I

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Cuando nací estaba destinada a tener una buena vida, como cualquier otra persona, pero mi vida y la de todos fue arruinada por algo que hasta nuestros días nos sigue aterrando, no sé cuando ni como podremos salir de esta, no sé si será hasta que nos maten a todos, o hasta que alguien los mate primero.
Mis padres fueron asesinados cuando yo era sólo una pequeña niña, los androides atacaron la ciudad donde yo vivía, habrías tú de imaginarte la tristeza que me invadió aquel día, y que aún sigue latente en mi corazón, un dolor que aún no había aprendido a callar. Yo sobreviví, no sé como pero afortunadamente fui encontrada por otros sobrevivientes quienes me llevaron a un albergue. Esta es mi historia, o más bien nuestra historia, la historia de Trunks, Gohan y yo, el chico que salvó mi vida y la de todas las personas.

Todavía recuerdo claramente aquel día en el que me encontraba recogiendo semillas en una montaña, las llevaría con el grupo de personas con las que vivía. No teníamos casa, sólo nos movíamos por doquier ocultándonos en los restos de las ciudades destruidas, robando alimentos y lo que necesitásemos para sobrevivir, así como la mayoría de todos en el mundo. A veces íbamos a ciudades habitadas y que estaban a salvo pero como no teníamos dinero no podíamos comprar nada, tan sólo nos limitábamos a admirar y a disfrutar un poco de la poca tranquilidad que aún pintaba el mundo. Algunas personas nos invitaban a comer a veces o nos ofrecían un espacio para pasar la noche, el gobierno también nos mandaba a veces víveres o hacíamos trabajos comunitarios para conseguir un poco de comida, la verdad es que según ellos, gastaban todo el dinero en el ejército y en armas para derrotar a los androides. También a veces intercambiabamos trabajo, nosotros nos ofreciamos a trabajar en tiendas, aseando lugares, trabajando en el campo y algunas que otras cosas. Aquel día el cielo dibujaba un negro penetrante con unas estrellas tan enormes que parecían estallar contra nosotros, el aire limpio y resonante de alegría inundaba el ambiente, hasta parecía que no existía maldad alguna.

—¡Hola a todos! ya llegué —dije saludando y dejando los alimentos que recogimos en la mesa.

—Muchas gracias por hacer esto —me agradeció una anciana mientras me recibía y me ayudaba a dejar las cosas en el lugar.

—No es nada, es lo mínimo que puedo hacer por ustedes. —me senté sobre una pequeña manta que apuntaba la vista hacia unos enormes y frondosos edificios.

—Hablando de eso, —dijo un chico, muy cercano a mi edad —la gente cuenta que hay un joven muy poderoso el cual tal vez podría ganarle a los androides.

La noticia me tomó por sorpresa, había escuchado rumores pero no creía ninguno hasta ahora —¿Ah si? Me alegra que haya gente tan valiente, ojalá él logre salvarnos a todos, sería lo mejor que nos pasaría en la vida... —respondí susurrando lo último.

Los mayores nos repartieron las porciones necesarias para ese día, comimos mientras comentábamos los que había pasado durante el día, las noticias, etc hasta que llegó la hora de dormir, que por cierto, dormíamos en sacos en el suelo, nada cómodo por supuesto, pero ya nos habíamos acostumbrado. A penas despertaban las primeras luces del alba cuando una voz gritona nos despertó a todos en una fracción de segundo.

—¡Los androides están aquí! ¡Levántense rápido! —gritaba no sé quien advirtiendo y corriendo desesperadamente por el lugar.

—¿Dónde están?

—Los vi a unas cuadras de aquí, ¡tenemos que irnos rápido!

—(_), vámonos ya! Levántate rápido —por la euforia o lo que sea, no pude reconocer quien fue exactamente el que me estaba llevando a la salida, era una voz muy frágil, como si estuviera temblando.

Mi corazón latió rapidamente por aquella sensación que ya conocía, miedo, terror, o no sé como explicarlo, de nuevo ellos se nos aparecían, todos nos levantamos tan fugaz que ni yo sentí cuando corríamos por una calle de la ciudad, yo llevé a un pequeño en mis brazos. Mi respiración se sacudía como un tornado, cuando de repente un gran destello se vio detrás de nosotros.

Miré hacia arriba y allí estaban. Un destello estaba a punto de salir de las manos de uno cuando me lancé encima de mi acompañante y nos ocultamos debajo de otros escombros tan rápido como pudimos. Todo lo demás fue iluminado, sólo escuchamos gritos y unos segundos después un silencio que nos invadió el alma, después de aquello no recuerdo nada más.

Nunca te vayas (Mirai Gohan) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora