"En todas las vidas, él está enamorado de ti y tú de él "
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Para mí, ellos lo eran todo. Pero para ellos, el otro lo era. Y ahora, en este preciso instante, me detengo en medio de este ciclo interminable, atrapado entre el pasado y el presente, entre el amor y la tragedia. Me pregunto, como tantas veces antes: ¿qué habría sucedido si nuestra historia no hubiera estado escrita con sangre y pérdida?
Con el tiempo, he aprendido que es inútil anhelar vidas no vividas, desear que el destino hubiera sido más amable o que nuestras decisiones hubieran sido distintas. Pero el problema no es el anhelo en sí, sino el peso de saber que, incluso con la oportunidad de cambiarlo todo, el resultado nunca varía. Porque tengo esa habilidad-bendición o maldición, según el día-de revivirlo todo una y otra vez. De recorrer los mismos caminos, de tomar millones de decisiones distintas... y aun así, todo se repite.
Siempre.
Yo muero.
Obito enloquece.
Kakashi sobrevive, pero apenas. Arrastrando su sombra por un mundo que no le ofrece consuelo.
Ese es el patrón más común, la historia que se repite como un eco en un barranco sin fondo. Pero, a veces, la ruleta gira y el resultado cambia, aunque el dolor permanece.
A veces, es Kakashi quien muere, su cuerpo frío bajo la lluvia, su mirada vacía perdiéndose en el horizonte.
Obito enloquece, desmoronándose bajo el peso de una realidad que no puede aceptar.
Y yo... sobrevivo.
Otras veces, es Obito quien cae. Su vida se apaga antes de que su odio pueda devorar el mundo.
Kakashi, con el corazón hecho cenizas, camina por la vida como un espectro, condenado a la soledad y el arrepentimiento.
Y yo... sobrevivo.
Pero en algunas raras ocasiones, Obito vive. Su alma no se corrompe, sus manos no se manchan de sangre. Y sin embargo, la balanza nunca se equilibra.
Kakashi se convierte en el caos, atrapado en un destino de sombras y crímenes.
Y yo... muero.
Curioso, ¿no? Que aunque todo parezca girar en torno a mí, en realidad no sea así. Tal vez estoy ciega... o tal vez veo más de lo que debería.
Porque la verdad es que Obito no puede concebir un mundo sin Kakashi.
Y Kakashi... no sabe vivir sin Obito.
"Soy yo quien ha muerto."
"Soy yo quien desató la maldición en Obito."
Pero no fui solo yo.
Obito odia a Kakashi. Lo odia por no haberme salvado, por haber roto su promesa. Por ser un recordatorio constante de lo que perdimos. Pero al mismo tiempo, lo anhela. Anhela su risa, su voz. Anhela estar a su lado, ser la razón de su sonrisa.
Lo necesita tanto como el aire, como la luz.
Anhela esas noches de discusiones sin sentido, esos momentos en los que el resto del mundo desaparecía y solo quedaban ellos dos, atrapados en una órbita propia, en un lenguaje que nadie más entendía.
Pero el destino nunca les concedió el lujo de la felicidad.
Y a mí... a mí solo me dejó la eterna condena de verlos romperse, una y otra vez.
─Rin, has estado muy callada. ¿Todo bien?
Sentí una mano apoyarse en mi hombro, un contacto cálido y firme que me ancló a la realidad. Al levantar la mirada, mis ojos se encontraron con los de Obito. Su expresión reflejaba una preocupación genuina, sus cejas levemente fruncidas, su boca entreabierta como si no supiera si decir algo más. Su voz, aunque firme, temblaba apenas, como si temiera la respuesta.
─Estoy bien ─respondí, con un intento de sonrisa que no llegó a mis ojos─. ¿Y Kakashi-kun?
Obito chasqueó la lengua y su ceño se frunció aún más.
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Cortos relatos °•Obkk•°
RomancePequeñas historias obkk que se me ocurren de la noche a la mañana No tiene punto de finalización seguirá en proceso hasta que mi cabeza explote de tantos universos
