Death wings

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Le miré. Me miró. Mis alas se movieron al ritmo de la música. Clavó sus garras en la mesa. Mi corazón latió más fuerte. Su respiración era nerviosa. Se le veía cada vez más tenso. Me acerqué unos pasos. Mis alas se volvieron de un intenso color rojo. Me enfadé conmigo misma puesto que mis alas cambiaban de color según mi estado de ánimo. Rojo signigicaba vergüenza, ¿y un poco de amor, tal vez? Me acerqué más e identifiqué mejor sus rasgos. Tenía el pelo cobrizo y despeinado. Sus ojos, con un iris dorado miraban todo acusadoramente. Su pelaje era de un color marrón suave. Era bastante alto y parecía fuerte. Un hombre lobo. Como si sintiera mi mirada me sonrió. Una sonrisa forzada, con todos los dientes, una sonrisa blanca y puntiaguda. Me asusté un poco pero me seguí acercando. Llegue a su lado y fingí que estaba allí porque quería servirme un vaso de ponche de la mesa en la que se estaba apoyando. Le miré de reojo. El me miró también. Aparté mi mirada cuando volvió a sonreir. Esta vez de forma burlesca. Me alejé dos pasos cuando un vampiro me puso un brazo por los hombros y me propuso, borracho, ir a "dar un paseo" con él. Negué pero el siguió insistiendo hasta que le dí una patada donde más duele. El hombre lobo se acercó entonces riendo. Y me dijo que le caía bien. Estuvimos toda la noche hablando. Me dijo su nombre: Logan. Le dije el mío: Isabelle. Desde esa noche estuvimos mucho en contacto. Descubrí que él era en realidad una caja de sorpresas con un oscuro pasado. Pero se abrió mucho conmigo. Un día cuando nos despedimos en el portal de mi casa antes de que pudiera entrar me agarró la muñeca y dijo las palabras más bonitas que había oído en mi vida:
-Isa, sabes que soy un hombre lobo y sabes todos mis secretos. Menos uno. Tú eres como mi luna llena. Me descontrolas, me atormentas, sacas mi bestia interior, me enamoras.-
Desde entonces pasamos de ser amigos a ser novios. Perfectamente enamorados, durante 7 meses.
Eran las 12:05 de la noche y llamé a Logan. Cumplíamos 7 meses de novios. Era raro. El siempre se acordaba de la fecha y llamaba antes que yo. Esta vez no. Ni cogió el teléfono. Llamé otras dos veces más. No respondió. Le había pasado algo y fui a su casa. Tenía una copia de sus llaves y entré. Llamé a Logan. Nadie contesto. Lo busqué. No encendí ni las luces las habitaciones estaban iluminadas por la luna llena. De pronto oí un ruido detras de mí. Me dí la vuelta. Grité. Logan transformado completamente en lobo se abalanzó sobre mí. Me mordió el cuello. ¡Me estaba asesinando! Ya no iba a vivir más lo sabía. En un momento de cordura Logan empezó a llorar y gritar al ver que mi vida estaba desvaneciendose. Entonces me besó. Y nos dormimos los dos por siempre juntos, abrazados.
Todos saben que los besos de las hadas matan.

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