5. Un encuentro inolvidable

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Y ahí estaba, en carne y hueso. Me sonreía atento a que respondiera.

- Sí. - conteste al pasar unos segundos.

- Gracias. - respondió sentándose a un lado mío.

Suspiró y coloco sus manos en sus rodillas. Yo seguía observándolo atentamente. Tratando de memorizar cada facción que hacia. Seguía con el teléfono en el oído, pero no podía volver a pensar con claridad que es lo que estaba haciendo.

- Harry, hablamos luego. - dije al teléfono para dar por terminada la llamada antes de que Harry tuviera oportunidad de hablar. Desactivo el sonido del teléfono.

- Hola. - saludó.

- Hola.

Era alto, casi tanto como Harry. Sus ojos azules resaltaban de su tez blanca y su cabello negro despeinado de una forma que hacia parecer que tardo horas en hacerlo lucir así, tenía la típica barba de tres días, que lo hacía verse mejor. Mentiría si negara que me parece demasiado atractivo. Era simplemente perfecto para cualquier chica. Incluyéndome.

- Soy Damian.

- Layla.

Se miraba incómodo yo hacia igual. Sentía que mi boca estaba cocida con hilo para no poder emitir tan sólo una palabra.

- Layla, suena muy lindo sabes. - rompió el silencio tras unos segundos eternos.

- Gracias. - sonreí ligeramente.

- Y dime Layla ¿eres de aquí? - pregunto.

- Sí, aquí nací. ¿Y tu? nunca te había visto aquí.

- Bueno, soy de Boston pero tengo una casa cerca... - el sonido de un teléfono vibrando lo interrumpe.

Saca del bolsillo de su jean un teléfono y se lo pega a la oreja.

- Ahora vuelvo. - me dice y se levanta de la banca. Al querer dar un paso se tropieza ocasionando el impacto de su cuerpo con el suelo cayendo de cara.

No pude evitar reír, comenzó a hacer gruñidos de dolor. Me acerque a él y me puse de rodillas en el suelo.

- ¿Estas bien? - pregunte ahogando una carcajada.

- Sí, eso creo. - se levanta del suelo sentándose y hace una mueca de dolor al ver su muñeca, estaba completamente torcida.

- Dios, Damian. Te lastimaste horrible la muñeca, parece un esguince. - toque ligeramente su muñeca e hizo un gesto de dolor.

- ¿Sabes dónde hay un hospital cerca? - pregunto.

- Si, vamos te acompaño. - tome su teléfono que estaba tirado en el suelo y tenía la pantalla completamente quebrada. - Tu teléfono, se le rompió la pantalla.

- Sólo a mi me pasa esto. - río. Y ayude a que se levantará.

Tomaba con mano derecha, su otra muñeca. Mientras yo sostenía su teléfono del cual se escuchaba una voz que hablaba.

- Te hablan. - le puse su teléfono en la oreja.

- Gracias. - me dijo. - Ben te hablo después, ahora estoy un poco ocupado. Sí, te dije que firmes. De verdad Ben, ahora no puedo hablar. Si está bien. - decía. - Listo.

Retire el teléfono de su oreja.

- ¿Esta muy lejos el hospital?

- Unas 10 cuadras. Pero podemos tomar un taxi. - negó con la cabeza.

- Tengo mi auto cerca, ¿me acompañas? - me mordí el labio inferior y asentí con la cabeza.

Me extrañaba su aparente confianza, en mi. Una desconocida para él y siendo de igual forma para mi. Comenzó a caminar hasta salir del pequeño parque, con mi presencia detrás siguiendo sus pasos y tras recorrer aproximadamente media cuadra, me tope con lo que parecía su auto. Admito no tener ni la remota idea de marcas de autos, pero este posee lo que parecen cuatro aros entrelazados. Tardo segundos en recordar, hasta que la palabra Audi llega a mi mente. El auto color plateado se encontraba estacionado.

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⏰ Última actualización: Aug 19, 2015 ⏰

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