cada lunes tenía que ir a trabajar.

Llegué a las 8:35 esperando encontrar a Ashley sentada en un taburete, esperándome, pero ella no estaba allí. Una parte de mi se imaginaba que no vendría a desayunar a la cafetería porque no quería encontrarse conmigo a solas.

Me senté en un taburete y esperé pacientemente la llegada de los demás trabajadores, todos llegaron, todos menos ella...

Como siempre a las 9:00 abrimos la puerta y los clientes empezaron a llegar pero Ashley seguía sin aparecer.

¿Significaba eso que ya era tarde? ¿La había perdido?

Me cansé de esperarla y decidí preguntar a los demás trabajadores, si sabían algo de ella. Me acerqué a la barra donde estaba Adam.

- Adam ¿Sabes porque Ashley no ha venido a trabajar? - El chico estaba limpiando la barra con un trapo.

- Si, ha llamado esta mañana y ha dicho que dejaba el trabajo - Me senté en un taburete y me llevé una mano a la boca.

- ¿Ha dicho el porqué?

- Me ha dicho que era por un motivo personal. Por la voz parecía que estaba hecha polvo.

Estaba tan afectada como lo había estado yo hace unos días, lo que significaba que sentía algo por mí, tal y como me había dicho mi hermanita.

Me levanté del taburete y volví a ponerme a trabajar pero estaba tan distraído y preocupado por Ashley que me equivoqué varias veces a la hora de servir y con los pedidos, también se me cayeron algunos vasos al suelo. Mis compañeros empezaron a preocuparse por mí al ver la torpeza con la que trabajaba hoy.

¡Por fin había llegado la noche!

Me peine, dejando mi pelo bien peinado pero dejando mi toqué rebelde. Me vestí con mis mejores tejanos y una camiseta de cuadros gris y blanco, algo parecido a lo que llevaba en nuestra primera cita. Mil recuerdos se pasearon por mi cabeza al recordar aquel día...

Por último me coloqué mis converse negras. Cogí un poco de dinero, mi móvil y mis llaves. Esperaba que las cosas salieran bien.

Decidí ir caminando hasta su casa, y antes de llegar paré en una floristería para comprarle un ramo; Tal y como hice en nuestra primera cita. Quería volver a conquistarla, quería demostrarle que no era como su ex novio y que yo no le haría daño nunca.

Estaba nervioso, tanto, que tuve que sentarme en uno de los columpios que había en el parque cercano al piso de Ashley. Saqué el móvil de mi bolsillo y llamé a mi hermano Riker; sabía que no solo me contestaría él, ya que hoy había una reunión familiar, lo que significaba que todos mis hermanos estarían allí.

- Hola hermanito - Me respondió Riker.

- Hey ¿Cómo va la cena?

-Va bien - Escuché voces a través del aparato. - Espera, que pongo el móvil en manos libres.

- ¿Qué tal, Ross? - Reconocí la voz de Ratliff - ¿Ya estás con tu Julieta?

-La verdad es que no, estoy muy nervioso - Reconocí.

- Ross, ves a por todas - Ahora era Rydel la que tenía el móvil.

- Se su Romeo - Chilló Rocky.

- Oye devolverme el móvil - Se quejó Riker - Ross, ánimo. Eres un buen partido y seguramente ella también lo será. ¡Arriésgate hermanito! - De fondo se empezaron a escuchar aplausos.

-Riker me has emocionado con tus palabras- Escuché a Ryland.

-Voy a llorar. - A pesar de no poder verlos me podía imaginar los gestos que hacían en aquellos momentos. Me reí. Si, esa gente era mi familia.

-Os dejo. Disfrutar de la cena. - Me despedí.

-Adiossss - Dijeron todos a la vez. Colgaron el teléfono. Mis hermanos estaban completamente locos, los adoraba. Me hicieron reír, justo lo que necesitaba para quitarme los nervios de encima.

Volví a ponerme en camino a su portal. Me sudaban las manos, me seque el sudor en los pantalones y piqué al timbre. A través del interfono pude escuchar su melodiosa voz. La había echado tanto de menos...

-¿Quién es? - Preguntó ella.

-Soy Ross y he venido para hablar contigo.

-Ross no creo que... - La interrumpí.

-Solo respóndeme a una pregunta - Le pedí - ¿Quieres volver a quedar conmigo? Te prometo que mañana volveremos a hacerlo.

La única respuesta que recibí fue su risa. Había escogido esa frase a posta; esa frase estuvo presente en cada una de las citas que tuvimos. Para nosotros era como una promesa, una promesa de que volveríamos a pasarlo igual de bien, que volveríamos a mirar las estrellas juntos, que pasearíamos por la playa... Una promesa de que volveríamos a disfrutar juntos. Un para siempre.

Los minutos pasaban y ella seguía sin contestar, cosa que hacía que mis nervios aumentaran.

- Espérame. Dame 5 minutos.

Sonreí. Tenía la oportunidad de arreglar las cosas y esta vez haría lo que fuera por mantenerla a mi lado, aun qué significara esperar una vida entera, si eso significaba que podría pasar el resto de las tardes y noches a su lado. La quería y sabía que ella a mi también y eso, de momento, me bastaba.

Do it againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora