capítulo 3

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Daniel.

No supe en que momento me dormi, lo cierto es que estaba bien cansado, había tenido un sueño extraño... La voz de una chica, pidiéndome su ayuda.

Le reste importancia y decidí bajar a la cocina por agua. Vivo en una casa bastante grande a decir verdad de dos plantas con mis tíos y mi prima, es una casa muy bonita además era de mi abuelo, y pues... no les negaré que a veces me da miedo.

Eran las tres de la mañana, y mi sueño se habia esfumado, así que me sente a escribir, ¿Han sentido esa sensación horrible de que te observan? Así me sentía y era incomodo... Que más da... No podía dormir.

Senti dos toques en la puerta y salte de golpe, la figura de mi tía apareció enseguida.

-Te pasa algo Dani? Estas palido- dijo sentandose en la cama.

-Ssi... Solo... Solo tuve un mal sueño, no es nada de verdad- mis esfuerzos por no parecer nervioso eran en vano, mi tía me conoce muy bien para ser sincero.

- Otra vez pesadillas? Pensé que ya dormias bien- sus ojos se aguaron. Desde pequeño tenia constantes pesadillas sobre sombras que me perseguían, y dormía poco, era muy paranoico.

-Estoy bien... De verdad- dije mirandole. Pero... ahí estaba yo, tratando de dormir en el regazo de mi tía como cuando tenia 6 años.

Ayline.

Despues de salir del restaurante, nos dirijimos a casa, vivo en un pequeño departamento con mi madre al sur de la ciudad, al llegar aún sentia el vacío en el pecho así que decidí dormir.

-No me dejes...- gritaron a lo lejos.

Mierda!

Era la voz de un hombre y la conocía muy bien, trate de buscar en mis recuerdos algun indicio pero no tenía ni idea. Ese no me dejes daba vueltas en mi cabeza, es que fue tan real... ¿Y si fue real? ¿Sera que me estoy volviendo loca? Bueno no me sorprenderia tengo de donde heredarlo, trate de ignorarlo y me volví a dormir.

*********
Gracias al cielo era sabado y me podía dar el lujo se dormir hasta tarde, habia pasado una semana y yo seguía con pesadillas. Pero como no todo es perfecto me dio hambre, salí a la cocina por algo que llenara mi pansita y me hiciera feliz.

Tenía más tarea que vida social... Eso era muy triste, pero me dispuse a hacerla... O al menos hacer el intento.

Estaba sola en casa y lo agradecía. Me sente en el sofa y empecé a escribir.

Toc.
Toc.

Carajo!! Me dormi.. Sali corriendo a abrir la puerta... Pero... No había nadie.

Ok ok Ayline respira! Tal vez lo soñaste...

Daniel.

Era sábado, así que me encontraba jugando en la play.

-PUUUUEDO JUGAR!!!- el grito ensordecedor de mi prima me hizo brincar cual gato. Mariana una pequeña de 6 años, trigueña de ojos miel, se encontraba mirandome fijamente.

-No tienes que gritarme!!- le dije suspirando.

-Lo siento, pero puedo jugar?- una sonrisa de angelito que rompe un plato se abrio paso marcando dos hoyuelos en cada lado de sus mejillas.

-Tengo otra opción?- dije buscando un mando para ella.

-No así que damelo ya!!- dijo aún con esa sonrisa.

Era increíble como a tan poca edad era tan mandona, y lo peor era que yo obedecia... Sep era el bufón de una niña de seis años.

Pasamos la tarde jugando hasta que detuvo el juego, me miro con ojitos de perrito regañado.

-Me llevas por un helado? Por favor- sus pestañas se batieron suavemente, sabia muy bien que no era una pregunta.

-Si claro, vamos por un helado- dije levantandome y cargandola.

La pequeña mandona entro corriendo a la heladería, estaba llena y no habían mesas. Pidio fresa y vainilla, yo igual... Pero no había donde sentarnos...

Ayline.

Me estaba volviendo loca, y lo estaba confirmando. Necesitaba aire, así que decidi salir a la plaza a caminar y comprar algunas cosas.

Al llegar a la plaza no me pude resistir así que entre en la heladería, pedí napolitano y ron con pasas... Sep mis gustos son peculiares. Me sente en una mesa a disfrutar de mi precioso helado.

-Puedo sentarme aquí? - una pequeña castaña de ojos miel me saco de mi disfrute, me miraba intensamente.

-Amm...- que edad tendra?

- Es que esta lleno, por favor- me dijo tiernamente. Ok ya con eso no puedo.

-Si claro, sientate- la pequeña subio a la silla y coloco su helado en frente.

Mis intentos por no mirarla eran en vano, tenia mejores modales que yo.
En un intento por alcanzar la servilleta su cuchara se fue el suelo.

Oh dios mio esto no podia ser bueno...

Daniel.

Mientras pagaba la pequeña se me perdio, genial eres un muy buen niñero Daniel.

Un grito a lo lejos me indico su ubicación, camine rapido al final de la heladería y me rodille ante ella buscando el problema. No paraba de llorar y mis intentos por que me dijera eran nulos.

-Es que se le ha caído su cuchara, tranquilo- esa voz... Mierda!

Tragame tierra..

Un Bello DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora