—¿Queréis que hagamos algo esta noche? —pregunté finalmente—. No me parece un buen plan quedarme en casa muerta del asco.
— Y, ¿qué sugieres? — preguntó Alec— yo tampoco tengo ganas de estar encerrado.
— ¿Fiesta loca? —propuso Rose .
— Ya me dirás tú donde —replicó Alec.
— Lo cierto es que mis padres se han ido... —comenzó a susurrar Aaron —. Y mi hermano pequeño puede quedarse en la habitación del sótano viendo alguna película de superhéroes.
— Prométeme eso —dije emocionada.
— Te lo prometo, pero hay condiciones...
—Sorprendenos —dijo Rose.
— Tenemos que estar todos —miró a Alec—. Y cuando digo todos, me refiero a todos.
— Lo hemos pillado, idiota —respondió éste.
— Llámalo — insistí.
— Tú eres la que más cabreada debería estar, mirate el hocico —repuso Alec.
— Por favor, piensa en los niños
—¿Qué niños? —dudó Alec.
— No sé —dije confundida—. Pues piensa en la fiesta.
— Lo llamo si prometes que no seremos solo nosotros 5. Quiero fiesta, música y mucho baile.
—Déjalo en mis preciosas y bellas manos —guiñó Aaron.
Éste siguió conduciendo hasta llegar a mi casa. Rose bajó conmigo para prepararnos juntas. Aún no hemos tenido tiempo de hablar de nuestras cosas de mujeres. Subimos a mi habitación y ella se fue al baño a peinarse y maquillarse mientras yo buscaba la carta.
—¿Qué querías que viera? —dijo a la vez que yo entraba con el papel en la mano.
— Dame tu opinión —estiré la mano, ofreciéndosela.
Rose comenzó a leer mientras emitía varios hm hasta que llegó al bombazo que abrió los ojos y dio un pequeño respingo. No leyó más.
— ¿Quién es? No puedes dejarme con la duda. Vamos. Confiesa —insistió Rose—. No puedes mantenerlo por mucho tiempo. Dímelo. No puede existir alguien tan cruel que te deje con esta duda. ¿Quién es? ¡Kendra!
— Relájate, yo tampoco lo sé.
—Pues creo que tengo un plan...
No. No me gustaban nada los planes de Rose. NADA. Siempre salían mal. Ahora que caigo, creo que no tengo ningún amigo que planee bien algo. Y sin que lo pidiera ya me lo estaba contando...
—Sólo arrimate a alguno que traiga Aaron y el que se ponga celoso es tu hombre.
—¿Pero tú has pensado que quiera saberlo?
—No, pero yo sí quiero saberlo y eso es lo que vas a hacer. Vamos a ponerte sexy.
Rose fue corriendo a mi armario y eligió un top negro que salían dos manos de calaveras donde va el pecho y unos pantalones cortos desiguales con hilos sueltos con unos botines. Me maquilló con simple raya y me dejo el pelo suelto, completamente liso. Ella se puso un vestido corto color vino y unos tacones negros. Explicar su maquillaje sería algo difícil y complicado, el pelo suelto, rizado y alborotado. Le representaba perfectamente.
Ya estábamos camino a casa de Aaron, vivía a pocas calles de mi casa. Y ya de lejos pudimos ver que se había encargado de su tarea de traer gente muy bien. Demasiado bien.
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Tras el papel
Romance¿Quién será ese anónimo que está tras el papel? ¿Josh? ¿Alec? ¿Aaron? Necesito saberlo, y lo necesito ahora.