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Con el tiempo poco a poco fue aumentando y ocupando toda mi vida.

Día a día repito una historia ya vivida pero más cruel, escuchando frases que hicieron que yo misma me las crea. No sirves para nada, no te esfuerces no vas a conseguir nada, tu eres diferente a nosotros, estas gorda, eres tonta, no sabes hacer nada bien, nunca llegarás a nada en la vida, veo a los otros chicos que al pasar por su lado, se les escucha reír y comentar en bajo cosas sobre mi.

Me da pánico salir a la calle, no quería ir a clases. Me aterraba pasear por la calle sola por miedo a que me paren para decir cosas, me amenacen llegando a casa, o incluso me a empujen tratando de tirarme a la carretera o lleguen a ponerme una mano encima.
Con cada risa que escucho me giro pensado que es por mi, que ya hay alguien burlándose y riendose.

Empecé a salir con un chico, que me dice que me quiere, que me va cuidar, que el me va a proteger de todo lo que me da miedo.
Se forjaron en mi mente otros pensamientos sobre mi, causados por mi primer novio poco fiable, drogadicto, controlador, que embauca a cualquiera con sus mentiras.

Aparecieron con ello las pesadillas, y eso me afecto, ya que mis sueños era el único sitio donde podría esconderme de la realidad hasta que también se adueñaron de ello, me dañaban también ahí.

Mis heridas se abríeron y el día se volvió tan negro como la noche, las ganas de acabar con mi vida aumentaban, con una relación toxica, basada en amenazas, gritos, y machaque psicológico. Consiguió apartarme de todos mis amigos, poniéndome en contra de mi familia. Para el todos eran malos para mi, solo el veía el bien para mi.

La primera noche que esto paso, el salia de trabajar, yo estaba en cama y me llamo a las 2 de la madrugada, empezamos a discutir y el se despidió de mi, diciendo que se había tomado unas pastillas, y que no me molestaría mas con sus cosas ya que no despertaría a la mañana siguiente por mi culpa.
Caminé hacia la cocina, lentamente mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas, pensando fríamente lo que iba a hacer, al llegar al armario de las pastillas no vi gran cosa, pero la mezcla de varias serviría para acabar con la oscuridad que me atrapaba.
Tome la primera, al tener la siguiente en la mano para tomarla rompí a llorar, porque no me quería morir, solo quería que todo eso acabara, ver la luz de nuevo, ser como los demás, tener una vida como otro adolescente, no verme diferente, ni como un bicho raro, quería a alguien que me agarrase de la mano y me dijera aquí me tienes, cuenta conmigo.
Cuando me calme, guarde las pastillas como estaban y me volví a la cama.
Los días siguientes los ataques de celos fueron a peor,y las amenazas de suicidio también. En mi rutina solo pensaba en lastimarme, me rondaba por la cabeza como salida auto lesionarme porque así mi dolor se hacía físico, y me ayudaba a sentirme mejor, pero era solo una sensación de calma por un momento, que enseguida desvanece.

Un mes la regla no bajo, el desapareció, solo aparecía para decir que vaya al médico, estaba desesperada, me daban ataques de ansiedad, siendo menor de edad, estando sola, sin trabajó, con un bebé de el, un hombre manipulador que me deja sola con un bebé. No me veía capaz de cuidar a un bebé, comencé a tomar cosas, poner calor, y con la desesperación hice hasta alguna tontería, al pasar 20 días fui al médico, por un pequeño sangrado, me aconsejó hacer la prueba y eso hice.
Sentada en el suelo del baño esperando a que salga el resultado, lo llamo, y sale negativo, comencé a llorar, y él me colgó diciendo no llores no es lo que quieres?
Una parte de mi le gustaría que fuese positivo, porque así tendría una razón por la que luchar, por la que seguir adelante, una personita que me miraría como nadie me miró nunca, esa mirada de que eres una diosa, que eres grandiosa, esa sensación de que alguien te necesita, que vales para algo, que alguien te quiere.

Unos años después

Mi vida cambió, la gente que me gritaba, se rían, se burlaban, el novio conflictivo, desapareció como con una ráfaga de viento como si ya no existiera para nadie, pasando desapercibida a mi alrededor, metida en mi mundo, en mis letras, en mis cosas, intentando ser feliz. La sensación de culpabilidad, de mal estar desvanecían lentamente.

Aparentaba feliz, detrás de cada sonrisa escondía reflexiones tristes, amargas, la baja autoestima, las lágrimas que salían derrumbándose en la mas profunda de la inmensa negrura, camuflaba los gritos que en mi cabeza que se convertían en pesadilla tras pesadilla.
Derrumbada en mi interior luchaba por seguir adelante, luchando por salir de todo eso, dejar atrás todos esos hechos que me marcaron tanto la vida, para poder seguir con ella, poder ser feliz. Fui volviendo a ser yo misma de nuevo, me he encontrado a mi misma, buscando fuerzas, reconstruyendome desde las cenizas en las que me encontraba, luchando contra el fuego que ardía furioso en mi interior.

Detras de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora