Indicio

35 2 0
                                        

Llegamos a las tres y media a casa de madre de Ian. Adele Watson es una mujer extremadamente blanca y de cabello cobrizo, es mas alta que yo por media cabeza y es robusta al igual que sus hijos , sus ojos son claros y sus labios siempre están pintados de un rojo brillante, es guapa, definitivamente, pero su rostro se ve algo demacrado por el trabajo arduo de toda una vida en ausencia de un esposo que la ayudara a mantener a sus hijos, enviudo hace doce años, Sami tenia quince años, Ian doce y Richie seis, su padre se llamaba Alejandro Romero. Padre mexicano y madre estadounidense o viceversa es algo muy común en Juarez por la cercanía que tiene a la frontera, así que no me sorprende escuchar la combinación de apellidos de Ian (Romero Watson). Por lo que Ian me ha contado, su padre era un excelente hombre, un bombero ejemplar que dio la vida para salvar a alguien que ni siquiera conocía, siempre que me hablaba de el se le formaba un nudo en la garganta a penas perceptible, es bueno ocultando sus debilidades pero siempre me doy cuenta cuando su coraza flaquea. Desde el deceso de su padre todos en la familia de Ian se valoran mucho mas y aprovechan cada momento que tienen juntos, es una familia hermosa y Adele una mujer verdaderamente admirable.

Richie se asoma por la ventana que da a la cochera de la casa después de escuchar el pitido del auto, sale a recibirnos con una sonrisa de oreja a oreja moviendo la mano, la imagen me hace pensar en Richie como si fuera un cachorro meneando la cola porque esta feliz de verte llegar. Ian apaga el motor del auto y veo un Richie que se asoma por mi ventana haciendo un gesto que me hace reír sonoramente. Tanto Ian como su familia siempre han logrado hacer desaparecer el malhumor y sacarme una autentica sonrisa.

-Ania, creí que no te atreverías a hacer una revancha!-Exclama Richie mientras da un paso para atrás para dejarme salir del coche. Sonrío de nuevo y lo miro.

-Bueno, vine a demostrar que no soy una cobarde y evitar que mi reputación se manche.- Richie ríe una vez mas y me envuelve en un cálido abrazo. Se lo devuelvo y me siento en casa, mucho mas que en la mansión de mis padres.

No soy esa típica chica que se lleva mal con sus padres o que no puede mantener una conversación con ellos por incomodidad. Es solo que siempre han estado ausentes y demasiado ocupados haciendo mucho dinero y me he acostumbrado a que mi hogar siempre este con alguien que no sean ellos. Los amo, pero no hay gran conexión hacia ellos, sobre todo por el hecho de que cuando me diagnosticaron las crisis de angustia me dejaron con una enfermera que se hiciera cargo de mi, hasta que un día, el hospital decidió no ayudarles mas y esta vez si me quede completamente sola y a merced de lo que mis nervios decidieran hacer conmigo.

- Claro, pasen pasen Sami no esta, salió a trabajar en la mañana pero seguro no tarda en llegar.- Richie nos conduce hacia la entrada de la casa, la cual es de madera igual que la mitad de su casa, es irónico ya que su padre construyo la casa y era bombero. A los lados de la puerta hay dos jardineras con azucenas blancas y amarillas.

 La casa huele a limpio y es tan pintoresca como siempre, con miles de plantas por todos lados, tal como a mi me gustan los hogares. Llenos de vida y del aire fresco que brinda la vegetación. Hay un par de pinturas aquí y allá que el mismo Richie pinto, el bicho raro de la familia, mientras que Ian y Sami eran deportistas y amantes de los números, Richie siempre fue el que estaba interesado por el arte, por la música y la pintura, por eso nos llevamos tan bien, lo entiendo perfectamente, ya que vengo de una familia que solo piensa en dinero mientras que yo, bueno, solo disfruto del crear y dejar marca en quien mira mis creaciones. 

-Richard donde esta mama?- Pregunta Ian que se ha asomado en la cocina con esperanza de verla, o eso supongo. 

-Se esta dando un baño arriba.- Contesta Richie, después me mira y toma mi brazo, le doy una ojeada rápida a su rostro emocionado y dice- Ania, tienes que ver mis nuevos proyectos, he tenido las rachas de las que me hablaste.-Continua hablando mientras me jala hacia su estudio, sigue teniendo esa actitud de niño. - Es asombroso, había noches en las que estaba acostado y mi mente no paraba de dar vueltas hasta que me levantaba y pintaba algo. 

El precio de un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora