Ya no es la misma de antes, ya no siento el calor incomparable que sentía hace algunos años. Siento más fríos y falsos sus abrazos, más vacíos y silenciosos sus besos. Está distante, está completamente ausente. Por primera vez puedo sentir mi alma gritar, por primera vez siento la angustia de ver al amor de mi vida alejarse y no poder hacer nada para evitarlo. Intento preguntarle, pero se niega a responderme.
La observo, el suspenso me mata lentamente, todo lo que nos costó crear se está destruyendo y me destroza por dentro.
Limerente es como me llaman mis obras y mi querida esposa, Alicia. Dedico mi vida a hacer felices a los niños escribiendo cuentos infantiles, cuando mi vida de a poco se va haciendo más miserable.
Hoy es un día especial, la nieve cubre la mayor parte del jardín y me motiva a escribir cuentos sobre el invierno, me dirijo a mi escritorio cuando veo a Alicia salir de la casa. Su destino es totalmente desconocido para mí, pero debo admitir que no puedo evitar distraerme pensando que hace cuando está afuera.
Mi corazón se enfría y los sentimientos ya no existen en él. Cuando Alicia llegó a la casa, noté que había comprado un paquete de sobres de color negro. Me saludó como acostumbra hacerlo y fue a la cama a leer unas cuantas revistas. Intento no distraerme y seguir escribiendo alguna obra exitosa que me saque del agujero en el que vivo.
Al caer la noche Alicia sirve la cena en la cocina, y aproveché la instancia de preguntarle que le pasaba, ella se quedó completamente callada, lo cual me inquietaba un poco. Nos sentamos en la mesa a comer, arroz, pollo y unas cuantas ensaladas.
-Alicia, ¿qué sucede?- Pregunté, suave y cariñosamente. No respondió, repito un poco más serio.
-Alicia, respóndeme, ¿Pasó algo?- mi voz era dura, fría y amenazante. No recibí su respuesta.
-Alicia, en serio, ¡¿Qué es lo que pasa?!- Pregunté por última vez, ya estaba gritando, no me di cuenta de lo violento que estaba siendo en ese momento. Ella no contestó.
La locura y la ira invadieron completamente mi cuerpo, no estaba pensando antes de actuar. Mi corazón estaba frio y no pude sentir compasión. Tomé su cuello y la empujé a la pared, ella cayó en el piso. Una lágrima se deslizó por su mejilla, y unas cuantas la siguieron.
Al ver sus lágrimas reaccioné y sin decir ninguna palabra más, me retiré. No podía creer absolutamente nada de lo que había hecho, nunca en mi vida había pensado en hacerle daño al amor de mi vida, ella es completamente todo lo que me queda. No puedo disculparme ahora, ella no quiere hablar conmigo y lo único que me queda por hacer es ir a la cama, dormir e intentar conversar esto mañana temprano.
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3 Fríos Inviernos
Teen FictionDesde una gris y triste nube, caída libre sin protecciones para terminar cayendo en el techo de alguien.