Capítulo 17: cuatro elementos

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Los párpados de Sharon se abrieron con dificultad. Había dormido en el sofá de la enfermería junto con Evelyn y Azul, quiénes se arropaban junto a ella con varias mantas. Aunque ese sofá no fuera tan cómodo como una cama se sintió terriblemente agradecida de dormir en él después de pasar varias noches durmiendo en el suelo rocoso de la cueva.

La muchacha se llevó sus manos a sus ojos para desperezarse con más rapidez y la luz artificial de la lámpara que colgaba del techo le ayudó a visualizar su alrededor. Evelyn y Azul no se encontraban en el mismo sitio cuando los ojos de Sharon se cerraron para entrar en el primer sueño. De hecho, en la habitación solamente se encontraba Egon y ella.

Sharon se levantó del sofá y echó un vistazo rápido a Egon. Seguía dormido. Colocó su mano encima de su frente y para el alivio de la muchacha, él ya no tenía fiebre. La joven se dirigió al cuarto de baño y escuchó el agua correr de la ducha. La idea de que alguien más de su grupo estuviera cerca de ella la tranquilizó, pero dudaba mucho que estuvieran los cuatro allí metidos. La muchacha cogió su hacha y salió por la puerta.

La noche seguía reinando en esa larga calle habitado por híbridos, pero varias farolas alumbraban cada rincón de la ciudad y era difícil pasar desapercibido. Sharon pensó en preguntar si había visto a tres deleiters y a un humano, pero esa idea la eliminó al momento. Al final de la calle, localizó a una muchacha de pelo rubio que lucía una armadura.

-¡Elisabeth!

La chica se volteó prácticamente al momento y cuando vio a la deleiter realitum alzó su mano y la saludó. Sharon corrió hacia ella y pudo ver en su rostro una enorme sonrisa.

-¡Por fin te despiertas!- Se quejó la semidiosa.- Dime una cosa, ¿todos los deleiters dormís tanto por qué vuestros instintos supervivientes y vuestros poderes

requieren mucha energía o por qué sois todos una panda de perezosos?

-¿Dónde están mis amigos?

-¿Las dos enanas? Las mandé a la granja para que ayudasen a los minotauros a pastar los animales.

-¿Y Helios y Electra?

-Electra se despertó diez minutos antes que tú y le llevé algo de ropa para que se duchara, pero del humano no sé nada. Estaba durmiendo cuando les pedí que me hicieran ese recado a las dos pequeñas.

-Mierda...

Sharon se dio la media vuelta y corrió hacia el final de la calle. La gente se quedaba mirando a la chica un segundo -por qué parecía muy raro que alguien corriera en ese pueblo-, pero luego cada uno seguía su camino. Sharon dedujo al momento que Helios al ver que Azul y Evelyn no estaban en la enfermería, no dudaría en salir a buscarlas. Lo que realmente le preocupó a Sharon fueron las palabras que había dicho la semidiosa cuando la conocieron respecto a que un humano entre su gente duraría vivo menos tiempo que una mosca encerrada en una jaula llena de ranas.

La joven intentó pensar con claridad hacia donde podría haber ido Helios, pero por desgracia sus poderes los seguía teniendo el Dios del Inframundo. Así que le tocó dejarse llevar por su instinto. Sabía que Evelyn y Azul estarían en la granja, y que lo más seguro es que Helios fuera lo suficiente inteligente para deducir que también estarían ahí.

La joven había visto que para llegar a la granja antes había que rodear el lago donde había estado hablando la noche anterior con Elisabeth. Así que una vez llegó a la gran charca de agua, empezó a rodearlo. Cuando ya podía ver las casas hechas de maderas, pintadas de color rojo y marrón, una melodía hizo que dejase de correr. Era débil, pero si Sharon se concentraba podía deducir que venía de unas rocas que no estaban muy lejos de allí.

Deleiter: el guerrero de la armaduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora