tres

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Camino hacia casa de mi abuela para la cena de cada martes junto a mis padres e Ismael.
Mi móvil no ha dejado de vibrar en todo el día y tengo muy claro quién es, pero lo que también tengo muy claro es que no voy a contestarle. La última vez que desbloquee la pantalla el teléfono me decía que me había enviado setenta y tres mensajes, y eso fue hace cuatro horas. Miedo me da lo que pueda encontrarme si es que en algún momento entro en el chat.
Saco el móvil del bolsillo cuando la quinta llamada entrante del día interrumpe mis pensamientos, y lo apago.
Después de lo de ayer tengo muchas más dudas sobre Jesús de las que antes ya tenía.

***
Mientras mi madre y mi abuela quitan la mesa decido encender el móvil y dar señales de vida.
Ciento diez mensajes y ocho llamadas perdidas. Al parecer todo lo que no me ha llamado durante estos seis años lo ha hecho hoy.
Entro en la conversación y leo el ultimo mensaje.
"Jesús Ovi: Por favor, necesito verte..." 22:17
"Yo: Estoy ocupada." 22:42
"Jesús Ovi: ¡Por Dios Chloe!" 22:43
Le dejo en leído y opto por irme a casa.
- Isma, diles que me he ido, que tenía sueño.
Este asiente sin ni siquiera mirarme y yo me dirijo a la puerta.
Cuando estoy a una calle de mi destino, vuelve a llegarme un mensaje.
"Jesús Ovi: ¿No estas en tu casa?" 23:09
Dejándole de nuevo el leído giro la esquina, pero me arrepiento al instante.
"Yo: No Jesús. Estoy en casa de Mer." 23:11
En ese momento me llega un mensaje de la aludida diciéndome que Jesús le ha llamado preguntando por mi hace unos minutos y que ella le ha contestado que no estaba con ella. Me llega otro al instante preguntándome si ha hecho mal y yo estoy apunto de entrar en un ataque de nervios.
"Jesús Ovi: No me mientas, por favor." 23:18
Sin saber como reaccionar, corro en dirección a él y las lágrimas brotan por si solas. Cuando llego empiezo a pegarle en el pecho mientras el estrés hace que le grite un trillón de barbaridades.
- Eh, eh...- Me dice en voz baja mientras me agarra de las muñecas.- Tranquila, ¿vale?
Yo asiento mientas Jesús me acerca a él y me abraza.
- Lo siento.- Me dice al oído.
Y en lo único que pienso es en el por qué de todo esto. En por qué me tiene que pasar esto a mí, o por qué Jesús no puede ser el que era hace unos años.
- No me controles tanto por favor.- Le digo entre sollozos.
- Lo siento de verdad.
Me aparta de él y besa suevemente mi frente.
Me siento una cría por llorar así, pero él estos días también me ha hecho sentir como tal, así que no me avergüenza que me vea llorando desconsoladamente por algo que seguramente parezca una tontería. Nadie nunca había estado tan pendiente de mí, desde que cumplí los siete años y ya me dejaban bajar sola a comprar el pan.
- Quiero irme a casa.
Jesús me abraza más fuerte y noto como se le pone la piel de gallina, lo que hace que un escalofrío recorra mi columna vertebral.
- Quedate.- Me pide.
Le miro fijamente y veo algo en él por primera vez desde que llegué que me transmite cierta ternura.
Asiento y ambos empezamos a caminar sin cruzar palabra, pero esta vez no es incomodo. Supongo que por hoy la tensión entre nosotros y su necesidad de controlarme, se queda a un lado.
Llegamos al mismo banco donde me llevó el primer día y nos sentamos.
Veo como acerca su mano a la mía tímidamente y acabo por cogérsela yo a él, al ver que le cuesta decidirse.
Me mira y algo dentro de mi se dispara.
El desconcierto inunda todo mi ser y vuelvo a sentir ese leve cosquilleo. Jesús ríe y sin darme tiempo a reaccionar, me besa. Le noto inseguro al principio, pero enseguida aparece el Jesús con el que llevo conviviendo unos días. Pasa a ser brusco y no puedo evitar pensar en como estarán mis labios al separarnos, lo cual hace que me ría y me separe mínimamente de él. Jesús vuelve a acercarse a mi en cuanto me alejo y sonríe al tenerme de nuevo cerca, lo cual me hace sonreír a mí.
Nos acabamos separando por falta de aire y Jesús se tumba en el banco apoyado su cabeza en mis piernas.
Empieza a contarme sobre él y sus amistades, cosa que me sorprende y le escucho atenta.
Me impacta el hecho de que vaya en moto todos los días a Sevilla capital por el simple hecho de que en el pueblo no se hable con nadie. Le pregunto si se suelen repetir mucho las vueltas a casa como las de ayer y este me responde que sí.
- Más te vale que eso acabe.
Al escucharme levanta la mirada y me mira fijamente. Le aparto un mechón de la cara y asiente.
- Vale, solo sí me cedes tus noches de once a doce.
Río y acepto.
Se levanta y yo le imito.
Intuyo que vamos hacia mi casa ya que él vive justo hacia el otro lado.
Una vez estamos frente a mi puerta, se acerca a besarme, ladeó la cabeza y sus labios impactan contra mi mejilla. Para que no se enfade le abrazo fuertemente, le escucho suspirar y su cuerpo se destensa.
- Buenas noches Ovi.- Le digo.
- Buenas noches Chloe.
Entro y al subir a mi cuarto veo como se aleja a través de la ventana.
Un mensaje me hace apartar la vista de la él, me acerco a la cama donde deje el móvil y lo desbloqueo.
"Jesús Ovi: Te echo de menos."
"Yo: Mañana a las once ❤"
Sonrió como una boba y dejo el móvil mientras me meto en la cama después de un largo día con sus muchas idas y venidas. Y es qué aún no sé si lo que estoy sientiendo esta bien o debería distanciarme un poco de mi problemático y a la par tierno; señor problemas.

"Susi en multimedia"

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