CAPITULO UNO: DÍA FELIZ.

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En algún lugar de Argentina...

Una familia, un hogar, lo que todos deseamos y pocos podemos obtener. Una familia simple, pero llena de amor.

Papá, mamá, y un pequeño de tan solo cinco años.

Era insólito lo que le fascinaba a aquel pequeño. Como muchos niños de su edad, le atraían los juguetes, los dibujos, los colores. Pero a este niño en particular, le fascinaba los túneles. Le encantaba viajar dentro de ellos si se daba la oportunidad, y al menos dos veces al mes podía hacerlo, ya que con sus padres viajaba a unos campos para pasar un fin de semana, o unos días de descanso al mes. Si tenían la oportunidad, quedaban viendo la formación de uno, mediante enormes tractores y maquinarias usadas para tal resultado. Podría de ser extraña esta fascinación en un niño de tan sólo cinco años. Pero son cosas de la niñez, muchas veces es lo que suele formar parte del ser adulto, y hasta guiar la carrera que se seguirá de grande. Y esto le parecía interesante a su padre, quien lo apoyaba y estimulaba en lo que el niño necesitara.

Un día, llegado la oportunidad, el padre de este niño había visto en Internet la construcción de un importante túnel para mejorar el trancito de la ciudad, ciudad que se encontraba a sólo media hora de viaje en automóvil. Sería una sorpresa para aquel pequeño, ya que la obra estaba empezada, lo cual significaba que habría mucho movimiento de los trabajadores, y enormes maquinarias moviéndose, rompiendo la tierra y transportando objetos de un lado al otro.

Sonriendo este hombre al saber que sería una agradable sorpresa para su hijo, simplemente se lo comentó en secreto a su esposa, quien sonreía mientras preparaba la merienda para el niño que estaba a punto de despertar de su siesta diaria.

Los días eran perfecto, un sol que resplandecía, una temperatura templada que acariciaba la piel. Las aves volaban y cantaban alegres en sus árboles, aquellos que las protegían de los días perturbadores de las personas.

Una semana perfecta, sacando lo rutinario de las personas, sus días con idas y vueltas en los quehaceres que transforman a dichas personas en máquinas. Esperando aquel día en el que puedan acostarse y despertar en un horario diferente, con otra clase de quehaceres. Pero, todo iba bien en este mundo.

El día sorpresa llegó. Un sábado, al despertar el chiquillo, el padre le dijo que le esperaba un agradable día, pasearían y se divertirían juntos. Aquel pequeño se llenó de alegría, aunque quería que su madre viniera con ellos. Ella le dijo que tenía mucho que hacer en la casa, pero los esperaría con una deliciosa comida. Sería un agradable día.

El pequeño deseó que su madre pudiera venir junto a él y su padre, pero se le pasó rápidamente la pequeña tristeza, imaginando a donde lo llevaría su amado padre, y pensar en qué es lo que harían.

Poco después, subieron al auto, mientras el motor se encendía y las ruedas comenzaban a girar saliendo del garaje, aquel niño veía el rostro alegre de su madre, quien lo saludaba y le lanzaba besos en el aire, con una sonrisa que es imposible olvidar. Tanto amor, tanto deseo de no estar tan lejos de esa amada madre.

Ninguno sabía que ese sería el último recuerdo de los tres sonriendo en un amor perfecto de familia...

Mientras viajaban, aquel niño permanecía en silencio, observando el viaje desde la ventana, en el asiento trasero, con el cinturón puesto y un tractor de juguete en las manos. El padre conducía de igual manera, en silencio, observándolo por el espejo retrovisor, sonriendo por dentro, sabiendo que su hijo se sentirá completamente alegre viendo algo no tan interesante para un simple padre.

Subsueño. #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora