Yata se dirigía a toda prisa en su skate a una tienda de películas, pues en la mañana, el mismísimo Rey Rojo, Suoh Mikoto, le había requerido un favor. Yata no lo pensó ni un poco y partió enseguida en dirección a la tienda. El favor en cuestión era bastante simple; el Rey había sido citado formalmente a una reunión con el Rey Azul esta tarde en la enigmática mansión, y la sede principal del Scepter 4, con motivo de discutir los recientes incidentes entre ambos clanes y llegar a un posible acuerdo. Pero la eterna y francamente monótona platica que el Rey Azul le daría, aburriría a Mikoto, y necesitaba algo con que distraerse mientras pretendía escucharlo. Así, llegó a la conclusión de que, para eludir la evidente tortura, una película sería una buena evasión a toda esa charla molesta. Y el trabajo—y su salvación— quedó en manos del líder de su clan, Yata Misaki.
El chico entra en la tienda con su skateboard en mano, el lugar es espacioso y muy moderno, y hay bastantes personas dentro, que al verlo evitan de inmediato el contacto visual y deciden evitarlo por su bien. Misaki deambula por los distintos pasillos en busca de alguna película que satisfaga el aburrimiento que tendrá que soportar su Rey. Recorre con la vista las estanterías del lugar, pero nada que llame su atención.
De repente, ve un pasillo algo apartado de los demás, bañado en una luz tenue y rosácea. Alza la vista y ve un rótulo luminoso puesto sobre la entrada del pasillo. En él está escrito con una elegante y espléndida cursiva: ''R-18''. Yata, que no sabe nada de esas cosas, y una de las razones por la cual Saruhiko lo llama virgen, entra solo por curiosidad en el lugar y queda paralizado. Dentro, y bajo la luz tenue, se encuentra con infinitos ejemplares de películas para adultos esparcidas por todas las estanterías. Un rubor lo recorre de pies a cabeza y cubre su rostro con ambas manos, da media vuelta y echa a correr fuera de la habitación. Una vez fuera de ella, las personas presentes en el lugar lo miran confusos, y Yata no podía permitir que vieran a un asombroso miembro de HOMRA en esas condiciones tan vergonzosas. Tomó lo primero que encontró y se dirigió a la administración de la tienda. Se coloca en la pequeña fila y en poco llega su turno.
El chico de la caja lo atiende con desgana y sin mirarlo. Pero al pasar la película por la máquina, sus ojos se abren mucho y se dirigen hacía Misaki, sorprendido.
—Oye, ¿Eres mayor de edad? —Le pregunta, intrigado y enarcando sus cejas.
— ¡Pues claro! ¿Tengo cara de ser un crio? —Afirmo en voz severa y enfadada.
—No, no—Se corrige nervioso el chico y pasa la película por la máquina. Luego de eso, se la entrega a Misaki, que se la arrebata de las manos y tira su skate al suelo, saliendo rápidamente de la tienda.
—Maldición, como odio ir a ese lugar...—Sisea entre dientes mientras se desliza por las calles en dirección a la ostentosa mansión del Scepter 4.
***
Una vez allí, los guardias de la entrada lo reciben con mala cara, la rivalidad entre los clanes es más que evidente. Uno de los miembros del Scepter 4 lo conduce a la oficina del Rey, que lo recibe extrañado, pues no esperaba la presencia de otro miembro de HOMRA aparte de Mikoto.
—Vaya—Dice y ajusta sus delgados anteojos—No esperaba más invitados.
—Solo vengo a dejarle un encargo a Mikoto-san. —Masculla Yata, fulminando con la mirada al Rey.
—Bastante grosero, como siempre. —Opina el mayor y se hace a un lado, permitiéndole la entrada a Yata.
Para Yata, todo el interior de aquel despacho era algo nuevo. Ante sus ojos, el despliegue de una alfombra roja con una estampa espectacular, bordeada de bellos motivos dorados. Aquella hace juego con las paredes y con el imponente sofá rojo que Munakata ocupa. A su lado, esa extraña pero atractiva hilera de varas que dan paso a un espacio extra del despacho a través de un bajo peldaño. A los ojos de un invitado con clase y distinción, sería una maravilla de ambiente tan pintoresca estancia, pero a Misaki poco le importaba ese gusto refinado que tenían los integrantes del Scepter 4. Es más, le daban ganas de vomitar el solo hecho de estar allí. Simplemente, no lograba comprender ese gusto ostentoso de los azules.
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La película [K-project/Sarumi]
FanfictionEl aburrimiento de su Rey, Mikoto Suoh, lo llevó a una tienda de peliculas, y sin querer llevo consigo una que el Rey Azul utilizará a su favor, para hacer lo que más le gusta en su vida; fastidiar a sus subordinados. Pero, ¿Realmente lo hará, o qu...