Mi princesa.

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Narrador:

Se encontraba nervioso por primera vez en mucho tiempo. Le sudaban las manos y sentía un calor sofocante que nunca había experimentado. Él, un Dragon Slayer de fuego, tenía un sofoco que no era normal. Él nunca había sentido eso, nunca había visto su corazón tan acelerado, ni siquiera por una pelea. Y la culpa era de una rubia con la magia de invocar espíritus celestiales. Lucy, su Lucy. Ella era la responsable de sus insomnios, la responsable de su acelerado corazón, la responsable de esos nervios que lo mataban y del calor que le resultaba molesto pero cálido. Desde que la conoció su mundo había cogido color, su vida cobró sentido y era feliz. Nunca supo qué extraño vínculo compartía con la maga celestial. Lo descubrió hace poco, descubrió que esa sensación de quedarse sin aire cada vez que la miraba era lo que llamaban amor. Era muy lento, lo sabía; y que había sido un estúpido también. Era un estúpido por no haberse dado cuenta antes. La amaba, la amaba con todo su ser. No soportaría perderla.

Aún recordaba a la Lucy del futuro, muerta entre sus brazos, herida. Se le había roto el corazón. Furia, tristeza y dolor fue lo que sintió aquel día. No dejaría que eso pasara otra vez, la protegería con su vida si hacía falta. No quería volver a coger entre sus brazos el cuerpo inerte de su Lucy.

Le diría todo, se lo confesaría de una vez. No podía perder más tiempo. No quería perderla, no otra vez.

Y allí estaba, delante de la puerta del departamento de la rubia. Sí usaría la puerta de aquel piso por primera vez en la vida. La puerta de madera tenía un bonito cartel que decía Lucy' s Home. Nunca se había fijado en eso. Porque nunca había entrado por ahí. Observando la entrada de la casa de la rubia descubrió también que las paredes de piedra le daban a la casa un aspecto más rústico. Y al mirar el felpudo que ponía Bienvenido a mi casa le entraron ganas de entrar de una vez en la casa. Pero seguía nervioso.

Tomó aire en una fuerte inhalación por última vez y se armó de valor. Estaba horrorizado. Podía enfrentarse a dragones, monstruos y demonios sin que le temblara el pulso. Mas ahora le temblaba la mano para petar en la puerta. Entre temblores petó. Se movía nervioso en su sitio mientras miraba su calzado.

Sentía el olor a vainilla y a chocolate característico del cuerpo de Lucy. Y también escuchaba el agua correr, por lo que supuso que estaba duchándose. Temiendo que no lo hubiera escuchado volvió a golpear la puerta con sus nudillos, esta vez un poco más fuerte. El agua dejó de correr y un "ya voy" apresurado por parte de la rubia le dio a entender que de esta vez sí lo había escuchado. Sonrió. Lucy no se iba a esperar que fuera él el que estaba en la puerta, ya era normal para los dos que él entrara por la ventana. Se iba a sorprender.

Cuando la puerta se abrió se encontró con una Lucy casi desnuda de no ser por la toalla que rodeaba su cuerpo, aunque era un poco corta.

El calor lo invadió de nuevo y pudo notar como sus mejillas se volvían rojas, como la cara de ella. Entró antes de que su querida rubia le cerrara la puerta en la cara y quedó de pie en el salón, a espaldas de ella. Sentía que el corazón se le saldría del pecho si la volvía a mirar.

- Vo- voy a cambiarme. - Dijo avergonzada la rubia mientras se escabullía casi volando a su habitación.

Natsu lo agradeció, no le molestaba verla desnuda, ya lo había hecho muchas veces gracias al destino. Pero sabía bien que si la rubia no se cubría más aquel perfecto cuerpo que tenía le sería difícil concentrarse y todo se iría a la mierda.

Volvió a tomar aire mientras se movía inquieto en el sitio, mirando al suelo. Sus mejillas habían adquirido un color rosado, y no paraba de sudar por culpa de los nervios. El piso de madera estaba parcialmente cubierto por una alfombra roja de estilo antiguo, seguramente de la antigua habitación de la mansión de la rubia. Pensó Natsu. Siguió observando el salón mientras esperaba.

- Nee~ Natsu~....

Cuando la escuchó susurrar su nombre se puso tenso y se dio la vuelta para verla. Llevaba puesto un vestido veraniego blanco y flojo. El vestido palabra de honor era apretado en el busto y luego se dejaba caer, dándole un aspecto del vestido que llevaría un hada. Porque eso es lo que ella era, el hada más hermosa que habían visto sus ojos. Estaba hermosa. Era hermosa.

Sonrió mientras recordó el momento en el que la vio por primera vez. Le había parecido una chica muy atractiva, y muy soñadora. Cuando le contó que ella quería unirse a Fairy Tail sintió que algo le iba a estallar el pecho de felicidad al imaginarla junto él haciendo misiones a su lado, con Happy. Y desde eso momento supo que nadie iba a intervenir en que la blonda hiciera equipo con él.

Se acercó un poco tímido a Lucy, que lo invitaba a tomar asiento, extrañada por su comportamiento. Se sentó y la miró a esos ojos chocolate que tanto le gustaban. El olor a fresas del pajizo pelo de la chica que tenía enfrente inundó sus fosas nasales. Se sonrojó.

- Natsu, estás bien? - Preguntó Lucy poniendo su mano encima de la de Natsu, estaba visiblemente preocupada. - Tú... sueles entrar por la ventana. No pensé que fueras a ser tú. Yo... - su rostro se puso rojo al recordar el momento en el que le abrió la puerta a Natsu con sólo una toalla cubriendo su cuerpo.

Natsu sólo pudo volver a sonreír. Lo sabía.

- Lucy, yo... - La miró una última vez a los ojos para armarse de valor. - Te amo. - Dijo rápido, poniéndose aún más rojo. - Te amo, Luce. Te amo desde el momento en el que te vi. Por primera vez. No me di cuenta hasta hace poco. Lo siento. Soy un lento. Pero sé que no podría estar sin ti. No me quiero imaginar un futuro sin ti, mi Lucy. - Soltó de golpe. Paró a coger aire mientras observaba a una sonrojadísima Lucy. - Lucy... Mi princesa... Te amo.... No quiero volver a perderte. - Las lágrimas comenzaron a invadir sus ojos, amenazando con salir, y se le hizo un nudo en la garganta. - Quiero protegerte con mi vida si es necesario. Te quiero demasiado para verte muerta otra vez, entre mis brazos. - Las lágrimas cayeron como si de cascadas se trataran. - Te necesito Luce... A mi lado. Por el resto de mis días... Por favor....

Le dolía. Le dolía recordar aquel momento.

Los brazos de Lucy lo abrazaron y lo atrajo a su cuerpo. Ella también estaba llorando. Se fusionaron en un abrazo. La rubia acariciaba el pelo rosa de Natsu, logrando calmarlo. Este sólo lloraba con la cabeza apoyada en su hombro derecho, llenándolo de lágrimas. Le devolvió el abrazo y la apretó más contra él, para asegurarse de que aquello no era un sueño. De que ella seguía ahí. Lucy susurraba palabras para calmarlo, tal y co la o hacía su madre con ella cuando era pequeña y lloraba.

Una vez que se hubo calmado. Se separó de la chica y la miró, nuevamente, a los ojos. Brillaban por culpa de las lágrimas. Lucy le sonrió mientras intentaba secarse las lágrimas.

- Yo también te ano Natsu. Desde aquel día que me salvaste del falso Salamander lo supe. -Dijo entre risas.- ... Siempre he estado enamorada de ti... Mi dragón.

La sonrisa de los dos era incomparable. Se miraban cariñosos y llenos de amor. Por fin habían confesado su amor por el otro.

Natsu deslizó sus manos, que estaban en la espalda de la rubia, hasta las manos de su querida Lucy. Las agarró y se llevó una a la boca para besarla mientras la otra la acariciaba con el pulgar.

- Lucy Heartfilia. -Comenzó a decir sonriente. - Querrías ser mi novia, mi princesa? -Le preguntó.

- Pues claro que sí, mi dragón. -Lo abrazó. - He esperado a que me dijeras eso desde que te conocí. -Dijo bromeando en medio del abrazo.

Rieron por el comentario de la chica. Siguieron abrazados un rato hasta que Natsu se separó de Lucy agarrándola por los brazos, con una delicadeza impropia de él. Se acercó a su rostro. Cúanto llevaba esperando probar esos labios. Lucy cerró los ojos y él, sonriendo, juntó sus labios en un inexperto beso.

"Saben a fresa y chocolate." Pensó Natsu. La abrazó de nuevo mientras el beso comenzaba a volverse más experto, pero calmado, aunque era el primer beso de los dos. Se separaron por la falta de oxígeno y se miraron a los ojos.

- Eres mía. Mi princesa. - Susurró Natsu.

THE END.

Mi princesa. {Nalu} One-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora