189 16 7
                                    

Se despertó por el ruido de la lluvia para verlo a Renzo a su lado hecho un desastre, todo despeinado mirándola. Se rieron al instante en que los ojos de ambos se encontraron. Se sonrieron con ternura a continuación y él la atrajo hacia su pecho desnudo queriendo sentirla.

Se acurrucaron y se volvieron una bola de piernas entrelazadas para intentar mantener el calor.

No podían dejar de mirarse a los ojos. Él buscaba algún indicio de arrepentimiento en los ojos de ella pero nunca encontró nada y se alegró. Realmente se alegró.

—¿No te arrepentís, o si?— le preguntó en un susurro adorando la conformidad que sentía en esos momentos.

Ella entrelazó su mano con la de él y le sonrió. Luego rió. Se encontraba tan feliz y tan plena, tan en paz que quería reír y sonreír todo el tiempo.

—Carajo de lo que me estuve perdiendo tantos años— Dijo ella bromeando secándole una risa sonora al muchacho.

—Si hubiera sabido antes...

Todo lo que se dijeron lo hicieron con risas y fue agradable saber que su relación seguía igual que siempre y que lo seguiría siendo siempre porque de eso se trataba su relación. Eran mejores amigos, compañeros de vida y eso no lo iba a cambiar nadie pero también habían comenzado a sentir cosas el uno por el otro y ninguno parecía estar en desacuerdo con la idea.

—¿Esto significa que estamos en una relación ahora? — le preguntó  mirándolo de manera curiosa y haciendo una mueca graciosa muy típica de ella.

—Nah estás loca, nada de cosas tiernas y idioteces de novios— le dijo Renzo imitando el sonido que uno hace al vomitar, sacándole una sonrisa a la chica quien con una mano trazó una linea por todo su pecho hasta llegar a sus labios y delinearlos delicadamente con su pulgar, entreabriéndolos y robándose un beso.

—Ya sabes que odio los títulos y que me parecen imbéciles, pero ¿esto fue algo de una noche o va a continuar siendo de esta forma?— le preguntó casi con miedo que dijera todo lo contrario a lo que ella quería oír.

— En ese caso, si— le dijo para besarla nuevamente y sacarle el aliento—Simplemente somos.

Su relación iba a ser igual que la de siempre, obviando la parte del sexo obvio y eso era probablemente lo que los ponía más feliz (no lo del sexo, si no que su relación siguiera igual) ((bueno quizás lo del sexo también los ponía un poco más felices)).

— Pagaría mil pesos solo por verte en una relación amorosa y tierna— le dijo Kalista riéndose a carcajadas sabiendo que eso jamás pasaría.

—No sé de que te reís- bufó él siendo el infantil que era siempre.

—Es verdad, es verdad – le sonrió con ternura y lo observó tomando en cuenta todas sus facciones que tanto amaba.

Se miraron riendo una vez más y ella le acarició el rostro.

Aunque los dos odiaban las cosas tiernas, no podían evitar quererse cada vez más y estaban desilusionados de haberse dado cuenta de eso tan tarde.

—¿Te das cuenta de que si nos hubiéramos avivado antes de todo esto, hubiéramos estado juntos por mucho más?— le preguntó suspirando mientras cerraba sus ojos dispuesta a dormir.

Era domingo y la lluvia no ayudaba para nada.

—Es verdad, pero, de hecho, todo este tiempo estuvimos juntos .

Su respuesta la hizo sonreír.

—Te quiero imbécil.

— Yo también te quiero– respondió él una vez más para luego abrazarla por la cintura y cerrar los ojos dispuesto a quedarse en la cama, con ella, todo el día.

Pudo imaginar un mañana y se dio cuenta de lo hermosa que era la vida y cuanta alegría y cosas preciosas contenía. Se sintió un idiota al haber despreciado la suya en un momento y pensó en el suicidio de su padre y se maldijo por no haber sido capaz de ayudarlo, aunque sabía que no había sido su culpa.

Imaginó una vida, con un título, un trabajo, hijos y se sintió raro. Nunca se había imaginado de esa forma. Jamás, pero se imaginó de aquella forma y le gustó.

Sonrió para él y la vio quedarse dormida, la observó despacio, no queriendo perderse ningún pequeño detalle.

La quería muchísimo y sabía que ella también a él, aunque no se lo dijeran constantemente.

Lo de la noche anterior había sido algo sumamente especial, eso era seguro y se sintió pleno, feliz, satisfecho, hasta extasiado con todas las nuevas emociones que estaba sintiendo.

Quería algo con ella. Quería una relación. Quería hacer las cosas bien. Quería vivir también y estaba desesperado por la llegada del mañana. Estaba desesperado por empezar a vivir. ¡Quería hacer tantas cosas que nunca antes había hecho!

Pensó que no todas las relaciones duraban para siempre y sintió miedo. No podía ni imaginar que haría sin este departamento o sin ella. Después de ocho años de amistad, nadie lo conocía como Kalista. Se le encogió el corazón y sintió un escalofrío al imaginar aquello.

Y aunque sintió miedo, también sintió esperanza y felicidad. Quería intentarlo. Iba a intentarlo.

Se imaginó con ella mirando las estrellas, mirando el atardecer o el amanecer, fumando en el balcón, yendo a la plaza, yendo al cine, yendo a hacer compras, viendo la tele. Se la imaginó leyéndole un libro mientras que él la observaba de cerca, absorbiendo todas sus facciones. La imaginó haciéndole el amor. La imaginó haciéndole un desayuno, la imaginó también compartiendo un baño, una ducha. La imaginó compartiendo aventuras, noches de pasión, noches de humor, noches de tristeza.

Y la quiso. Quiso tenerla. En su pieza. En su cama. En su casa. En su vida. Quiso tenerla ahí, compartiendo memorias con él. Compartiendo conocimientos. Compartiendo lecturas. La quiso ebria, sobria, quebrada, llorando, riendo, cantando, bailando, la quiso e imaginó feliz, triste, melancólica, excitada, sonrojada, desnuda, enojada, frustrada, en paz, plena, enamorada y la quiso. Quiso tenerla.

Y así se durmió. Pensando en el mañana y pensando en lo poquito que tenían ambos. Sin familia, sin nada.

Y lo irónico fue, que recordó aquella frase que tanta verdad cargaba; "Los que menos tienen son los que más dan" y se sintió bien porque supo que entre ambos se complementaban y se ayudaban.

Así que se durmió en paz consigo mismo, escuchando las respiraciones lentas y pesadas de Kalista. Y la quiso. Y pensó en ese mañana que le esperaba.

MAÑANA ES MEJOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora