IV

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¡Sábado por fin! Los alumnos descansaban de tan larga semana. Algunos ya comenzaban a hacer sus tareas para disfrutar lo que queda del fin de semana, y otros… pues bueno, ellos ya disfrutan el sábado. Mientras que los profesores…

— Ah, no hay nada mejor que hacer ejercicio por la tarde —exclamó Manuel mientras se recargaba en la banca.

— Claro, lo dice el tipo que sólo corrió dos vueltas —Antonio golpeó la frente de Manuel con una botella de agua fresca y se sentó al lado de él y limpió un poco el sudor que estaba en su frente. — ¡Tu no corriste nada! —reclamó Manuel.

— No, yo ejercité más los brazos y el abdomen —rió y bebió un poco de agua.

— Bueno, eso no importa porque aquí viene la "chica" —Manuel golpeó el brazo de Antonio, señalando disimuladamente a una chica que corría por la pista. ¿Que tenía de especial esta chica? Unos grandes glúteos, que eran tentadores para Antonio.

— Oh cariño… las palmadas que te daría por la noche —dijo morbosamente Antonio mientras mordía su labio y veía ese trasero.

— Creo que ya deberías hablarle —Manuel miró a Antonio y picó su mejilla.

— Por supuesto que no. Nunca le he visto la cara ¿Qué tal si está hecha mierda?

— Pues le pones una bolsa mientras lo hacen —Manuel comenzó a reír. —Vamos tal vez ella sea la mujer de tu vida.

— Meh… no lo haré —Antonio se cruzó de brazos y miró nuevamente a la chica que iba por la tercera vuelta.

Manuel rascó su barbilla, al tener el plan esperó un poco.

— Hey, vamos por un helado.

— Está bien —ambos chicos se levantaron, mientras cruzaban la pista Manuel vio que pasó la "chica" al lado de Antonio y rápidamente lo empujó, provocando que ambos se movieran, la chica estaba a punto de caerse, pero rápidamente Antonio la tomó del brazo y la jaló, quedando ella enfrente de él. Sintió como el trasero de la chica pegó cerca de su "hombría", Antonio tragó saliva, se sonrojó bastante y pensaba en las miles de formas en como matar a Manuel.

— Disculpa. ¿Estás bien? –preguntó Antonio.

— ¡Oh sí, todo bien! —la voz de la "chica" se le hizo muy familiar, después observó el cabello largo y castaño, que también se le hacía muy familiar. Al darse cuenta de quién era la "mujer", quería que un mapache llegara y le dispara.

La "chica" se apartó de Antonio y lo volteó a ver, dejando al descubierto su identidad, mostrando su bello y sudado rostro.

— ¡Oh, Antonio! —saludó nuestro querido y tierno Noel.

— No-Noel… —al darse cuenta Antonio que estos dos últimos años estaba deseando el culo de su nuevo amigo Noel, literalmente quizo que ese mapache llegara para matarlo y así abandonar este mundo cruel.

— No te había visto. ¿Haces ejercicio aquí? —preguntó el castaño mientras le daba un apretón a su brazo fuertemente, dando por ultimo una risita.

— Ah… s-sí yo… mmm… vine a hacer ejercicio aquí el día de hoy —Antonio rascó su nunca aún avergonzado y para su suerte Manuel se acercó.

— ¡Hey Antonio, amigo no me vas a pre… ¿Noel? —preguntó sorprendido Manuel mientras miraba el rostro de su nuevo compañero de trabajo.

— ¡Oh, tú también estas aquí! —Noel sonrió y movió su mano, saludando a Manuel. — Qué gusto verlos.

— Oh… tú eres Noel… discúlpame un momento, voy a reír en aquel árbol —Manuel señaló un árbol que estaba cerca y fue a  soltar carcajadas por el pobre de Antonio.

Manuel siempre lo acompañaba a ver a la "chica" y a veces Antonio le decía que podía hacer con ese culo, pero resulta que la dueña es un chico.

— ¿Qué le pasa? —preguntó extrañado Noel.

— Mmmm… prácticamente se burla de mi puta vida.

Noel rió y vio regresar a Manuel. — Listo —limpió unas cuantas lágrimas de risa y se apoyo en Antonio. — Terminé de reír.

— Oh. ¡Qué bien! Reír es bueno —sonrió Noel. — Cierto… Antonio, hoy me dieron ganas de beber un poco. ¿No te gustaría ir a un bar conmigo esta noche?

Olvidando el pequeño asunto de las nalgas, Antonio asintió con la cabeza. — Claro, no tengo nada bueno que hacer.

— ¿Quieres venir, Manuel?

— Oh no, yo tengo que atender asuntos familiares —mintió el narizón. —Pero ustedes disfruten.

— Bien —rió el castaño. —Supongo que seguiré en lo mío. Oh sí, para que Antonio pueda seguir viendo tu trasero.

El barbudo ojo alegre escuchó el comentario de Manuel y en ese momento quiso tener al mapache como su aliado y matarlo juntos.

— ¡Cállate! —Antonio se sonrojó bastante y golpeó con fuerza el débil brazo de Manuel. El narizón comenzó a huir y reír como todo un hombre mientras que Antonio preparaba la muerte segura de su amigo.

— Tú… ¿me veías el trasero? —preguntó sonrojado Noel.

— Y-Yo… pensaba que eras una chica por tu largo cabello y… ¡argh! —Antonio ocultó su cara sonrojada y sintió como la mano de Noel le recorría la mejilla, sintiendo su barba un poco sudada. Antonio miró al castaño, el cuál le dedicaba una gran sonrisa.

— No te preocupes, Antonio. Casi siempre me confunden con una mujer —el castaño se encogió de hombros y se sonrojo. — Perdón por romper tus ilusiones de palpar mi trasero por las noches —rió travieso el  castaño y secó su frente.

Antonio lo miró y quería golpearlo también, pero con esa dulce carita con mejillas sonrojadas, en vez de golpearlo quería abrazarlo.

— Espero que no te sientas incómodo. Yo debo de admitir que lo estoy —bufó Antonio y miró a otro lado.

— No. Me han hecho cosas más pervertidas… bien, te veo en la noche — Noel depositó un pequeño beso en la mejilla del barbudo y se fue corriendo para a completar su rutina.

Viendo como se iba el castaño y sus perfecto glúteos, dio un gran suspiro y se dirigió a su casa, tratando de olvidar la vergüenza que había pasado.

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2015 ⏰

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The art of love [Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora