METEGOL

3

  El Capi esperó a oír la puerta de la cocina detrás de sus compañeros para volver a golpear.

  -Abrí,  Mati. Somos nosotros cuatro -Se refería a que solo se habían quedado lo más cercanos:el Beto, el Liso y él.

  Siguió el silencio . Por fin se escuchó crujir el elástico del colchón. La puerta se abrió apenas . Matías volvió a tirarse en su cama . Algunos de los jugadores se treparon por el cubrecama y otros por la silla, hasta la mesa de luz. No era fácil, pero tenían cierta experiencia. 

  -¿Y a vos qué bicho te picó?

  -¿Por qué?

  - Por que estás  llorando.

  -No estoy llorando. Nada que ver -dijo Matías, con la nariz congestionada, los ojos brillantes y las mejillas enrojecidas.

  -Ah, se ve que te dio una reacción alérgica, entonces. Porque daría toda la impresión de que sí estas llorando.

  -El Beto escuchó  <<snif, snif>> hasta hace un momento -agregó el Beto-. Y miren que el Beto tiene un oído privilegiado. Bueno, como todo lo del Beto, por otra parte...

  -¡Basta! no tengo ganas de hablar.

  -¿Pero te pasó en la esc...?

  -Basta.

  -¿Pero te pasó alg...?

  -Basta.

  -¿Pero te p...?

  -Basta.

  -¡P...!

  - Basta.

  Los jugadores se miraron unos a otros.

El loco les hizo un gesto a los demás.

  -Okey, Mati querido. Te dejamos tranquilo. Si tenés ganas, a la tarde te das una vuelta por el garaje.

  - Si, eso - se sumó el Capi, que en esas cuestiones prefiere seguir las sugerencias del Loco, porque es el más sensible-. Tenemos un desafío contra estos muertos de los bordó. Va a estar bueno.

  -Eso - dijo el Liso-. Con los muchachos nos vamos a atar las piernas a ver si nos ganan los Rayados, porque los últimos tres clásicos los perdieron todos y nos estamos aburriendo.

  -Ja, ja  -Se burló el Capi mientras salían.

  Pero las bromas las hacían sin ganas. Estaban preocupados por su amigo.