A dieta de hombres

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A las seis menos diez estaba de pie frente a la cafetería donde había quedado con Conny. Estaba deseando verlas para abrazarlas, necesitaba transmitirle a las dos que estarían bien sin el payaso de Paul.

Por el rabillo del ojo pude ver como se acercaban. Conny iba vestida con un mono azul vaquero con mangas y su precioso pelo iba recogido en un moño bajo. Hasta que no estuvo cerca de mí no pude apreciar las grandes ojeras que tenía, y sus ojos siempre tan alegres y animados estaban ahora apagados y serios.

-Pero, ¿Dónde está mi cosita linda?-intenté animarme asomándome al cochecito color rosa claro y toqueteando las manecitas de Samanta. Ella dormía, con sus preciosos mofletes rosados; y ajena todo el lío que había ahora mismo en la vida de su madre.

-Ha sido buena y no ha seguido llorando esta mañana – suspiró con voz ronca Conny.

La abracé. Porque no sabía que palabras escoger en momentos así. Con cualquier otra persona podría consolarla y decirle que todo saldría bien y que Paul solo necesitaba espacio; pero con Conny no. Tanto ella como yo sabíamos que lo de Paul no era pasajero. Que había cambiado tan drásticamente que ni siquiera se había despedido de su hija, y no tenía intención de volver a verla. Cosa que era lo que más le dolía a ella.

Cuando nos sentamos en la mesa , las dos suspiramos al ver que Samanta permanecía callada a pesar del bullicio de gente. Habíamos tenido suerte, entre cumpleaños, citas (en eso puse una mueca del asco) y otras el local estaba llenísimo.

-Después de contártelo todo, y sabes que todo es todo, no volveré a tocar el tema .Para mí Paul y su tiernecita Flor estarán muertos y enterrados.- dijo Conny después de pedir un batido de chocolate y una tostada de tomate y jamón. Mezcla explosiva...boom, pero yo también me pediría lo mismo.-Y después señorita "quiero ser madre antes de que se me pase el arroz", me contará lo que pasó ayer.

-Lo prometo – me reí.-Así que comienza a desahogarte ya antes de que comiences a anegar el local con tus lágrimas contenidas de cocodrilo.

-Ey, imbécil- nos reímos juntas y sentí un gran alivio.-Bueno... el jueves vino todo sonrisas a decirme que quería intentarlo. Después de haber pasado dos semanas fuera en Dios sabe dónde.No miró siquiera a Samanta en todo el tiempo que estuvo en mi casa, Annabel, nos dio la espalda a pesar de que dijo que quería intentarlo.

-Espera...¿Y no te habló de ella en esos tres días?

-¿De Flor Domínguez?- se carcajeó falsamente- Oh, si que habló de ella cuando estuvo a punto de besarme. Dijo más exactamente: Esto está mal, mi corazón pertenece a mi...

-Tiernecita Flor- dijimos al unísono.

Le di un sorbo a mi batido de chocolate maravillándome. No sé cuánto tiempo llevaba sin haberme bebido uno.

-¿Pero quién cojones puede tener un nombre así? Si parece una marca de colonia por favor. Flor Domínguez... yo flipo.

Me atraganté con mi propia risa y le eché aceite a mi propia tostada de tomate con jamón. Hola bendita dieta mediterránea.

-Resumiendo... Después de que Paul estuviese a punto de besarme cogió sus cosas y se largó. No ha dejado ni un teléfono, me ha quitado de sus cartillas y encima ha enviado una anulación del matrimonio. Quiere ser un soltero exprés. Pues así sea, le daré el divorcio y con viento fresco.

-Así se habla- mascullé mientras me terminaba de comer el delicioso jamón. Mis ojos fueron de la cara de Conny hacía atrás. Un hombre estaba leyendo el periódico local y sus rasgos me llamaron la atención. Me asusté debido al parecido con Matteo Ariza, sus ojos eran parecidos. Oh no, no puedo estar tranquila ni comiendo. Pero solo es una falsa alarma. El no podría encontrarme en un barecillo como este ni en setenta años. Es demasiado para su orgullo pijo.

-Y ahora cuenta tú. Te ves más rancia de lo normal. Y más seria. –Se burló Conny puniendo los brazos sobre la mesa de hierro forjado.

-Te acuerdas que te dije que había hablado en el orfanato para llevarme ya a Lily a casa - Ella asintió.-Pues llegué allí y me llevé la gran sorpresa de que otra persona había firmado también los papeles. Matteo Ariza, un italiano guapo , rico y autoritario. Sin esposa y quehaceres. El gran hijo de puta va a por todas para quitármela, así que hice un trato y firmamos un acuerdo en donde tendríamos a la niña durante un año entre los dos hasta que se dicte el juicio y se decida todo.

-Espera, ¿qué?- Conny miró mi cara durante un rato y suspiró malhumorada – Tienes que ganarle a ese cabrón, pero. ¿.con qué guapo eh?- se rió.-Y además autoritario, que significa eso, ¿que te pondrá sobre sus rodillas como una niña mala?

- Déjate de bromas, eso significa que tendré que compartirla con él durante un año entero. Y no sé como lidiaré con esto. No quiero tener un tío en mi casa las 24 horas del día y menos que me tenga que ir yo a la suya solo para poder estar cerca de ella...mierda.

-Esto sí que es de risa, yo queriendo tener un padre para Samanta y tú muriéndote por ser madre soltera. Pienso que Dios nos ha dado papeles equivocados.

Si, quizás Conny tuviese razón y nos habían dado papeles equivocados. Pero este había sido mi sueño desde que tuve el aborto hace cinco años. Desde que por culpa de Mario, mi ex, y sus continuos insultos hacia mí, simplemente sufrí un ataque de nervios. Y perdí a mi bebe.

Después de eso, Mario había sido condenado a dos meses de trabajos comunitarios y a no acercarse a mí a cien metros. No he vuelto a verlo desde entonces pero las últimas noticias que me habían llegado de él eran que estaba felizmente acomodado en la casa de un compañero de trabajos. Si, compañero. El muy muy,... había resultado gay y había pagado conmigo su frustración.

-¿Y cuando hablareis sobre Lily y la volverás a ver?- el pequeño llanto de Samanta me trajo de bruces en el presente y vi que Conny ya estaba en su busca para darle el biberón.

-Me dijo que me llamaría el – dije-Y para alguien tan pijo lo mismo está buscando como hablarme y lugares en Valencia para concertar cita...

Mi móvil vibró y mi corazón dio un salto. Llamando Italianini. Le enseñé el móvil a Conny.

-Me parece que te vas a tener que tragar tus palabras, amiga.- Dijo soltando una carcajada. La miré con mala cara y me debatí entre si esperar un poco más o responder la llamada. Las palabras llamando en la pantalla crearon un efecto en mí que no me gustaba para nada. Impaciente lo cogí y me lo acerqué a la oreja.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora