Capítulo 2

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Estando en el instituto con mis amigas, me han comentado que una estudiante podría ser gay y mi reacción fue bastante buena hasta que empecé a escuchar los comentarios:
- No puedo creer que lo sea, que cosa tan asquerosa.. habría que matar a ese tipo de gente - decían mis amigas, tuve una mezcla de enojo y tristeza por lo que decían.
Así que solo acoté -Pero lo importante es que sea feliz sin importar que haga-
Sus miradas decían todo, así que decidí callar y cambiar de tema.

Durante el tiempo libre quise buscar a esta compañera para acercarme y hablar con ella, por fortuna pude encontrarla sola en el gimnasio. No sabía como acercarme, así que muy tímidamente le dije -Hola-

Ella quizás sin saber de mis buenas intenciones me mira con odio...
- Tú también vas a venir a burlarte de mi? hazlo y vete -
Pensaba que quizás ella podría ser yo en ese mismo momento, de todas formas le explique mi motivo de visita pero igual seguía con esa ira interna. Por lo que solo le dije -Entiendo como te sientes a mi me pasaría igual, yo soy igual que tú con la diferencia que no me he animado a admitir mi homosexualidad. Espero que puedas tranquilizarte y hablar- le dije tranquilamente y le anoté mi número en una hoja.

Al salir iba pensando en ella y si realmente... Pude haber sido yo quien esté en ese lugar?.
En todo el camino estaba atenta a mi celular por si ella me escribía, hasta que al final lo hizo.

*Lamento la forma en la que te traté, pero es que de verdad no puedo estar en ningún lado sin que las personas vayan a insultarme. Si es verdad lo que me dijiste, no tengo problemas en tomarnos un café*
Al leer esto, me sentí muy mal por ella y esperanzada de poder ayudarla. De inmediato le respondí y acordamos todo para vernos.

Decidimos quedar en un bar que está a la esquina del instituto.
Una vez allí, empezó a contarme la cantidad de cosas que ha tenido que pasar desde el momento en que dijo ser homosexual. Mis lágrimas caían por mi mejilla por cada palabra que ella decía, en un momento tuve que decirle - YA NO SIGAS- y solo me quedó levantarme y abrazarla.

Ella me agradeció por haberla escuchado y por hacerla sentir que tenía una amiga, me puse feliz porque por lo menos algo había podido hacer.

Los días fueron pasando y la amistad ya se había ido a algo mas allá. Siempre nos veíamos a escondidas cada vez que podíamos, por fin eramos felices así como estábamos.
Pero nada es para siempre...

Marcas En La PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora