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Querido quien seas: 

Tendrías que haberla conocido. Era tan hermosa, y no me refiero a su rostro ni cuerpo aunque estos también lo fueran. Tendrías que haber visto cómo gesticulaba casi que golpeándome para hablar de las cosas que le gustaban. Tendrías que haber visto cómo cantaba a veces porque el simple hecho de cantar la hacía feliz, sin ningún motivo más que ese. Tendrías que haberla visto cuando se quejaba de sus imperfecciones, porque incluso en ellas era perfecta para mí. Oh amigo, tendrías que haberla conocido. Haber conocido su risa, que hacía que se le formaran pequeñas arrugas en la comisura de sus labios. Haber conocido sus manos, tan suaves y cálidas que con una caricia te hacían sentir en casa. Haber conocido su voz, tan profunda, tan delicada, esa voz que salía de lo más profundo de ella y llegaba a lo más profundo de las personas, esa voz que sólo hablaba cuando era necesario, esa voz que ya nunca se podrá escuchar.

Tendrías que haber conocido sus ojos. Esos ojos que hablaban por sí solos. Esos ojos que según ella no eran lo suficientemente bellos; esos ojos que eran grises algunas veces, que podían ser verdes otras, o azules en su defecto. Era verdaderamente una pena que sus ojos fueran más hermosos cuando lloraban, pero la mayor pena era que lo hacían muy seguido. Porque ella no era feliz por completo. Yo sé que no era mi culpa. También sé que no era su culpa, pero ella no era realmente feliz. ¿El motivo? Mi amigo no hay un motivo específico. Ojalá lo hubiera habido. Quizá era su cuerpo, con  sus marcas, con sus historias visibles en su piel, visibles en su forma, y visibles en cómo ella lo odiaba. Quizá era su sonrisa, que era pequeña y torcida, esa sonrisa que aparecía de vez en cuando con muchos esfuerzos, esa sonrisa que era hermosa sólo para mí, esa sonrisa que fue tan criticada alguna vez. Quizá era su voz, su hermosa voz, porque las personas no consideraban que ella hablara lo necesario, y porque aunque podría haber callado muchos secretos, ella consideraba necesario que alguna vez la escucharan, y por eso yo consideraba que cada vez que habría la boca para emitir palabra era lo más importante que hubiera en el universo. Quizá era su forma de reír, porque hacía arrugas en su rostro y ella las odiaba, porque ella creía que su cara se veía gorda al reír, porque alguna vez escuchó que alguien dijera que reía raro y eso la marcó, pero para mí verla reír era un privilegio, y era un honor que lo hiciera gracias a mí. Quizá era su estómago, no lo suficientemente chato para hacerlo perfecto para ella pero lo suficientemente de ella para hacerlo perfecto para mí. Quizá era su piel, que ella trataba con cremas y lociones porque no le gustaba pero que al tocarla, a pesar de todos sus defectos, me llenaba de paz y hacía que mi corazón palpitara mil veces por minuto. O quizá era que ella nunca creyó que alguien aluna vez podría verla como yo lo hice, quizá era que ella no pensó que alguna vez alguien fuera a decir cosas como estas de ella, porque nunca imaginó que alguien pudiera ver algo lindo en ella, porque nunca pasó por su mente que todas sus deficiencias fueran justamente las que la hicieran eficiente, hermosa, única. 

Pero nada de eso importa ahora. Porque ella ya no está. Porque ella se dejó ir. Porque ella no pensó en nadie más cuando los pequeños dedos de sus pies patearon el banquillo que la dejó suspendida en el aire, o porque nunca sabré si lo hizo. Porque nunca podré oír sus ultimas palabras, o siquiera saber cuáles fueron. Porque no podré secar su última lágrima. Porque no podré ver sus ojos cerrarse. Porque no los podré ver abrirse tampoco. Ya no más. Y porque nunca le dije nada de esto a ella. Por eso no importa nada de lo que te diga. No importa porque ella ya no podrá reír. Porque las canciones que alguna vez cantó sólo se encontrarán en la memoria de los que la oímos. Porque sus lociones ya no tocarán su piel. Y porque sus ojos ya no se verán hermosos al llorar. Porque ella nunca aprendió que también se puede llorar de felicidad. 

Y hoy me toca a mi llorar. Llorar por ella, por lo que pudo y no fue. Por lo que pudimos y no hicimos. Por lo que pude y no dije. Por lo que quisiera que hubiera pasado en realidad. Por lo que nunca podrá pasar. Por lo que no dí. Por lo que no recibí. Porque nunca más escucharé las palabras más significativas de la tierra de la persona más importante de la misma. Porque me iré a dormir recordando sus canciones. Porque caminaré por donde dejó sus huellas queriéndola a mi lado. Porque la amé, y porque aún la amo. Porque como decía su nombre, ella era un milagro.

Por todo eso tendrías que haberla conocido...

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⏰ Última actualización: Jul 29, 2015 ⏰

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Letters to life (by paste)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora