CAPITULO TRES: SOSPECHAS.

8 1 0
                                    

Al llegar Francisco al hospital, dirigiéndose por un pasillo rumbo a la habitación del niño, ve a Verónica salir alterada, ella, al ver a Francisco venir, queda unos segundos inmóvil, mirándolo, con espanto en su rostro. Reacciona y se va a toda prisa por otra dirección. Francisco creyó que algo malo había ocurrido con el pequeño, así que camina lo más rápido que puede, hasta llegar a la habitación. Al entrar allí, lo ve a Juan de pie junto a la cama de su hijo, se encontraba llorando. Francisco nota que las máquinas estaban funcionando, y el chiquillo estaba con vida. ¿Habría empeorado su salud? Juan nota la presencia de Francisco, y queda mirándolo fijamente, con algo de sorpresa, luego se limpia las lagrimas. ¿Qué estaba sucediendo?

- ¿Pasa algo Juan? ¿Por qué las lagrimas?

- No... No se preocupe, no pasa nada.

- Acabo de ver a su esposa, tenía un mal aspecto en su rostro.

- Es que tuvimos una discusión, cosas de pareja. Esto nos esta haciendo mucho daño.

- Claro. -dudaba del tono de Juan- tengo unas noticias para darle.

- ¿Cuales? -había sorpresa en su tono de voz-

- Tengo que hablar con los doctores, pero antes quise hablar con ustedes. Tenemos que llevar a su hijo a otro hospital, pero sólo si es posible.

- Pero... ¿Por qué?

- Sucedió algo sumamente extraño en el lugar donde se está construyendo el túnel. Ya sabe a que lugar me refiero. Pero no perdamos tiempo, luego hablaremos de eso. Ahora debo de hacer una llamada, conseguir un helicóptero y hacer todo lo más rápido que podamos.

- Pero...

- Que no hay tiempo para hablar. Si me permite.

- Detective...

- Hable rápido.

- Quisiera ver el cuadernillo donde mi hijo hizo unos dibujos. -esta pregunta captó por completo la atención de francisco, pero sin expresión alguna contestó-

- Luego, está en mi auto.

Dicho esto, sacó su teléfono. Al prenderlo comenzaron a llegar los mensajes de llamadas perdidas de distintos números. Ignorando eso, llamó en busca de un helicóptero que pudiera llevar a un niño en la condición del pequeño David.

Una vez conseguido el helicóptero, vuelve a apagar el teléfono, al momento que escucha una explosión y la alarma de varios autos. Corre hasta la ventana que da a la playa de estacionamiento y ve humo proveniente de donde había estacionado su auto. Baja y corre lo más deprisa que puede, llegando sin aire al lugar, donde comenzaban a juntarse las personas. Ve su auto, o lo que quedaba de el, esparcido por el lugar.

Era cómo si un tren hubiese embestido al auto por la mitad, curvándolo como una banana, al tiempo que vio eso, los restos cayeron por doquier. La misma explosión y los pedazos del vehiculo hicieron sonar las alarmas de varios automóviles del lugar. ¿Qué está sucediendo?

Algo estaba mal. Prende su teléfono y al obtener la señal de línea, llama al jefe de la policía, pero este número da ocupado. Se le vino a la memoria el número de uno de los contactos más importantes que tenía, y sin saber por qué, apretó el botón de llamar. Aquel contacto era el mano derecha del jefe del ejército. Se habían conocido un par de décadas atrás, antes de obtener los títulos que ambos poseían. No eran grandes amigos, pero si buenos conocidos de confianza, el trabajo y la vida les dio la oportunidad de conocerse, y por primera vez Francisco creyó que eso sucedió especialmente para este día. Al tercer llamado, viendo el número de Francisco en la pantalla de su teléfono, aquel hombre contesta.

Subsueño. #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora