Capítulo 1

274 7 3
                                    

Por fin había llegado mi día, nuestro día. Una sensación increíble recorría todo mi cuerpo. La emoción provocaba que mi corazón se acelerase, mientras también podía apreciar cómo me temblaban ligeramente las manos. Una gran felicidad en mi brotaba e impedía que dejase de sonreír cual estúpido todo el tiempo. Empecé a preguntarme por qué tardabas tanto, pero supuse que era normal en las mujeres arreglarse ante aquella única ocasión. Para hacer tiempo, me puse a recordar cómo conocí a mi querida Emma. Recuerdo que era de noche, acababa de discutir con mis padres otra vez y me fui a andar para aíslarme de todo hasta que acabé sentado en el banco de un verdoso parque cerca de mi casa donde no había ni un alma, sólo se oía la suave brisa del viento azotando las hojas de los árboles de aquel bonito lugar. De repente se oyeron los sollozos de un alma en pena sentada a mi lado, "se ve que es la noche de los desgraciados", pensé entre mí. Me quedé unos segundos embobado observándola, era muy bella, tenía un pelo largo y liso de tono más bien negro a los cuales acompañaba un triste rostro del cual destacaban unos vistosos e intensos ojos verdes ahogados en lágrimas. Finalmente, opté por preguntarle qué le ocurría. La hermosa chica, respondiendo desesperadamente, dijo que su novio la acababa de dejar. Nunca entendí cómo ni por qué pero empezamos a hablar y a consolarnos el uno al otro y así pasamos de dos apenados desconocidos a dos buenos amigos. Ella era quien apagaba mi ira en mis tormentosos días, yo fui quien hizo que ella volviera a confiar en el amor. De ahí floreció un amor incondicional. Por aquel entonces teníamos dieciséis años y allí estaba yo aquel día con ya veintitrés esperándola frente al altar lleno de dicha, ansioso por verla desfilar con su vestido blanco hasta llegar junto a mí. Después de tanta espera sucedió algo que nunca me hubiera esperado. Se oyó un ruido, toda la gente se giró de golpe creyendo que iba a entrar la esperada novia, sucesivamente, se abrió la puerta de aquella iglesia, entrando dentro quien iba a ser mi suegro chillando que su hija se había fugado llevándose con ella nuestro coche nupcial. En aquel momento, quedé totalmente perplejo, no fui capaz de articular una palabra, ni de mover voluntariamente alguna parte de mi cuerpo. En mi cabeza solo rondaba una pregunta: ¿por qué?
Sin darme cuenta, todos los invitados al cancelado acto se encontraban fijando sus sorprendidos ojos en mí. Algunos se atrevieron a acercarse a preguntarme si necesitaba algo, pero yo les ignoraba, ni siquiera conseguía escucharles. Me quedé varios minutos solo, hasta que empecé a volver a la realidad y los sentimientos de tristeza empezaron a fluir en mí.

Hoy, hace escasos dos días de lo sucedido. No puedo hacer más que recordarlo. Llamadas provinentes de mis suegros no paran de llegar a mi móvil. Debo admitir que me siento preocupado, pero no puedo caer en la tentación. Necesitaba explicaciones de lo ocurrido, pero tenía que hacerme un poco de rogar. La humillación, el pisotón que acababa de recibir sobre mi dignidad, la bofetada que ella había dado a mis sentimientos y el rechazo al corazón que iba a entregarle me habían dejado roto por completo.

A la noche, sentí la voz de mi madre despertándome.
-Cielo, Helen ha venido a decirte algo importante, por favor ve a verla al salón -dijo mi madre realmente afectada.
Helen es la madre de mi "casiesposa", así que algo forzado pero fui al salón.
Dime Helen -dije sin ganas de hablar.
-Aydher, necesito tu ayuda. Emma no aparece, mi marido y yo pensamos que volvería a casa, pero de eso ya hace dos días -dijo la mujer con lágrimas asomándose a sus ojos.
-No entiendo por qué me lo cuentas a mí, ella es quién me ha abandonado -dije con orgullo escondiendo mi preocupación.
-Entiendo que estés dolido cariño, pero la situación es grave y necesitamos tu ayuda para encontrarla, yo tampoco entiendo todo ésto, por eso te pido ayuda a ti -dijo Helen desconsoladamente.
-Está bien, empezad por ir a la policía y yo iré a preguntar si algún conocido nuestro la ha visto, mañana te llamaré y te diré algo. -le dije abatido por lo triste que la veía.
-Muchas gracias Aydher, haré lo que me has dicho, hasta mañana. -dijo la mujer mientras se levantaba para marcharse.

No puedo perder el tiempo, pensé. Debo admitir que me siento preocupado, aunque aún esté dolido no puedo evitar querer encontrarla.

Así que empecé a ir a lugares a los que solía ella ir en la ciudad, llamé a todos nuestros conocidos y amigos para ver si estaba ahí o si simplemente sabían algo sobre su paradero, pero la respuesta fue negativa. Tampoco se había presentado al trabajo. Mi preocupación iba en aumento. Me sentía completamente inútil, no sabía si pensar que nos había abandonado a todos o si realmente le había ocurrido algo grave.

Ya era tarde, así que volví y decidí dormir. Al día siguiente fui yo quien di la sorpresa y me planté en casa de Emma. Llamé al timbre y Helen me abrió.
-Gracias por venir, pasa Aydher-dijo Helen, con un tono amable, pero triste.
-Venía para decirte que bueno, no he avanzado nada, no hay rastro de Emma -dije abatido.
-Yo he ido a la policía y en cuanto sepan algo han dicho que llamarán, pero por el momento todo igual.
-No sé qué decir, Helen. Poco más podemos hacer, solo cabe esperar...
-Lo sé. Pero no puedo evitar sentirme mal quedándome de brazos cruzados, no sé qué más hacer.
-Si no te importa me gustaría subir a su habitación a ver si encuentro algo.
-Claro, sube -dijo Helen intrigada.
Emma siempre había sido una chica algo reservada, así que quizás escondía algo, o tan solo quería una pizca de esperanza para estar más cerca de encontrarla.

Entré en la habitación. Era cálida, pintada de un color salmón, llena de estanterías con peluches y libros a cada lado de la sala. Con un amplio armario de madera al fondo, una cama a la derecha y unos cajones bajo ésta. Lo que más añoranza me hizo sentir fue que olía a ella. Me dispuse a regirar cajones, estanterías, rebuscar entre la ropa interior e incluso entre las páginas de los libros, pero nada llamaba mi atención. Ya solo me quedaba mirar en el armario. Lo abrí, rebusqué entre la ropa, la aparté y por fin vi algo que llamó mi atención. Una caja de buen tamaño hecha a mano de madera estaba ahí al fondo escondida. La saqué y me senté sobre la cama para ver qué había dentro. Me quedé atónito al ver lo que aquella caja escondía.

UnseenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora