0.0

10 7 0
                                    

Serían alrededor de las siete de la mañana, entré por la puerta de madera mientras daba un pequeño bostezo. Encendí todas las luces y coloqué las mesas justo antes de abrir totalmente la puerta para que la gente pudiera entrar.

Me coloqué tras el mostrador mientras sonreía al ver a la gente pasar, esta era una de las cafeterías más transitadas de todo Londres y no solo por el café, también por la comodidad del ambiente.

-Buenas,¿qué desea?-sonreí.

-¿Puedo pedir a la camarera?-me guiñó un ojo.

-No, aquí solo servimos café-el chico humedeció sus labios y sonrió. Era demasiado pronto y un estúpido ya estaba a punto de arruinar mi mañana.

-Pues entonces ponme un capuchino y uno de esos bollos de ahi-rió y yo asentí mientras me dirigía a preparar su café.

Era un local pequeño por lo que el jaleo no era uno de los problemas.

Coloqué lo que aquel chico me había pedido en una bandeja y se lo llevé. Cuando estuve cerca a él, notaba como su mirada podía atravesarme y, no era nada agradable.

-Muchas gracias-lo posé sobre la mesa.

-Son tres con veinte-sonreí,aunque lo que quisiera fuera tirarselo encima.

Él pagó y yo continué con mi trabajo. Durante toda la mañana no se movió de ese sitio, cosa que me asustó, ya que no sabía ni siquiera quien era.

Había terminado mi turno y mi compañera acababa de llegar, me acerqué a ella para hablarle del chico.

-Mel, el de la mesa tres, lleva toda la mañana ahí y no se que narices quiere-ella miró dónde yo le había dicho.

-Jade, cielo, alli no hay nadie-soltó una pequeña risa y se dirigió a la barra.

-No puede ser, te juro que había un chico.

-Ve a casa y descansa, seguro que tanto madrugar te ha jugado una mala pasada-me fui a cambiar mientras ella atendía.

-No estoy loca-reí antes de salir de la cafetería despidiéndome de ella lanzándole un beso.

Caminé en dirección a mi casa,ya que no estaba tan lejos como para coger un bus.

-Loca no estarás,pero muy buena si-me giré intentando reconocer a quien había hablado-.Y por si querías saberlo, no soy parte de tu imaginación.

-¡Pues deja de actuar como si lo fueras y dime de una vez quien eres!-una señora que pasaba a mi lado, se me quedó mirando, yo tan solo sonreí lo más avergonzada que podía estar.

El chico, el de la mesa número tres, apareció frente a mi.

-Sorpresa-rió.

-¿Qué eres,un violador?-él negó-.¿Y por qué llevas toda la mañana en la cafetería, sin pedir nada más que el capuchino?

-Me gusta ver como te mueves-sonrió.

-Pues mirame moverme lejos de ti-me giré y continué caminando.

Sus manos sujetaron mi cintura, no con fuerza pero si con bastante firmeza.

-Sueltame, quiero irme a mi casa, estoy cansada-me acercó más a él y apoyó su barbilla sobre mi hombro.

-Puedes venir a la mia-susurró-.Yo no tengo ningún problema en eso.

-No, ahora dejame-intenté separarme, pero era imposible.

-¿Tu no oyes cuándo ella te habla?-me soltó para girarse y ver a quien, por milésima vez,me había sacado de un apuro.

-¿Y tu quién eres?-Dan rió.

-Su novio, asi que ya puedes ir largándote-sonreí y corrí hacia èl.

El chico, del que aun no sabía nombre, se giró y se marchó, asi de fácil.

-Gracias-lo abracé, era como mi hermano, nos habíamos criado juntos y siempre que estaba en alguna situación extraña él aparecía como por arte de magia.

-De nada, bunny-rió.

Tenía la costumbre de llamarme asi, ya que de pequeña, lo que más me gustaba comer eran las zanahorias, cosa que ahora detesto.

-¿Te llevo a casa?-negué.

-Prefiero dar un paseo-sonreí y él me dio un pequeño beso en la mejilla.

Continué caminando, pero no podía sacar de mi cabeza a ese extraño chico, quería saber como se llamaba, y porque había cogido tanto empeño en mi.

Starbucks ❇ cth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora